El bandoneón, ese “dragón que respira”: Una charla con el músico Lautaro Echevere

El bandoneón, ese “dragón que respira”: Una charla con el músico Lautaro Echevere
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“El bandoneón tiene como un aire de misterio. Me atrae muchísimo esa cosa de que el bandoneón es como que ‘respira’. Es un instrumento que se acciona con aire, que está en constante movimiento. Entonces, es como un pulmón gigante, un dragón musical, afirma Lautaro Echevere (28) bandoneonista de Morón e integrante del Blas Martínez Riera Grupo, la agrupación llevada adelante por los hijos de uno de los padres fundadores del chamamé, Blas Martínez Riera, que ya lleva cuatro discos de oro y un platino ganados en su trayectoria.

Además de su participación con un grupo emblemático del chamamé, Echevere se dedica también al tango en el proyecto Piedra Libre y también como solista. Más allá de los géneros ligados a la tradición argentina, el músico se dedica a una mezcla de estilos celta y folclóricos en Mareterra y colabora como invitado en grupos de rock nacional.

En diálogo con La Ciudad, Lautaro Echevere repasó su trayectoria musical, sus futuros proyectos en solitario y en grupo, la importancia de las miradas frescas en ámbitos más conservadores y la mística que atañe al bandoneón, un ícono de la argentinidad que no se achica frente a los nuevos estilos.

¿Cómo fue tu primer acercamiento a la música?

La realidad es que, al terminar el secundario, me puse a estudiar medicina. Hice casi dos años y, cuando estaba terminando el primero, empecé a aprender a tocar la guitarra para combatir un poco el estrés de la carrera, como un hobby. Y llegó un momento en el que me di cuenta que la medicina no era para mí, no me estaba gustando; así que dejé de estudiar, pero mantuve las clases de guitarra.

Como yo no tengo a nadie alrededor ni en mi familia que se dedique a la música, me puse a investigar dónde podía estudiar para hacer de lo que me gusta, una carrera. Así me anoté a la Escuela de Música Popular de Avellaneda y en el Conservatorio Piazzola, en simultáneo.

Entre tantos instrumentos, ¿por qué elegiste el bandoneón? ¿Qué significa para vos?

Hace ya cuatro años que pude acceder a comprar el bandoneón y eso fue un cambio drástico. Pero creo que siempre me gustó. Desde chico, escuchaba muchísimo Piazzola, y el bandoneón me voló la cabeza. La elección del instrumento me parece que fue algo inconsciente, que estaba ahí presente en mí desde hace tiempo.

En cuanto a qué significa para mí…Yo creo que el bandoneón tiene como un aire de misterio. Me atrae muchísimo esa cosa de que el bandoneón es como que “respira”. Es un instrumento que se acciona con aire, que está en constante movimiento. Entonces, es como un pulmón gigante, un dragón musical. Además, me encanta el sonido, y un poco todo lo que el instrumento representa para la Argentina.

“Creo que es importante tener en cuenta la idea de lo que es el tango y desmitificar ese concepto que se tiene de él como ‘un género fuera de época’, o algo estrictamente patriarcal y machista. Está bueno renovar todo eso. El tango invita a una introspección muy grande y eso me encanta.”

Lautaro Echevere sobre el lugar del tango en la actualidad.

Tenés una amplia trayectoria que, además, es muy diversa en los géneros musicales. ¿Por qué decidiste dedicarte al tango y al chamamé?

Creo que, más que una elección, fueron cosas que se dieron. El bandoneón es un instrumento emblemático del tango, así que tarde o temprano iba a virar para ese lado. Además, está bueno aprender el estilo en el que más se desarrolla el instrumento, porque tiene más referentes, muchísimas personas que se han dedicado a estudiarlo y a dar lo mejor de sí con el bandoneón. Es importante intentar ser un buen ejecutante. Pasar por los más variados tangos está fantástico, porque es un género que tiene mucho para dar.

¿Qué lugar creés que tienen hoy el tango y el chamamé?

Creo que es importante tener en cuenta la idea de lo que es el tango y desmitificar ese concepto que se tiene de él como “un género fuera de época”, o algo estrictamente patriarcal y machista. Está bueno renovar todo eso. El tango invita a una introspección muy grande y eso me encanta.

