Escritorxs del Conurbano: Hoy, Darío Vicente Soto

Escritorxs del Conurbano: Hoy, Darío Vicente Soto
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¿Quién no ha dicho que la literatura lo salvó? Yo digo que la literatura me problematizó y que, precisamente eso, me permitió seguir por este camino que no es más que una búsqueda que puede que no lleve a ningún lado”, define Darío Vicente Soto, escritor de Guernica que se dedica al arte en versos “todos los días de su vida”.


La Ciudad conversó íntimamente con el autor del poemario “Castillos en el aire” (2019) acerca de sus primeros pasos en la escritura, su relación con sus “escritorxs de cabecera”, su opinión sobre el mundo literario y su constante necesidad de perfeccionarse.


¿Cuándo empezaste a escribir?


Comencé tarde y sin darme cuenta. Mi paso por la escuela secundaria no me despertó interés por nada. Una vez acabada esa etapa, y al estar más solo que el diablo en relación a lo que podríamos llamar “una idea de literatura”, tardé en darme cuenta que el escribir era algo que cualquiera pudiera hacer.
Fue entonces alrededor de los 18 años que empecé a garabatear mis primeros versos y, gracias a la motivación de un amigo que conocí en la facultad de filosofía y letras, di con la confianza suficiente para no detenerme. Desde ese momento escribo todos los días de mi vida.

¿Cuál es tu opinión de lo que se conoce como “el mundo de la escritura”?


No estoy capacitado para hablar haciendo referencia a “un mundo de la escritura”. Mi tarea siempre fue una labor individual. Nunca he participado de manera formal en ningún grupo de lectura o de escritura o cosa de ese estilo. No estoy seguro de cuáles son los motivos de mi rechazo a este respecto, si acaso hay alguno. Por el momento, siento que no los necesito y no los necesité. No obstante, soy consciente de la necesidad de la cooperación para hacer de la escritura una actividad que se mantenga en constante crecimiento. Ese es un punto que sé que debo mejorar, pero, al mismo tiempo, me mantiene en una relación de tira y afloje con el tema de la escritura.


Se me vienen preguntas del estilo ¿Qué es lo que significa ser un escritor? Ser publicado, ¿qué tan importante es? ¿El ser leído? ¿El tener un público? ¿Tener sobre qué escribir? ¿Tener por qué escribir? Cuestiones que cada vez que me detengo a pensarlas quedan sin respuesta. Por lo general, termino concluyendo que todas estas preguntas son inútiles, que incluso el escribir también lo es.

¿Cuál es el primer libro que recordas haber leído? ¿Qué impresiones te llevas de ese primer encuentro?


Creo que fue “El túnel” de Ernesto Sábato. Ese al menos fue el primer libro que recuerdo haber leído con seriedad, con gusto y hasta con placer dramático. Recuerdo haber leído un pequeño fragmento desde una fotocopia muy precaria, y después tener el propio libro entre manos como si se tratara de un objeto con un valor inconmensurable.

Pero antes de eso, siempre tengo presente las lecturas que mi madre me hacía de los cuentos de Horacio Quiroga, “La gallina degollada” “El almohadón de plumas” “La tortuga gigante”, son historias que de algún modo me marcaron y creo no poder olvidar.


Ahora bien, ¿quién no ha dicho que la literatura lo salvó? Yo digo que la literatura me problematizó y que, precisamente eso, me permitió seguir por este camino que no es más que una búsqueda que puede que no lleve a ningún lado. Pienso que es necesario ser consciente de este problema. Creo que aquel que tiene una meta muy clara, por lo general, termina turbando su propio camino. A veces es mejor que las cosas surjan con espontaneidad, sin pensar tanto en los resultados o en las utilidades.

“Tengo en mente la idea de que nunca se lee el mismo libro, por más que se esté leyendo el mismo libro.”

Darío Vicente Soto sobre sus lecturas.

¿A quiénes consideras tus “referentes” en lo literario? ¿Cuáles son tus influencias?


Con respecto a esta pregunta podría presentar una larga lista de autores. Mencionaré los primeros que me vienen a la mente: Nietzsche, Dostoievski, Sábato, Cioran, Borges, Pizarnik, Sbarra, Vilariño, Bolaño, etc. Sé bien que estoy mezclando demasiados nombres; es casi seguro que es producto del desorden de mis lecturas.
Pero volviendo a la pregunta, con todos estos escritores, coincido en que, si hay algo que les debo, eso es segundas o terceras relecturas. Eso es una constante, siempre que leo algo nuevo me reclamo el haber abandonado a mis autores de “cabecera”, por decirlo de algún modo. Sobre todo, porque tengo en mente la idea de que nunca se lee el mismo libro por más que se esté leyendo el mismo libro.

¿Por qué decidiste dedicarte a la poesía? ¿Qué significa este género para vos?


Porque lo siento como un espacio en el cual puedo moverme sin tener ninguna atadura o limitación impuesta desde algún afuera. En tanto qué me significa el género, me tomo la libertad de responder con un relato que escribí hace un tiempo. El título es “Poesía después de Auschwitz” y va de tal modo:

—Creo que la respuesta es “libertad”.
—¿Eso es lo que te da el escribir más que cualquier otra actividad?
—Exacto, compañera. Porque puede que incluso usted no exista en este momento. Puede ser otra persona. Puede ser mero invento mío. De mis palabras. Usted puede ser palabras y nada más.
Vos que justamente me reprochabas eso de que cuando escribo utilizo los nombres verdaderos de las personas que me rodean. Que uso amigos y conocidos como mis personajes. Déjame decirte una cosa. Por más que yo utilice tu nombre, no hablo de vos. Por más que yo utilice tus señas, tus características, tus palabras, no hablo sobre vos. No debes tener ese pensamiento errado. La ficción toma cosas de la realidad, pero no deja por eso de ser ficción. Vos, ni nadie, son un personaje que yo pueda escribir. Sé que la literatura tiene poderes, pero no son tantos. No puede manejar a seres reales. No puede comprometer a nadie a hacer algo que no quiera hacer. Los personajes ficticios no existen.
Piénsalo de esta manera. Ya pasaron miles de guerras y vendrán otras miles a machacarnos por completo. A estas alturas no debemos olvidar qué es lo real y qué no. Así que, cuando estés escribiendo, siéntete con la mayor libertad posible. Haz de tus personajes una completa locura. Disfrútalos al máximo. Porque escribir es eso. Escribir es la única libertad que nos queda.

¿Cómo fue la experiencia de sacar tu primer poemario “Castillos en el aire”?


Problemática. Tuve muchas dudas. E incluso hoy en día aún no me siento conforme en su totalidad con nada que he escrito allí. No obstante, siento satisfacción, una satisfacción contradictoria, claro está, con todo lo que me significó el poder plasmarme de tal manera. Nunca olvidaré aquel libro.

De tu propio material, ¿Cuáles son tus escritos favoritos y por qué? ¿Cuál es tu último trabajo?


No tengo escritos favoritos, quizás algunos pocos que aún me siguen sorprendiendo de que hayan salido de mi pluma o de mi computadora. Siento que quizás di con alguna idea o imagen mínimamente lograda. Pero no mucho más que eso.
Mi último trabajo es otra edición de autor, donde recojo pequeños micro relatos.

¿Qué consejo le darías a unx escritorx del conurbano que quiere comenzar a publicar sus escritos?


La parte “clásica” de mi persona le diría que no se apure, que todo llega a su tiempo, que dedique el “mientras tanto” a perfeccionar su escritura y su obra. La otra parte de mí, más caótica y rebelde, le diría que se la juegue y que haga suya toda oportunidad.

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