Amor y revolución en la Argentina: Una charla con Laura Fernández Cordero

Amor y revolución en la Argentina: Una charla con Laura Fernández Cordero
facebook icon twitter icon telegram icon whatsapp icon

Hace más de cien años, ya se discutía si el amor libre o la unión libre funcionaba o no. Es un material en el que se van a encontrar más debates que soluciones“. Así define Laura Fernández Cordero a su libro “Amor y Anarquismo: experiencias pioneras que pensaron y ejercieron la libertad sexual”, editado por Siglo XXI.

En diálogo con Carlos Romero en Socios a la fuerza, la socióloga, doctora en Ciencias Sociales por la UBA y responsable del Área Académica del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierda del CeDInCI, reflexionó sobre el anarquismo en nuestro país, la relación del movimiento con los feminismos y el trabajo del CeDInCI para la recuperación histórica.

¿Qué es el CeDInCI? ¿En qué momento nació? ¿Cuál es su objetivo?

El CeDInCI es el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas. Nace como una idea que tuvo un grupo de historiadores hace unos 23 años. Ellos comenzaron a darse cuenta que los papeles, las memorias, los periódicos, todo lo que la izquierda, en sentido amplio, los anarquismos, los socialismos, los comunismos, pero también los movimientos sociales en general, cualquier momento movimiento de orden emancipatorio… Todo eso que se había amasado en tantos años de lucha, todo ese material se perdía y el Estado no estaba interesado en guardarlo.

Era material que también los y las militantes lo perdían en sus persecuciones, exilios y todo lo que lamentablemente sabemos. Entonces bueno, así se creó. Y luego continuó y fue creciendo con el paso de los años. Hoy en día, la novedad que nos tiene muy felices es que logramos obtener una sede grande, céntrica, donde podemos mudarnos de Floresta al centro y seguir guardando material. Para eso, estamos pidiendo colaboración, porque sostener un proyecto como este tiene mucho costo

Al entrar a nuestra página web oficial, se van a enterar de todas las novedades y, de paso, quizás nos pueden dar una mano para seguir haciendo este tipo de trabajo.

Al entrar en la página web, se puede ver que la nueva sede es en la calle Rodríguez Peña 356, ¿no?

¡Sí! Estamos muy felices. Además, Horacio Tarcus, el director del CeDInCI escribió la historia del edificio y de toda la cuadra. La verdad que es una zona llena, en sí misma, de memoria. Eso está también explicitado en la página.

También hay que destacar que, en la pandemia, crecimos mucho en términos de ofrecer material de manera virtual. Tenemos un diccionario biográfico de las izquierdas, que es un proyecto en construcción que es precioso y que sirve un montón, porque son biografías que quizás no despiertan el interés de los poderes, ¿no? Y, en clave latinoamericana, tenemos una comunidad del archivo que se llama “Sexo y revolución”, que tiene materiales relacionados con las memorias feministas y políticas feministas y sexo genéricas.

Está muy bueno que exista esto acá porque pareciera que solo en Europa está este tipo de material y documentación histórica tan preservada, cuando la realidad es que en Latinoamérica y otras regiones hay instituciones que se dedican a hacer este trabajo de cuidar y recuperar el conocimiento, ¿no?

Sí, efectivamente. Por ejemplo, hace unos quince o veinte años, si querías saber un poco sobre la historia del anarquismo, tenías que ir a Ámsterdam a ver el Instituto de Historia Social, porque estaba todo ahí, y no nos quedaba otra. Pero, poco a poco, se van recuperando materiales aquí.

¿Cómo nació la idea del libro “Amor y anarquismo: experiencias pioneras que pensaron y ejercieron la libertad sexual”? ¿Qué es lo que unx puede encontrar en ese trabajo?

El libro inició como una tesis de doctorado. Empezó todo con las becas que comenzaron a aparecer, de manera más contundente, en los primeros 2000. A partir de ahí, decidí un tema de investigación que vinculara los temas que me interesaban, que tenían que ver con la emancipación, con los feminismos, con las ideas políticas, con la proyección de esas ideas en la prensa, como, por ejemplo, en “La voz de la mujer”, un periódico de 1896 escrito por mujeres.

De todo eso, surgió una tesis y, posteriormente, en conjunto con Siglo XXI, la investigación se convirtió en “Amor y anarquismo”, dando inicio a una etapa que me encanta mucho. El trabajo de la editorial le hizo muy bien al proyecto, porque se transformó en un libro que llama a otras lecturas, por fuera de la academia, de la universidad, con el objetivo de que el material circule por otros ámbitos.

