"Historias contadas en imágenes", Una presentación del Dr Alberto Luis Guercio
La galería de arte de Ituzaingó, ubicada en Soler al 200, comenzó a recibir desde las seis de la tarde a los vecinos ansiosos por conocer aquello que el Dr. Alberto Luis Guercio había anticipado como una “charla ilustrada con imágenes”. Cada vez el murmullo y las charlas de reencuentro eran más evidentes. Pero más notorio era que cada una de estas personas se conocía, que eran los “vecinos de siempre”, y es probable que nadie más que ellos conozca tanto la historia de Ituzaingó. O tal vez sí, el Dr. Guercio, quien se los hará recordar en primera persona con imágenes mostradas desde un proyector. Tampoco faltaron los jóvenes familiares de algunos vecinos ni pacientes del Doctor a los que él, atentamente, había invitado. Una de ellas era Natalia Cádiz, una antropóloga que en un pequeño cuaderno anotaba cada detalle que le parecía interesante. “Esta es la clase alta y antigua de Ituzaingó”, opinó mientras cada uno se iba acomodando en su lugar para que empiece la presentación.
Antes de empezar, Alberto Guercio agradeció a sus dos grandes colaboradores: la Dra. Graciela de la Mano y el Lic. Teodoro Sabbino; además, entre muchos otros, a Luis Guercio, hijo de su primo, quien hace 20 años le había presentado 3 fotos en blanco y negro de la plaza sur y que fueron una gran revelación de la fecha.
Guercio comenzó la presentación contando que Fragio (fundador de Ituzaingó) había convocado al diseñador de La Plata para que arme un plano de la futura ciudad. “En este plano dedicó una manzana entera específicamente a edificios públicos. Es la manzana de la escuela nº1, que para nosotros siempre va a ser la Bartolomé Mitre, ¿cierto?”, comenta el historiador mientras su público asiente atento con la cabeza y mira la foto que su colaborador Daniel Galst proyectaba.
También mostró imágenes, claro que todas en blanco y negro, de la plaza norte en 1910 (que en ese entonces era “Plaza Centenario”) y sus alrededores. Esta plaza en un momento había sido totalmente abandonada hasta que logró restaurarse. La imagen reflejaba a elegantes señoras junto a sus hijos con sombrillas que los cubrían del sol de enero. No faltaron las del taxista que en su mano tenía un rebenque: “Claro, dependiendo del barro que había, iban en el auto o en caballo”, cuenta el doctor generando al instante una carcajada en el público.
En un intervalo de quince minutos cantó Rubén Silva dos temas que se llevaron una gran ovación: uno de Enrique Guzmán y otro de Antonio Prieto. Eran las 19.30 cuando en medio de la interacción con el público, se refleja la barra de un bar que no permitía identificarse fácilmente: era el club GEI, ubicado sobre la Av. Rivadavia, a una cuadra de la estación. “Recién en 1935 los socios compraron la sede de Lavalle”, afirma Guercio. También se recordó la estación por donde pasaba el Ferrocarril Sarmiento. “Venían cuatro trenes por día. Y en cuarenta minutos llegabas de Ituzaingó a Once. ¡Cómo progresamos!”, dice en un tono de risa Alberto.
Un gran aplauso dio por terminada la presentación a la que asistieron los fieles e infaltables “vecinos de siempre”, desde aquel lugar que hace unas décadas era tan solo un descampado y ubicado en una manzana en la que sólo había una subcomisaría, una Iglesia, una escuela y un depósito de herramientas para el cuidado de la plaza. Desde aquel lugar que hoy en día es la Galería de Arte de Ituzaingó.
Por Rocío Juarez Cortese