“Gran Hermano” y la bisexualidad: Cuando el prejuicio y la bifobia llegan al prime time de la tv
Melina Alderete
“No entiendo eso de la bisexualidad, me da un poco de asquito. Es rari…para analizar”. Esa fue la carta de presentación de Martina Stewart Usher, una de las participantes de la nueva edición de “Gran Hermano 2022“, el reality nacido en el 2001 que parece que ha evolucionado poco y nada en los más de veinte años de su primera edición.
Las declaraciones de Stewart Usher, la participante de 25 años oriunda de Tigre fue repudiada por varios famosos y famosas en las redes sociales, entre lxs que se encuentran personas del colectivo LGBT+, tales como Jey Mammón y Leticia Siciliani.
Sin embargo, no todo es color de rosa (ni violeta, ni azul, como la bandera del orgullo bisexual que fue creada hace nada más ni nada menos que 24 años) en la defensa de las personas bisexuales. Si unx se toma la molestia de leer los comentarios en los portales de noticias, en donde se enfatiza el apoyo de las figuras para con el colectivo disidente, pareciera que la futura mediática en ascenso tiene más adeptos y adeptas de los que se cree.
Frases como “coincido con ella” son de las más livianas que aparecen en el fin del scrolleo de notas que parecieran ser sobre el mal llamado “chimento” del momento pero que, en realidad, tienen otra cuestión de fondo: La bifobia y los prejuicios naturalizados.
“Ni medio hetero, ni medio gay”: Bisexual y punto
Sí, estamos adentrándonos a fines del 2022 y, justo cuando creemos que no hay que aclarar porque oscurece, que estamos todxs súper deconstruidxs y no necesitamos nada más, tenemos que ponernos a afirmar una vez más que la bisexualidad es una identidad consolidada.
Pero no es nada raro que, incluso en los tiempos que corren, cuando la bandera del orgullo está en cada esquina y se usa en cada marca habida y por haber para atraer a más y más clientela, se tengan que hacer estas salvedades. Recordemos que, en el 2016 (ayer no más) la Real Academia Española definía a una persona bisexual como “hermafrodita” o “alguien que alterna las prácticas homosexuales con las heterosexuales.”
Con este tipo de definiciones, ¿cómo no van a existir miles y miles de Martinas Stewart Usher? ¿Cómo no va a ser el colectivo bisexual uno de los más marginados e invisibilizados históricamente, junto con el colectivo travesti-trans?
La idea de que una persona bisexual “alterna las prácticas homosexuales con las heterosexuales” no es más que la materialización del prejuicio que se tiene acerca de lxs bi de que son seres promiscuos e infieles y que, para colmo, transmiten enfermedades relacionadas al sexo.
Al respecto, la escritora y activista bisexual española, Elisa Coll Blanco sostiene que, aún hoy, permanece “la idea generalizada de que la bisexualidad implica promiscuidad y vicio”. En su libro “Resistencia bisexual: Mapas para una disidencia habitable” (2021), Coll Blanco se toma el trabajo de desmitificar, uno por uno, todos los prejuicios que rondan a una identidad que tiene que estar constantemente reafirmándose ante un contexto binario y heteronormativo.
Disidencia, y a un alto precio
En respuesta a la definición errónea de la RAE hace pocos años atrás, Coll Blanco enfatiza: “La bisexualidad se define como la atracción hacia personas de más de un género o de mi propio género y otros. La idea de que las personas bisexuales son realmente heterosexuales u homosexuales, o que ‘la bisexualidad no existe’ es parte de la violencia bífoba”, concluye.
La bifobia es cualquier violencia ejercida sobre las personas bisexuales, por el mero hecho de serlo. Para Coll Blanco, la base más férrea de la bifobia, además de los mitos y prejuicios que no hacen más que atrasar mil años en materia de derechos, es la invisibilización: La no consideración siquiera de la bisexualidad como opción identitaria, su negación, su “no existencia” forzada.
“La bisexualidad no es una combinación de norma y disidencia, es disidencia. Y a un alto precio.”
Elisa Coll Blanco
Hoy “Gran Hermano” y Martina Stewart Usher están en boca de todo el mundo y son tapa en todos los portales. Pero, ¿cuántos de ellos realmente se atreven a cuestionar la bifobia, a ponerla de manifiesto, a desmitificar los dichos biodiantes?
Agradezco la ignorancia, el prejuicio, la osadía de la producción del reality por no editar este tipo de contenidos, no porque los celebre (más bien, quedó claro, todo lo contrario), sino porque permite, por un lado, visibilizar lo equivocadxs que están algunxs al creer que “hoy en día todo es diferente” y super gay-friendly (como si eso incluyera a todas las minorías sexuales e identitarias). Y, por otro, porque hace posible la bi-sibilización y reivindicación de una identidad que, incluso en la actualidad, sigue siendo de las más atacadas por la desinformación y el desinterés.