Ituzaingó: hoy cumpliría años Darío Rivas, el vecino que denunció los crímenes del Franquismo
Enzo Ariel Resino
No muchos conocen esta historia, pero en el partido de Ituzaingó vivió gran parte de su vida Darío Rivas. Debió emigrar a temprana edad, su padre fue asesinado por el fascismo español y luchó incansablemente en búsqueda de verdad y justicia.
Cuando hablamos de Darío Rivas -su historia, su lucha y su legado- nos referimos al primer querellante español de la causa que investiga, desde la República Argentina, los crímenes cometidos durante la Guerra Civil Española y la dictadura de Francisco Franco. Este hombre, que debió dejar su tierra desde muy pequeño, vivió gran parte de su vida en Ituzaingó y desde allí emprendió su incansable lucha.
La infancia de Darío Rivas -nacido el 10 de febrero de 1920, en Lugo (Galicia)- en su España natal fue corta. Ese niño de apenas 9 años se vio obligado a dejar atrás su hogar, su tierra, y también a miembros de su familia: hermanos que se quedaron y su padre, Severino Rivas Barja. Es así como, en 1929, tomó un barco, acompañado por algunos de sus hermanos, que partió desde La Coruña y arribó en Buenos Aires.
En su adolescencia, ya instalado en Buenos Aires, llegaría otro de esos momentos que marcaría para siempre su historia. Una noticia, a través de una carta que llegó cruzando el Océano Atlántico, lo dejaría devastado: su padre, Severino Rivas Barja, aquel que se había quedado en España, había sido fusilado por un grupo de falangistas y sus restos enterrados en una fosa común. Estos hechos sucedieron el 29 de octubre de 1936, a tres meses de que Severino haya asumido como alcalde de Castro de Rei durante el gobierno de la Segunda República.
La búsqueda de verdad y justicia de Darío: un camino que le permitió recuperar los restos de su padre
Fue luego de conocer el trágico destino de su padre que Darío, por ese entonces de 16 años, decidió emprender un largo camino en búsqueda de verdad y justicia. “Él estuvo averiguando, investigando y haciendo todo para saber donde estaba su padre”, le señaló Adriana Fernández, Presidenta de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica – Argentina, a este medio en una nota anterior.
Muchos años mas tarde, tuvo la posibilidad de viajar a España con una misión: averiguar todo lo posible sobre el paradero de los restos de su padre. En aquella oportunidad, allá por 2004, visitó el pueblo de Portomarín y fue gracias a una charla con una de las habitantes del pueblo que sucedió lo inesperado; en esa conversación y luego de comentar que estaba haciendo allí, le dieron los indicios necesarios para encontrar el cuerpo de su padre.
Tantos años de búsqueda por fin daban sus frutos; Darío Rivas lograba encontrar los restos de Severino Rivas Barja, quien yacía en una fosa común. En un nuevo viaje a España, esta vez en 2005, logró que su progenitor se convirtiera en la primera víctima de la Guerra Civil y del Franquismo exhumada de una fosa común en Galicia. El hallazgo fue confirmado gracias a un detalle, de inmenso valor sentimental para Darío, al momento de la exhumación: aquel gabán que le había regalado su hermana.
Aquellos restos luego fueron trasladados al cementerio de Castro Rei, municipio del cual fue alcalde Severino, y fue puesta una placa con la siguiente inscripción: “Papá, descansa en paz. Te lo pide tu niño mimado, Darío”. Como si esto fuera poco, allá por abril de 2010, se presentó ante el Juzgado Federal N°1 y radicó una denuncia particular. Fue a sus 90 años y amparándose en el principio de justicia universal, que le dio origen a la Querella Argentina contra los Crímenes del Franquismo.
Su casa en Ituzaingó, un punto de encuentro para la amistad y la memoria
Era una persona a la que le gustaba estar en compañía de otros. “Cuando quería festejar, juntaba a todo el mundo en su casa y hacía asados. Llevaba mozos y atendía a todos”, así lo recordó Adriana Fernández la última vez que charló con La Ciudad. Este residió en una casa ubicada en Teniente Coronel Miguel Caxaraville al 1745 (Ituzaingó Sur) a pocas cuadras de la estación del Ferrocarril Sarmiento.
Mientras se lo permitió, era posible verlo participando de cuanto encuentro, foro o marcha fuera necesario asistir para mantener viva la causa de los derechos humanos. En el día de su cumpleaños, tanto amigos como militantes lo recuerdan como gran luchador de la vida. Este no solo fue quien animó a muchos otros a dar la pelea por lo que es justo sino que también ha dejado un legado inconmensurable.