Historia

Archivaron la causa por la apropiación del terreno de la Fundación Fernández

Poco antes de comenzar la década del 90, las hermanas Fernández, de edad avanzada, tenían todo estipulado. La mayor de ellas, Esther, que había tenido desde muy joven problemas de salud, moriría primero y le dejaría a la menor, Delia, la casa en la que vivían. Esto le aseguraría una vida tranquila y un buen pasar.
El inmueble, ubicado en una esquina entre las calles Alberti y Pirán, en la localidad de Ituzaingó, lo habían heredado de sus padres, José Antonio Fernández y Generosa Iravedra, quienes habían comprado la propiedad en el año 1942.
Según cuentan los vecinos, luego del fallecimiento de sus progenitores, la casa compartida entre ambas era un lugar de encuentro para muchos chicos del barrio, ya que contaba con un parque muy grande y, además, las hermanas se preocupaban por ellos y les ofrecían gratuitamente apoyo escolar.
En 1989, Delia se enferma gravemente y muere. Como las hermanas eran solteras y sin descendencia directa, Esther se vio obligada a cambiar los planes y pensar el destino de sus bienes. En ese momento, decidió hacer un testamento y legar su propiedad para la creación de una institución sin fines de lucro, que albergara a chicos menores de diez años, en situación de calle.
En 1991, cuando ambas ya se encontraban fallecidas, Virgilia, una prima lejana, contacta al Dr. Atilio Signorelli Gallo para hacer cumplir el testamento. El sueño de Esther se hace realidad en octubre de ese mismo año, cuando nace la “Fundación Delia y Esther Fernández”.
Según cuentan las familias del barrio, la voluntad de Esther era que, en caso de liquidación de los bienes, el terreno pasaría a manos del Club Fragio, ubicado frente al hogar.
Esto mismo se ve plasmado en el art. 17 del Estatuto de la Fundación, donde consta: “El Consejo de Administración por unanimidad podrá decidir la disolución de la fundación, siempre que no se pueda cumplir en absoluto con los objetivos de la misma (…) los bienes remanentes se destinarán al Club Manuel R. Fragio, con domicilio en Manuel
Alberti 1075 de Ituzaingó”.
Los primeros años.  Al comienzo, la institución resultó ser una gran novedad para el barrio y llegó a albergar a alrededor de veinte chicos huérfanos.
La administración de la misma se encontraba en manos de la familia del Dr. Signorelli Gallo, que recibía una asistencia económica por parte de los Ministerios de Minoridad tanto de la Provincia de Buenos Aires como de la Nación.
Además de la ayuda que recibían del Estado, los vecinos del barrio también colaboraban, aportando una cuota mensual o participando como padrinos –en el año 2000, el número de socios ascendía a 300.
Algo comienza a cambiar. Casi quince años después, hacia 2006, todo cambió. Según comentan en el barrio,
ya no se veía entrar chicos e incluso el hogar parecía abandonado. Esta situación fue confirmada por los Directivos del Club Fragio cuando, al realizar una chocolateada, deciden invitar a los niños y se encuentran con que efectivamente estaba cerrado y nadie respondía a los llamados.
Un plan parecía estar en marcha. Con fecha octubre de 2007, se produce una reforma en el Estatuto Social de la Fundación. Como publicó La Ciudad en una nota del 27 de septiembre de 2013, se puede leer en la misma lo siguiente: “Reunidos los miembros del consejo de administración (…) expone el Dr. Signorelli Gallo que debido a los cambios en el Estatuto de la Fundación Delia y Esther Fernández, Los bienes de la fundación están integrados por el bien inmueble de la calle Piran: Circ V sección E Matanza 408a Parcela 22b” V) Facultades del Director”.
Dentro de las potestades que se le reconocieron al Director, se lo autorizó a comprar y vender en nombre y representación de la fundación. La modificación plantea, en primer lugar, que la institución es propietaria sólo de un tercio de los terrenos de las Fernández (el lote original No 22 se subdividió en 22 a, 22 b, 22 c) y en segundo término, autoriza a Dr. Atilio Signorelli Gallo a liquidar las tierras y venderlas.