El libro también va un poco en contra de esa idea de que “todo es novedad”, ¿no? Esto de pensar que el feminismo es novedad, que la mujer libre es algo de ahora. Por ejemplo, en el libro, se puede ver que, hace más de cien años, ya se discutía si el amor libre o la unión libre funcionaba o no. Es un material en el que se van a encontrar más debates que soluciones.

“En La voz de la mujer se empezaron a visibilizar estas opresiones que las mujeres sufrían incluso dentro del propio anarquismo. Decían, por ejemplo, ‘Anarquía y libertad y las mujeres a fregar, ¿no?’ Ya en ese momento se estaba hablando del trabajo reproductivo, del trabajo doméstico.

Laura Fernández Cordero respecto a la relación entre el feminismo y el anarquismo.

De por sí, el título del libro invita a la lectura, pero también te hace reflexionar… ¿qué es lo que pasa con el amor y el anarquismo? ¿Cómo se da esa vinculación?

El titulo remite a esta idea de que el amor tiene que ser libre y que, en las relaciones afectivas, hay que politizar las cosas. Esto no es una exclusividad del anarquismo, pero sí es cierto es que el anarquismo le puso un acento muy fuerte, con un ojo muy fino en las opresiones. Se evidencia entonces toda una cadena de opresiones, ¿no? Sobre los cuerpos, por ejemplo. En el caso de la mujer, ella es “la esclava del esclavo” en el hogar con todas esas tareas.

El libro se dedica a la zona del Río de la Plata, pero uno podría haber replicado esto en las distintas ciudades donde explotó el anarquismo. Pero, algo muy particular del caso local, es que hay dos periódicos escritos por mujeres que participaban en la prensa, que era básicamente una actividad masculina. En La voz de la mujer se empezaron a visibilizar estas opresiones que las mujeres sufrían incluso dentro del propio anarquismo. Decían, por ejemplo, “Anarquía y libertad y las mujeres a fregar, ¿no?” Ya en ese momento se estaba hablando del trabajo reproductivo, del trabajo doméstico…

Y, en ese entonces, ¿cómo era la relación de las mujeres anarquistas con los movimientos que se autodenominaban feministas?

Ahí la relación es compleja porque las anarquistas dicen explícitamente “Nosotras no somos feministas.” Porque, en ese momento, el feminismo que había era de burguesas, que luchaban por el derecho al voto en los derechos políticos, por ejemplo, y las anarquistas no iban por ese lado.

Sin embargo, ni las feministas eran tan remilgadas, ni las anarquistas dejan de ser, a los ojos de hoy, recontra feministas. Porque, por ejemplo, las anarquistas discutían en ese entonces cosas como la distinción de la reproducción del goce. Encontrar un momento para empezar a decir que también hay un placer sexual y no solamente una máquina de parir hijos. Ahí entra en juego el papel de las historiadoras que, a lo largo de los años, han puesto en palabras todos estos debates que se daban en aquel entonces y, al traerlos al ahora, nos revelaron un mundo que aún hoy podemos seguir explorando.

¿Qué pasaba con el caso de la homosexualidad, la heterosexualidad? ¿Cuáles eran las posturas que se tomaban en eso durante lo que vos estudiaste?

Términos como “homosexualidad” y “heterosexualidad” están siendo construidos entre el siglo XIX y el XX. Una identidad orgullosa de ser homosexual es un producto del siglo XX. Lo que a mí me gustaría reivindicar es que, a pesar de que hay una izquierda patriarcal, misógina, homofóbica, que no puede ver la relación de lesbianas, también hay zonas de las izquierdas donde hay un terreno compartido por feministas, socialistas, anarquistas, comunistas, librepensadores que también son interesantes, médicos progresistas.

Ahora, eso no quita que en un periódico anarquista en los años 20 se insulten diciendo homosexual o que se utilice en el mismo sentido el término “sodomita”. Hay mucha dificultad para poder pensar algo que salga de la dicotomía también de lo binario, del mujer o varón. Pero las personas trans o travestis, sin ese nombre, ya existían y estaban tratando de tener una vida vivible en un mundo que todavía es muy difícil.

Entonces, ¿qué vas a encontrar en las izquierdas? Si, mucho discurso homofóbico y muchas zonas de libertad sexual también.

El trabajo de Laura Fernández Cordero y el equipo del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas puede consultarse en la siguiente página web.

whatsapp logo