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La Iglesia advierte: "Han perjudicado más al país personajes ineptos e inmorales con importantes títulos académicos que los dirigentes humildes."

Jorge Eduardo Lozano, obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Argentina, publicó hoy un duro análisis sobre el rol de las organizaciones sociales y elipticamente sobre la detención de Milagro Sala en la Provincia de Jujuy. La misiva, publicada en el diario La Nacion destaca el rol de estas organizaciones populares diciendo: ” Son verdaderas redes que fortalecen el tejido social, que cuidan a los más frágiles ante el avance de la globalización de la indiferencia y la intemperie del abandono, “poetas sociales” que aportan al bien común, la justicia y la paz. Si los demonizamos y no sabemos (o queremos) acoger sus voces y aportes, seremos cada día más pobres como sociedad.”

Y sigue afirmando Monseñor Lozano:

“Es importante recordar que una gran cantidad de organizaciones y movimientos sociales surge en torno a la gravísima crisis institucional de 2001. En aquel momento los partidos políticos, sindicatos y otras instituciones no representaban a una parte importante de la población, especialmente a los más pobres, que quedaron a la deriva ante la ausencia del Estado, la perplejidad de la dirigencia y el “sálvese quien pueda” de quienes se borraron esperando tiempos mejores. La sensación era la de un naufragio en el cual algunos accedieron a los botes y muchos quedaron abandonados a su suerte. ¿Qué hubiera sido de nuestros niños y ancianos, de muchas familias, sin los comedores comunitarios? ¿Si no hubieran tenido la posibilidad de autoconvocarse para reciclar residuos (cartoneros)? Estas organizaciones fueron salvavidas que juntaron los despojos y ayudaron a que el desastre no resultara mayor.”

En las últimas semanas se criticó peyorativamente en algunos medios y en las redes sociales a diversas organizaciones y a sus líderes, con el serio riesgo de generar un clima hostil e intolerante. Mediante insultos, basados en noticias sin chequear, se usan como “chivos expiatorios” a algunos líderes sociales, sin mencionar a quienes se enriquecieron a costa del Estado incrementando escandalosamente sus patrimonios personales o empresariales. Debemos cuidarnos de no caer en lo que Francisco llama “sutil xenofobia”, bajo el noble ropaje de lucha contra la corrupción o el clientelismo.
“En su discurso en Bolivia en julio de 2015, que clausuró el Segundo Encuentro de Movimientos Populares, el Papa decía: “¿Reconocemos en serio que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad?”. Y alentaba a los líderes sociales: “Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de «las tres T» (trabajo, techo y tierra) y también en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio, nacionales, regionales y mundiales. ¡No se achiquen!”.
“El Estado en sus tres poderes debe proveer el bien común y garantizar los derechos de todos los ciudadanos. Pero no somos individuos aislados ni agrupación de clanes. Somos un pueblo que incluye en su seno diversidades ideológicas, historias particulares ancestrales o más recientes, organizaciones y asociaciones con distintos objetivos. Ninguna puede pretender estar por encima o servirse de otra ni imponer su interés particular por sobre el bien común. Hay liderazgos que se respaldan con el voto popular y otros que surgen de estar entre los pobres y se legitiman con el compromiso de vida entre los excluidos y descartados de la sociedad. Pero ni unos ni otros confieren derecho a la impunidad.”
“El Papa nos señala que la unidad prevalece sobre el conflicto y el todo es superior a la parte.”
“Las asociaciones intermedias, las organizaciones populares, son verdaderas redes que fortalecen el tejido social, que cuidan a los más frágiles ante el avance de la globalización de la indiferencia y la intemperie del abandono, “poetas sociales” que aportan al bien común, la justicia y la paz. Si los demonizamos y no sabemos (o queremos) acoger sus voces y aportes, seremos cada día más pobres como sociedad.”
 

Diario La Ciudad

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