Algo llamativo sucedió en enero de 2008. Lucas Collet Moschitta, el agrimensor que realizaba la subdivisión del inmueble de la calle Piran, compró la parcela 22c por un precio irrisorio. El vendedor resultó ser su suegro, Atilio Signorelli Gallo, Director de la fundación y padre de su esposa, María Signorelli Gallo, Secretaria de la institución.
Tras la venta, el terreno original de las hermanas pierde un tercio de sí. Sólo unas semanas más tarde se produce finalmente la venta del lote 22 a Ana María Casanova, esposa del Dr. Signorelli Gallo y miembro también de la Fundación, quien vende el terreno mencionado a su otra hija, Gabriela Signorelli Gallo. El valor aproximado de la venta, $55.000.
Con esta última venta, quedaron en evidencia las maniobras efectuadas. Por un lado, las hijas de Signorelli Gallo se quedaron con dos tercios de la propiedad de las hermanas Fernández. Por el otro, la Fundación que albergaba a chicos huérfanos se disolvió y el Club Fragio no recibió las tierras que le habían sido destinadas.
La investigación. El reclamo formal para que se investigue la situación de la Fundación fue presentado por el Club Fragio –quien originalmente sería destinatario de sus tierras– en el año 2012 ante el Consejo Deliberante de la Municipalidad de Ituzaingó. El informe detallado de las maniobras llevadas a cabo por la familia Signorelli Gallo fue a la Fiscalía de Instrucción Penal con jurisdicción en Ituzaingó.
A fin de conocer los avances en el caso, La Ciudad se dirigió donde se encuentra la causa, la Unidad Fiscal de Investigación (UFI) N° 2 de Ituzaingó, a cargo de la Dra. Natalia Narmona Luppi, y se encontró con que la misma se encuentra archivada desde junio del 2014 por “falta de pruebas o pruebas insuficientes”.
Nueve años después de que la institución cerrara como fundación de albergue para chicos huérfanos o desamparados y de que su terreno fuera subdividido y vendido (dos de sus tres lotes) a quienes tenían en sus manos la administración de la misma, la causa en la que se investiga qué paso con el inmueble de las hermanas Fernández quedó archivada y los responsables impunes.
Club Fragio, destinatario del terreno. Al momento de nacimiento de la Fundación, no se había establecido el destino
de las tierras. Esto sucede recién en 1997, cuando la Dirección de Personas Jurídicas de la Provincia de Buenos Aires obliga a proponer una institución destinataria. Sin embargo, una modificación posterior del Estatuto, lo desapodera en beneficio del Círculo Médico de Morón, Hurlingham e Ituzaingó y deja al Club Fragio sin el legado.
El archivo de la causa, demuestra una vez más, la falta de compromiso de la justicia con la sociedad. Las pruebas de la apropiación fueron pacientemente recolectadas por el Dr. Sebastián anguinetti (hoy director del La Ciudad) y presentadas al Concejo Deliberante par que se realice la denuncia.
Escrituras, boletos de compraventa, actas societarias y una multiplicidad de testimonios, daban cuenta de que
el Dr. Signorelli Gallo, se apropió de los terrenos de la fundación y se los vendió a sus propias hijas. Nada faltaba,
más que la voluntad de la Fiscal Dra. Narmona Luppi para avanzar en la investigación e intervenir la Fundación
para devolverle los terrenos a sus legítimos dueños. Pasó todo lo contrario: la funcionaria hizo la vista gorda y “los miserables” (una orquesta afamada de vivos y letrados) tal como titula la nota original, ( https://laciudadweb.com.ar/OLD/los-miserables-investigacion-exclusiva-de-la-ciudad-sobre-el-destino-de-los-terrenos-de-la-fundacion-delia-y-esther-fernandez) consumaron su despojo a la vista de todos.
 

Diario La Ciudad

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