50 años de la Masacre de Trelew: Una reconstrucción para no olvidar

50 años de la Masacre de Trelew: Una reconstrucción para no olvidar
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En 1972, el país estaba sumergido en la dictadura llevada a cabo por Alejandro Agustín Lanusse desde 1966.  La resistencia argentina al gobierno de facto había empezado a tomar forma en 1968, con el surgimiento de diversas organizaciones guerrilleras, tales como las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

A mediados de los setenta, algunos miembros de dichas organizaciones se encontraban detenidos en el penal de Rawson, una cárcel de máxima seguridad que alojaba, en ese momento, a 110 presos políticos. Tras un planeamiento de escape, los presos políticos ejecutaron una fuga el 15 de agosto de 1972, hecho que terminó en un “cobarde fusilamiento”, según relata Ricardo Ragendorfer, sucedido días después.

La reconstrucción de la fuga

Aproximadamente a las seis de la tarde comenzó la fuga de los presos políticos del penal de Rawson. Originalmente, el plan era que los 110 detenidos se escaparan en tres camiones, pero luego de un tiroteo ocurrido entre el guardiacárcel Juan Gregorio Valenzuela y Marcos Osatinsky, comandante de las FAR, los camiones se retiraron.

El traslado masivo se vio truncado, por lo que se resolvió que simplemente los seis jefes de las organizaciones armadas abordaran un Ford Falcon que los trasladó hacia el Aeropuerto de Trelew, donde aguardaba un avión secuestrado de la línea Austral. Entre los líderes, se encontraban Roberto Mario Santucho (comandante de ERP), Roberto Quieto (FAR), Enrique Gorriarán Merlo (ERP), Domingo Menna (también del ERP), Marcos Osatinsky (FAR) y Fernando Vaca Narvaja.

Tras 90 minutos de espera por otros ex detenidos que hubieran podido fugarse del penal, los seis líderes despegaron alrededor de las siete y media de la tarde rumbo a Santiago de Chile, en donde pidieron asilo político a Salvador Allende.

Mientras tanto, otro grupo conformado por 19 guerrilleros había logrado escaparse en tres vehículos, que llegaron al aeropuerto cinco minutos después de que el avión de Austral hubiera despegado.

El plan B

En el penal de Rawson, los presos que no lograron escapar comenzaron a ejecutar el plan B: La negociación con un juez y una charla con la prensa para hacer público lo sucedido, intentando evitar que la rendición llegara a un mal puerto. Al mismo tiempo, aquellos 19 presos políticos que habían perdido el avión, terminaron tomando el aeropuerto y llamaron a una conferencia de prensa.

Frustradas sus posibilidades de fuga y luego de la conferencia de prensa, los detenidos finalmente se entregaron a los efectivos de la Armada que mantenían rodeada la zona, solicitando y recibiendo públicas garantías para sus vidas en presencia de periodistas y autoridades judiciales.

La recaptura terminó en un traslado a la Base Aeronaval Almirante Zar, comandado por Luis Emilio Sosa, segundo jefe de dicha dependencia militar. Los detenidos habían pedido volver al penal de Rawson y se opusieron al traslado, a lo que Sosa respondió que el nuevo sitio de reclusión era transitorio, hasta que las cosas se repusieran en el penal de Rawson, en donde continuaba el motín.

Finalmente, el crudo fusilamiento

En pleno traslado, el gobierno de facto comandado por Lanusse intentaba presionar al presidente de Chile, Salvador Allende, para que deportara a aquellos seis líderes que habían logrado escapar exitosamente al país vecino.

Durante la noche del 21 de agosto, la Junta de Comandantes en Jefe de las tres fuerzas armadas, colaboradores y ministros se reunieron a puertas cerradas y con el mayor hermetismo en la Casa de Gobierno.

A las 03:30 de la madrugada del 22 de agosto, los 19 detenidos fueron sorpresivamente despertados y sacados de sus celdas de la Base Aeronaval Almirante Zar. Los hicieron salir, formar una hilera y los obligaron a mirar el piso, mientras la patrulla del capitán Sosa los ametrallaba y les quitaba la vida casi al instante.

Fueron asesinados Rubén Bonnet, Mariano Pujadas, Ana María Villarreal (esposa de Santucho), Clarisa Rosa Lea Place, María Angélica Sabelli, Susana Lesgart, José Mena, Alejandro Ulla, Alfredo Kohan, Carlos Alberto del Rey, Eduardo Capello, Humberto “Pucho” Suárez, “el Gringo” Humberto Toschi, Mario Delfino y Miguel Angel Polti.

Sin embargo, para la desgracia de los asesinos, hubo tres sobrevivientes de la masacre de Trelew: María Antonia Berger, Alberto Camps y Ricardo Haidar. No obstante, los tres fueron asesinados durante el “Proceso de Organización Nacional”.

Meses más tarde, se dieron a conocer las identidades de los responsables del fusilamiento: el suboficial, Carlos Morandino, los capitanes Emilio Del Real y Emilio Sosa, y el teniente Roberto Guillermo Bravo.

Posteriormente, se comenzó a difundir una “versión oficial” del suceso, que indicaba que se había producido un nuevo intento de fuga en la Base Aeronaval Almirante Zar, con 16 muertos y tres heridos entre los prisioneros, pero sin bajas en las filas de la Marina.

Juicio y castigo

En 2005, al ser anuladas las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, la causa judicial por los fusilamientos de Trelew fue reactivada. En febrero del 2008, la impunidad empezó a caer, cuando Sosa fue arrestado en una inmobiliaria de Recoleta.

El 15 de octubre de 2012, a 40 años de la masacre, Sosa, Morandino y Del Real fueron condenados a perpetuidad por el Tribunal Oral de Comodoro Rivadavia.

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