El día en que un presidente se hizo dueño de Ituzaingó
Santiago Menu
Ituzaingó se ha convertido en un verdadero emblema de la zona oeste de la provincia de Buenos Aires. Miles de personas se acercan los fines de semana hasta la zona de Parque Leloir para disfrutar de su amplia oferta gastronómica y hasta incluso se dan una vuelta por la tradicional calle Martín Fierro para pasear.
El partido ha tenido un crecimiento exponencial y promete seguir en este camino en el futuro inmediato. Sin embargo, todo podría haber sido diferente en caso de que haya prosperado la idea de un Presidente de la Nación de adquirir para su propio beneficio los terrenos que componen buena parte del casco céntrico del municipio para utilizarla en su beneficio. En esta oportunidad, desde La Ciudad, contaremos la historia del momento en que este lugar tuvo la fuerte presencia de un verdadero prócer.
El personaje en cuestión es Nicolás Avellaneda, un hombre nacido en Tucumán el 1 de octubre de 1836, que se desempeñó como abogado, docente, filósofo, escritor, profesor y rector universitario. Con la asunción de Sarmiento al poder en 1868, este hombre tomó el cargo de ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, aunque tiempo después renunciaría con el objetivo de dedicarse con exclusividad a un proyecto político que lo conduciría a la presidencia en octubre de 1874.
Es importante señalar que, en 1861 Manuel Rodríguez, uno de los personajes claves en los primeros años de lo que hoy conocemos como el municipio de Ituzaingó, vendió todas las tierras de la parte nuclear del partido con el claro objetivo de subdivididas en manzanas, lotes, calles, plazas, plazoletas, espacio para edificios públicos y una estación del ferrocarril, en lo que se constituyó como el plano fundacional del lugar. Fue en ese momento en el cuál Avellaneda posó sus ojos en la zona y, sin lugar a dudas, se anticipó a lo que posteriormente se transformaría.
En una sociedad comercial que lo incluyó a Palemón Huergo y Teodoro Mora, el abogado tomó la determinación de hacerse propietario de 60 manzanas, en lo que hoy es considerado como el centro de la ciudad. Poco más de un millón de pesos fue lo que costó adquirir estas tierras en el incipiente pueblo.
Además de estas tierras, Nicolás Avellaneda supo obtener como patrimonio 11 casas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, una propiedad en Mercedes y otra en Moreno, varias manzanas céntricas de Moreno y Avellaneda, como así también campos en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe y Uruguay. Una vez que falleció, este hombre tomó la determinación de otorgarle todos sus bienes a su esposa, quien los explotó junto a sus hij@s.
Con los años, la familia loteó y vendió todas las propiedades a un valor significativamente mayor al precio original. El dato que ya tenía Avellaneda junto a sus socios al comprar y que aumentaría el valor de las tierras, era que el ferrocarril llegaría a Ituzaingó, lo que finalmente sucedió.
Nicolás Avellaneda ha sido un símbolo en las épocas posteriores a la Revolución de Mayo. En muchas de las escuelas del país, su nombre aún es recordado y compartido entre millones de niñ@s. Lo que no muchas personas sabían es que este político importante en la historia de nuestro país supo adquirir terrenos sumamente relevantes al interior del partido de Ituzaingó y hacer un buen negocio con información privilegiada.