Escritorxs del Conurbano: Hoy, Guillermo Cácharo

Escritorxs del Conurbano: Hoy, Guillermo Cácharo
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“El conurbano al que pertenezco significa para mí una tensión constante (estimulante y conflictiva a la vez) con la centralidad y hegemonía de la Capital”, sostiene Guillermo Cácharo, escritor residente en Castelar y autor de novelas, cuentos, poemarios y diversas obras de teatro.

A lo largo de su trayectoria, Cácharo recibió distintos galardones, tales como el premio de la Secretaría de Cultura de la Nación por “No había luna esa noche” (Simurg, 2000), dos de cuyos relatos fueron a su vez premiados en el Concurso Internacional de Cuentos “Juan Rulfo” (Francia) y en el Concurso del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires. Además, el escritor coordina el taller EXLIBRIS, de lectura y análisis literario.

Actualmente, se encuentra trabajando en un próximo libro de cuentos y terminó de escribir una nueva novela, “Canción de vísperas”, que espera publicar pronto.

La Ciudad conversó con Guillermo Cácharo acerca de las experiencias entre el conurbano y la Capital, sus inicios reiterados en el oficio de escribir, sus publicaciones a lo largo de los años, los futuros proyectos, inspiraciones e influencias.

¿Cómo fue tu llegada al oeste?

En realidad, yo nací en Capital Federal, pero mi familia se mudó al oeste, a Ituzaingó, poco después de que cumplí 6 años. Y dos años después (en febrero de 1970) vinimos a Castelar, de donde no me fui nunca. Justamente en Castelar habían tenido su primera casita mis abuelos maternos, en la década de 1920 (y luego se fueron mudando por otros varios lugares). Así que, venir aquí fue una especie de regreso, hasta sentir que soy de acá y “accidentalmente” porteño, ja.

¿Cuándo empezaste a escribir?

Empecé a borronear poemas y cuentos en la secundaria y tuve profesores que me alentaron cuando leyeron lo que escribía. Pero luego puse en pausa la escritura, aunque siempre fui un lector voraz, así que la literatura era parte permanente de mí.

Volví a escribir en los 90, ya con deseo de hacerlo regularmente, después de terminar la carrera de Letras. En esos años fui escribiendo los cuentos que se publicaron en mi primer libro “No había luna esa noche”.

La idea de influencia me parece mucho más amplia que la semejanza estilística”, reflexiona Cácharo.

¿A quiénes considerás tus “referentes” en lo literario? ¿Cuáles son tus influencias?

No podría hacer una lista, sería enorme y siempre faltaría alguien. Todo lo que he leído influyó en mí y, de alguna forma, mayor o menor, estará actuando en cada momento en que escribo. Como todo lo escuchado, visto y vivido. ¿no? (Lo que no significa que sepa aprovechar eso de la mejor forma en la escritura, ja. Sería formidable que ocurriera).

Si por influencia se entiende cercanía de estilo o tratamiento de una temática, en todo caso es algo que podrá reconocer mejor quien lee. Me han dicho que algún cuento tiene un aire a Carver, pero otros no se parecen en absoluto; o que en ciertos poemas resuena algo de Juan L. Ortiz, o Pizarnik, o Gelman, y otras relaciones.

Ojalá en cualquiera de ellas me tocara algo de su maestría. Pero, en verdad, la idea de influencia me parece mucho más amplia que la semejanza estilística, por eso dar nombres de escritoras y escritores sería, por suerte, inagotable.

¿Qué significa el conurbano para vos? ¿Por qué creés que es importante que exista el conurbano como escenario diverso para las distintas expresiones artísticas?

En primer lugar, creo que no hay un conurbano, sino conurbanos. Entiendo que, en términos de condiciones y posibilidades materiales, sociales, culturales, etc., hay diferencias importantes según pensemos en primer o segundo cordón, así como si pensamos en conurbanos del sur, del oeste o del norte.

Más allá de esa distinción (y de que no conozco toda esa diversidad), el conurbano al que pertenezco significa para mí una tensión constante (estimulante y conflictiva a la vez) con la centralidad y hegemonía de la Capital. Es decir, al menos en lo artístico, en lo cultural, para esa hegemonía de Capital somos periféricos, pero, a la vez, no estamos suficientemente lejos como para que nos resulte sencillo producir reconociéndonos como nuestro propio centro, y que se consolide la mirada de los públicos locales hacia acá, hacia lo cercano.

Por eso, me parece admirable e imprescindible todo lo que se hace, el empuje que aquí tiene todo lo artístico (música, teatro, literatura, artes plásticas, etc.).

¿Qué pensás del ambiente literario del conurbano? ¿Creés que, en el mercado editorial, lxs escritorxs del conurbano están ganando terreno?