Y al chamamé yo lo descubrí de más grande, cuando entré a participar del Blas Martínez Riera Grupo. Es un estilo distinto y el público también es diferente. Es un cambio total pasar del tango ala chamamé. Los espacios donde se tocan también son distintos. Además, el chamamé significa mucho, ocupa un enorme lugar para la gente que lo mamó desde siempre. Es un género que atraviesa mucho a su gente, del litoral, de Corrientes, Chaco, Formosa… Todas esas personas que vienen de otras provincias para acá añoran mucho más su música y se ponen muy felices cuando alguien la toca en Buenos Aires.

Se genera un ambiente muy cálido, mucho más amigable; la gente te recibe de una forma diferente cuando vas a tocar chamamé.  Creo que el género significa calidez, un amor por la música que es muy diferente de otros estilos.

Por otra parte, creo que, en ambos géneros, entra en juego el qué querés representar vos como artista, si querés quedarte en el sector más conservador o apostar a cambiar las cosas. Por eso aparecen los tangos feministas, por ejemplo. Hay cosas que es obligatorio repensar, para cambiar las letras, la manera de tocar. En el chamamé todavía está muy presente la cuestión más tradicional: En las bailantas es muy raro que dos chicas o dos chicos se pongan a bailar, por ejemplo, así como en muchas milongas (donde se baila tango). Son cosas que hay que ponerse a reflexionar.

Lautaro Echevere forma parte del grupo emblema del chamamé, Blas Martínez Riera Grupo, llevado a cabo por los hijos del ícono nacional.

La verdad es que, actualmente, tenemos grandes cambios que se están dando en esos espacios y que no dejan de despertar ciertas resistencias. Como el hecho de que se presenten personas trans en la Fiesta Nacional del Chamamé; o la coreografía de los hermanos Posse, por ejemplo, en la que “dos gauchos” se besaron… ¿Cómo creés que conviven esas resistencias con las luchas por cambiar los panoramas?

Yo creo que, en el fondo, es una lucha de generaciones. Son años críticos en donde cada sector está tratando de “defender lo suyo”. Lo que pasa es que no son discusiones musicales, sino sobre la huella que querés dejar vos en el género, en el escenario. Se están moldeando los estilos, y para hacer cambios hay que pelearla, discutir el tema.

Con la coreografía de los Posse, por ejemplo, salió a la luz la gran homofobia que está internalizada en el género. Por eso creo que es importante tomar consciencia de que, cada vez que unx se presenta, no estás “simplemente tocando”, sino que siempre estás demostrando algo, ya sea una línea más “a favor” de lo tradicional, o para el lado de la renovación de las cosas.

Recién mencionabas al Blas Martínez Riera Grupo, ¿cómo llegaste a formar parte de él?

Llegué al grupo porque su líder, Blas Martínez Riera (hijo) estaba buscando bandoneonista. Un día vi la convocatoria y me presenté para ensayar en su casa. Pero le dije que yo no tocaba chamamé, así que me pasó unos temas, todo en audio porque no hay partituras en el chamamé, es algo poco común. Así que es mucho trabajo de escuchar y tocar, a diferencia del tango, donde sí hay mucho material escrito.

Después de ensayar, les terminó gustando cómo tocaba, nos empezamos a hacer amigos con los miembros del Blas Martínez Riera Grupo y a armar un repertorio. Ellos de por sí tienen un repertorio inmenso, porque llevan muchos años de trayectoria. Así que yo me sumé para brindar “un plus” al grupo consolidado y empezamos a salir a tocar.

Además, también está la realidad de que a mí me toca hacer la parte de un ícono total del género, que es Martínez Riera (padre). Es un compromiso enorme y muy hermoso que sus hijos, Blas y Ernesto (quienes llevan adelante hoy el grupo) me hayan confiado eso a mí. Es un gran desafío. Con el chamamé aprendo y aprendí muchísimo.

Con ellos también hicieron una presentación en el 2022 por la entrega del Diploma de Honor al músico Blas Martínez Riera. ¿Cómo fue esa experiencia?

El hecho de haber recibido ese emblema cultural se debió a que el grupo se contactó con el Senador de Misiones, contándole un poco el portfolio de Blas (padre), quien era misionero, y de la continuidad de su legado que están haciendo sus hijos. Y así se les otorgó el mérito, que es una certificación de honor que se hace una vez por año y que se la han brindado a muchísimas celebridades del arte, del deporte, etc.

