La historia de la llegada de la electricidad a Ituzaingó
Santiago Menu
A lo largo de la historia, los adelantos tecnológicos han desempeñado un papel fundamental en el desarrollo y prosperidad de las comunidades. Ituzaingó no fue la excepción, y uno de los hitos más importantes en su evolución fue la llegada del servicio de alumbrado público, proporcionado por la Compañía Argentina de Electricidad, a finales de 1930. Este suceso marcó un antes y un después para la localidad, trayendo consigo mejoras significativas que transformaron el panorama cotidiano de l@s vecin@s y el desarrollo de los comercios e industrias locales.
La introducción del servicio eléctrico, que reemplazó las tradicionales velas y candiles, no solo significó un ahorro para los hogares, sino también un aumento en la luminosidad, la limpieza y, sobre todo, la seguridad en las calles. Este nuevo alumbrado permitió que tanto peatones como carruajes pudieran transitar por lugares que antes eran considerados peligrosos o difíciles de recorrer. Las zonas alejadas del centro comenzaron a estar más conectadas, facilitando la circulación nocturna y el desarrollo de nuevos comercios e industrias, lo que contribuyó a la prosperidad económica de la localidad.
Sin embargo, el crecimiento imprevisto de la población durante las décadas siguientes trajo consigo nuevos desafíos. El aumento en el consumo de energía derivó en frecuentes cortes de luz y una disminución del voltaje, afectando la calidad de vida de l@s vecin@s y generando problemas tanto en los hogares como en los comercios. Aparatos eléctricos quemados, pérdida de alimentos perecederos y la incomodidad de vivir sin un suministro eléctrico constante eran problemas cotidianos para l@s habitantes de Ituzaingó.
La respuesta oficial para solucionar estos inconvenientes tardó en llegar, lo que generó una creciente frustración en la comunidad. Recién en 1965, la empresa SEGBA (Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires) inició los trabajos de instalación de una dependencia local en Ituzaingó, en la calle Mansilla 935. Este nuevo establecimiento le permitió a las personas evitar trasladarse hasta Morón para realizar trámites relacionados con el servicio o presentar reclamos.
El siguiente paso en el proceso de modernización del servicio eléctrico en Ituzaingó llegó en 1961, cuando un grupo de comerciantes locales impulsó la colocación de focos a gas de mercurio en las calles principales, una iniciativa que posteriormente se extendió a otras arterias del municipio. Esta mejora en la iluminación pública consolidó aún más el desarrollo del comercio y la industria, y proporcionó mayor seguridad a los vecinos en sus actividades diarias.
Finalmente, en enero de 1968, se inauguró la sucursal de SEGBA en Ituzaingó, lo que benefició a cerca de treinta y ocho mil usuari@s, no solo de esta localidad, sino también de Castelar. Desde entonces, alrededor de 300 personas concurren diariamente a la oficina para gestionar trámites relacionados con el servicio eléctrico.
La llegada de la electricidad y las mejoras en su distribución marcaron una etapa clave en el desarrollo de Ituzaingó, permitiendo que la localidad se integrara plenamente en la modernización del siglo XX y mejorando significativamente la calidad de vida de sus habitantes.