Creo que hay una gran producción literaria y felizmente diversa en géneros, en estilos, en filiaciones generacionales de quienes escriben. No conozco en detalle cuánto mercado editorial local existe, pero tengo la sensación de que en eso hay algo para seguir construyendo, porque la mayoría de quienes, escribiendo en el conurbano adquieren renombre, lo hacen a través de editoriales centrales, de Buenos Aires.

El último trabajo publicado de Guillermo Cácharo es “forastero de mí (y otros poemas reunidos)”, cuatro poemarios condensados en un libro, escritos en diferentes momentos entre 2003 y 2021. Disponible en librerías.

Teniendo en cuenta que también te dedicás a la música y a la fotografía, ¿Cómo ves la confluencia entre música, imágenes y literatura en tu obra?

Estoy convencido de que la literatura en general y, dentro de ella aún más claramente la poesía, es un arte a la vez verbal, sonoro y visual. El texto literario “dice” con las palabras por lo que significan, también por su cadencia y su ritmo, y por los efectos que produce su distribución en el espacio visual de la hoja impresa. Así que creo que eso vale para toda obra literaria.

En particular, en mi caso al escribir siempre tuve en cuenta la sonoridad. Lo visual tal vez más en la poesía. Pero en los últimos años, para escribir narrativa, configuré en la compu un formato de página y tipografía similares a cómo podría quedar editado el libro, y así decidir algunas cosas considerando también el aspecto visual del texto.

De tu propio material, ¿Cuáles son tus escritos favoritos y por qué? ¿Cuál es tu último trabajo?

No podría elegir favoritos, al menos no entre las cosas que he publicado o estoy intentando publicar. Las que no me conformaron para nada me encargué de perderlas, ja. Entre los textos de los que estoy satisfecho, pueden ser distintas las razones. Por ejemplo, si bien algunos cuentos del primer libro hoy los escribiría distinto, le tengo cariño por ser el primero, y por él recibí premios y conocí gente entrañable.

La obra teatral “Silvia en el espejo” tiene de especial que la escribí por invitación del Municipio para un ciclo de homenaje a madres de desaparecidos de Morón, y entre las escritoras, escritores, directoras y directores fuimos compartiendo el proceso. Una experiencia inolvidable.

Cronología de la furia” es una novela que trabajé durante muchos años y fue muy bien recibida. Con el resto igual, cada uno me es significativo por motivos diferentes.

Lo último que se publicó es “forastero de mí (y otros poemas reunidos)”, cuatro poemarios condensados en un libro, escritos en diferentes momentos entre 2003 y 2021. Hace unos meses terminé una novela, “Canción de vísperas”, que espero publicar pronto. Y estoy trabajando en un próximo libro de cuentos.

¿Dónde puede leerse tu obra?

El libro de poemas se acaba de distribuir en las librerías. Los anteriores hay que rastrearlos un poco, algunos deben quedar en librerías. Si quisieran buscarme en la web, en Facebook e Instagram me encuentran con mi nombre y apellido, ahí hay algunos textos que fui subiendo. Tenía un blog que discontinué, tal vez lo retome para actualizarlo; en ese caso lo avisaré en esas redes.

Para invitar a leer

En exclusiva desde La Ciudad, compartimos algunos textos de Guillermo Cácharo para que puedan adentrarse en su obra.

***

a veces me encuentro me sé

forastero de mí

la cosa parece buena es fascinante

descubrir con ojos extraños el paisaje

de siempre

aunque yo no sea buen guía de yo

qué bueno reírme de mi idioma

y que yo se ría del mío

claro que eso descubrir reír fascinado pasear sucede

si forastero soy turista

pero temo llegar a mí extranjero

inmigrante ilegal

y explotarme retener mi documento

excluirme

romperme la cabeza con una botella abrirme de una puñalada

porque así son las cosas así el territorio

y tengo que aprender que saber que no soy de aquí de mí

aunque no recuerde de dónde

fui exiliado

Fragmento de inicio de la novela “Cronología de la furia”

Esa era Mariela. Me mordí el labio, y después me llevé el puño hasta los dientes y mordí un dedo lo más fuerte que pude, más y más fuerte. Mariela era esa que estaba ahí en la cama, con cables y tubos que le entraban en el cuerpo inmóvil. En la nariz, la boca, el brazo. La boca de Mariela. Por la boca entraba un tubo gordo de plástico blanco que venía de otro tubo, grande, transparente, unido a un aparato con pantalla y en la pantalla cordones de luz palpitaban como látigos diminutos para que Mariela siguiera siendo. Miré los tubos de luz del techo; todo era tubo en ese lugar, la garganta era un tubo duro que se me iba atascando de piedras y dolía porque hacía fuerza allí, piedras y más piedras en la garganta hasta que bajé los ojos hacia los de Mariela, cerrados, inertes. Un nene hace esto, pensé. Un nene mata. Un nene deja en coma. Un nene de cinco años.

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