Cuando fuimos, nos atendieron muy bien, nos hicieron un recorrido guiado mientras esperábamos para salir a tocar…Fue una experiencia hermosa esa parte también, porque el Congreso es un trozo de cultura muy grande, un lugar emblemático. Y después tocar allí, en ese espacio, para todas las personas representantes del género y de la provincia que estaban ahí, fue digno de recordarse.

“Quiero ver qué pasa cuando el bandoneón se junta con géneros inesperados, tejiendo estilos, abriendo puertas a cosas desconocidas.”

Lautaro Echevere sobre la inclusión del instrumento en los diversos estilos musicales.

Más allá del tango y del chamamé, también te dedicás a una fusión celta con folklore, rock sinfónico y demás en el grupo Mareterra. ¿Qué podés contarme de ese proyecto?

Mareterra es un proyecto que ya tiene como diez años de trayectoria, y yo me sumé hace muy poquito al grupo. Ellos buscaban un acordeonista en realidad, pero me presenté yo con el bandoneón y les copó la onda. Nos pusimos a ensayar y ahora salimos todos juntos, como algo más consolidado.

Es un grupo más descontracturado y que se mueve en toda una movida distinta a lo que yo venía haciendo. Algo así como “la vereda opuesta” a la cosa más tanguera. Por ejemplo, nos vamos a presentar pronto en una fecha en Palermo dedicada a la fiesta de San Patricio, con cervezas, duendes, tréboles de cuatro hojas…todo muy diferente.

Además de todos estos proyectos grupales, también tenés pensado lanzarte como solista. ¿Cómo vivís esa experiencia?

Hace rato que quería encarar algo más en solitario. Porque, además de participar en mis grupos estables (Blas Martínez Riera, Mareterra, Piedra Libre Tango), también hago colaboraciones con otros artistas o bandas, como por ejemplo La Rebe, un grupo de rock nacional. Me gusta mantener un poco las dos cosas, porque el trabajo grupal es una cosa hermosa y gigantesca, pero también está bueno poder tener esa independencia de manejarme por mi cuenta. Tengo ganas de probar mis ideas, mostrarlas, mostrar mi manera de tocar.

Por el momento, me encuentro intentando cerrar una estética, que va en línea con un repertorio de tangos convencionales, mezclados con temas propios, que serán presentados más adelante. Para empezar, en las primeras fechas de mi presentación solista, voy a dedicarme a los tangos clásicos. Sin embargo, para el futuro, me encantaría hacer algo más de la estética urbana, con los recursos del live looping, una onda Juana Molina, por ejemplo, y agregarle un bandoneón a todo eso.

Quiero ver qué pasa cuando el bandoneón se junta con géneros inesperados, tejiendo estilos, abriendo puertas a cosas desconocidas.

¿Qué es lo que te inspira para componer esos temas propios?

La verdad es que tengo carpetas llenas de letras, anotaciones, borradores de partituras y todo eso que voy dejando asentado por ahí. A veces estoy en la calle y se me ocurre algo que me gustó, o estoy escuchando música y se me viene a la mente una melodía nueva y la registro en audio. Porque está el momento de la inspiración, algo más natural que “se da”, pero también está la parte de trabajar la pieza, usar los recursos que tenés, las técnicas. Y ahí quizás desaparece un poco esa fluidez y facilidad que aparece en la inspiración más inmediata. Es otra cosa. Yo creo que un buen trabajo tiene una combinación de las dos cosas: Un poco de creatividad y un poco de técnica.

Hay canciones mías que están en la línea de tener letras tangueras más actuales, y a veces se me ocurren cosas en un momento dado, pero las termino trabajando más adelante.

También el bandoneón es un instrumento que te invita mucho a reversionar, a adaptar todo tipo de canciones. Hay que cambiar muchas notas, muchos arreglos para hacer, por ejemplo, algo que Spinetta hizo con la guitarra, pero en el bandoneón. Eso también te incita a mantener activa la creatividad, pero también la constancia de trabajo.

Más allá del proyecto como solista, ¿cuáles son tus próximas presentaciones?

El 17 de marzo nos vamos a estar presentando con Mareterra en CABA en Recoleta y Nordelta. Al día siguiente, tengo una fecha como invitado en Palermo con La Rebe. También, para abril, voy a estar por Ituzaingó en Parque Leloir con Mareterra el 13. Y el 14 de abril, con el mismo grupo, nos estaremos presentando en Torrepueblo, Benavídez.

Para más información sobre futuras fechas, visitar las redes sociales del artista. Fotografía de portada: Florencia Belén.

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