Lo que no está bien es la bifobia: Una crítica constructiva a la película de Dakota Johnson
Melina Alderete
En el Día Internacional de la Bisexualidad, analizamos la comedia queer no-tan-romántica “¿Estoy bien?”, un film que retrata el camino hacia la aceptación de la propia identidad después de los treinta.
“No hay una edad determinada para tener resueltas estas cosas, Lucy”, le lanza Jane a su amiga, mientras la reconforta en la cama matrimonial que, esta noche, es solo para ellas: Dos amigas de toda la vida, descubriendo a la mitad de sus treinta, que nunca es tarde para animarse a ser quienes realmente son.
La cosa en “¿Estoy bien?” (Tig Notaro - Stephanie Allynne) una de las últimas adquisiciones de Max en términos de películas de comedia y slice of life es así: Lucy (Dakota Johnson) es una mujer solitaria, bastante tímida y que se siente particularmente incómoda en sus relaciones con los hombres. Ante esto, su mejor amiga Jane (Sonoya Mizuno) y su novio Danny (Jermaine Fowler) insisten en que debería darles la oportunidad a los chicos con los que sale de, finalmente, tener sexo con ella, puesto que para Lucy es todo risas y fantasía, hasta que llega la parte de sacarse la ropa.
Por supuesto, Lucy no está para nada de acuerdo con sus amigxs, y no es para menos: En la escena relatada en el comienzo de esta nota, en medio de una charla íntima de amigas —con los efectos secundarios de una noche de tragos haciendo, precisamente, estragos—, Lucy le confiesa a Jane que es lesbiana y que le gusta una compañera de trabajo, Brittany (Kiersey Clemons), una chica muy extrovertida que disfruta de pasar tiempo (y hacer contacto) con ella.
De inmediato, Jane siente que es su misión personal y mayor objetivo en la vida lograr que su mejor amiga consiga salir con Brittany, situación que no sólo se siente extremadamente incómoda y fuera de lugar para la protagonista, sino también para todxs lxs espectadores disidentes que sabemos lo que es el interminable círculo prejuicioso de “yo conozco a unx gay para presentarte”.
Brittany la bi…la villana
A lo largo de la película, poco a poco, la tímida Lucy va pasando por todas las típicas facetas de la vida “fuera del closet”: Al principio, la imperiosa necesidad de que la confesión quede en manos de unos pocos, las ganas de evitar hacer “un gran anuncio público” y el temor a que la gente te mire diferente. Después, vienen los pequeños movimientos osados, esos que pueden ser casi imperceptibles, pero que en la mente de la recientemente declarada lesbiana se sienten como pasos agigantados hacia el umbral de la libertad.
Así, Lucy se arma de valor y empieza a seguirle el juego a Brittany, quien le envía varias señales —algunas de forma indirecta y otras no tanto— de querer algo con ella. Y todo parece que va en camino a ser la historia lésbica de sus sueños, hasta que se revela la gran verdad: Al parecer, Brittany es bisexual.
Y no sería la muerte de nadie…en un mundo ideal, claro. Porque pareciera que, en todo film de despertares lésbicos, siempre tiene que existir una bisexual malvada que hace de villana y, lo que es peor, de “una chica con ganas de experimentar” para después volver, en algunas ocasiones, a los brazos de su novio o a la comodidad de una “vida heterosexual”.
De esto último, sobran los ejemplos: La película gay por antonomasia, “La vida de Adéle”, la serie hito de Netflix en términos de narrativas por fuera de la heteronorma, “Orange is the new black”, la más reciente película navideña queer, “Happiest Season” y una gran lista de etcéteras en donde siempre una lesbiana es herida y marcada emocionalmente por una bisexual.
Para la escritora y militante bisexual, Elisa Coll Blanco, esto tiene una estrecha relación con la concepción de la bisexualidad en la sociedad moderna: “A menudo, la bisexualidad es vista como una dimensión de experimentación y juego, al margen de la identidad. Un espacio para la curiosidad, en el que lo que se siente, se desea y se hace ‘no cuenta’”, afirma en su libro “Resistencia bisexual” (2021).
Profundizando aún más en la cuestión, Coll Blanco insiste en que este tipo de historias, como las de Lucy y Brittany en “¿Estoy bien?”, están formadas sobre cimientos bifóbicos que refuerzan la noción de las bisexuales como traidoras e indecisas que “usan a las lesbianas, las ‘desviadas de verdad’, para experimentar y jugar a la homosexualidad, pero que luego se echan atrás”.
¿Una vuelta de tuerca?
Pero lo cierto es que, para el común de la población gay, este tipo de cuestiones pueden incluso pasar inadvertidas, especialmente cuando la trama parece apuntar a que, en realidad, sería Lucy quien estaría “usando” a Brittany para su primera vez con una mujer. Sin embargo, como dirían las abuelas: Aunque la mona se vista de seda…
Es importante aclarar en este punto que el objetivo aquí no es buscar culpables, ni generar una guerra de representaciones cinematográficas entre lesbianas y bisexuales. El hecho de que una comunicadora bisexual decida examinar detenidamente cómo están retratadas las identidades bisexuales en un producto mainstream que llega a todo el mundo a través de las plataformas, puede llegar a contribuir no sólo a que más de nosotrxs, lxs desviadxs, aportemos nuestra mirada de la cuestión, sino también a generarnos preguntas sinceras, incómodas y honestas, dentro de la propia comunidad.
¿Por qué, aún hoy, seguimos exigiendo “credenciales queer” incluso entre nosotrxs? ¿Por qué hay todavía ciertos resquemores hacia lxs bisexuales al interior de la comunidad LGBTTTQIA? ¿Qué pasa con ese secreto a voces de “nunca te enamores de unx bisexual” que sigue comentándose en los pasillos de la vida queer?
En el Día Internacional de la Bisexualidad, me gustaría invitarlxs a empezar a cuestionar el lugar que le estamos dando, como comunidad disidente, a toda una identidad consolidada que, incluso en la actualidad, tiene que seguir luchando para ser reconocida como tal. Porque, posiblemente, los villanos y las villanas no sean lxs bisexuales, sino muchxs de nosotrxs.