Lxs escritores también somos trabajadores precarizados: Una charla con Marcelo Guerrieri

Lxs escritores también somos trabajadores precarizados: Una charla con Marcelo Guerrieri
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Los escritores somos trabajadores precarizados de una forma extrema”, sentencia Marcelo Guerrieri, escritor y antropólogo que, además, coordina talleres literarios y se desempeña como docente en la Licenciatura en Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de las Artes.

En su oficio como escritor, Guerrieri publicó varias novelas, por ejemplo, “Farmacia” en 2016, que es una novela finalista del Premio Nueva Novela de Página 12. También publicó un libro de cuentos “Árboles de tronco rojo” en 2012, y su última novela “Con esta luna” en 2021. Además, preside la Unión Argentina de Escritores y Escritoras, un colectivo que apuesta al reconocimiento de lxs escritorxs en tanto trabajadores y lucha por condiciones laborales dignas.

En diálogo con Carlos Romero y Melina Alderete, en el programa Socios a la fuerza que se emite por Radio Kamikaze todos los lunes de 19 a 21, Marcelo Guerrieri charló sobre la profesión de escribir, las diferentes figuras de autor, el trabajo en la Unión de Escritorxs y sus obras literarias.

Detrás del oficio o de la profesión de escribir, siempre hay un montón de otras actividades, ¿no? Y, muchas veces, son las actividades que un escritor o una escritora necesariamente también tiene que hacer para poder solventar esa apuesta por la escritura…

Sí, si es. Es tal cual vos decís. Y ese es el estado de las cosas actual. Pero siempre está la voluntad de transformar y desde ahí es que nosotros militamos la idea del escritor en tanto trabajador y ponemos en evidencia esto que vos decís.

De alguna manera, los escritores somos trabajadores precarizados de una forma extrema, porque los escritores compramos tiempo para escribir trabajando otras cosas. No compramos tiempo para trabajar de escritores, trabajando dando una serie de charlas y entrevistas, escribiendo alguna novela, etcétera. Y el trabajo propiamente dicho de la autoría, de la construcción de nuestra obra, muchas veces queda relegado por todas estas otras tareas que tenemos que hacer para tener un ingreso fijo mensual, como cualquier trabajador.

Claro, o sea, el trabajo de escritor lo hacés en el tiempo que te queda de los otros trabajos.

Funciona así para la mayoría de los escritores, porque el ingreso no lo produce lo que tiene que ver con derecho de autor, hoy por hoy. Fijate cómo funciona el mercado editorial: Nosotrxs cobramos el 10% de la venta de nuestro libro. Si el libro sale 2.000 pesos, 200 son para nosotros, pero eso se paga cada seis meses. Y si no se vende, ¿qué? Porque, si uno hace cuentas, es imposible vivir en el mercado editorial argentino actual con ese esquema.

Claro, salvo que logres hacer un best seller, ¿no?

Tenés que ser un best seller, exactamente. Y son contados con los dedos la mano esos. Claro que los hay. Pero uno no puede pensar una industria de cuyos trabajadores, sólo dos o tres pueden vivir de esa autoría. Con lo cual, hay algo que no está funcionando y que, por algún motivo persiste. Tampoco se ha hablado sobre esto, o sea, no es algo que esté puesto tanto en escena.

“Desde la Unión, creemos que la acción para transformar nuestras condiciones tiene que ser colectiva, más allá del trabajo solitario que es la creación de una obra”, concluye Marcelo Guerrieri.

¿Qué es la Unión Argentina de Escritores y Escritoras? ¿Cómo nace? ¿Cuál es la idea que le da origen?

La Unión Argentina de Escritoras y Escritores es un colectivo, un vínculo que empezamos a construir hace unos cinco años más o menos, con una serie de colegas que nos cuestionábamos y nos obsesionaban las mismas cosas. Porque, como veníamos hablando, todo lo que tiene que ver con la materialidad de nuestro trabajo, no se pone en escena en todos los espacios a los que nos llaman a las escritoras y los escritores.

Nosotrxs desde la Unión queremos dar nuestro aporte, en tanto en la construcción de nuestra obra, pero sin relegar absolutamente todo aquello que tiene que ver con lo material, que sale de un lugar de absoluta insatisfacción con el rol en el que nos ubica la industria del libro. Empezamos a decir “Bueno, para modificar esto, hay que juntarse, hay que accionar colectivamente”.

Hay como una especie de paradoja, ¿no? Se puede decir que nuestro trabajo como escritorxs es solitario, porque, cuando construimos nuestra obra, estamos en el momento de la creación, y la creación es solitaria. Pero, luego de la transformación, el producto de nuestra obra que se construye en forma solitaria, después circula, tiene un valor, se instala en el campo literario. Y eso es lo que queremos transformar.

La acción es colectiva, claro. Entonces eso, de alguna manera, aunque parezca mentira, es una novedad para nuestro país.

Y, en ese sentido, ¿qué aceptación o acompañamiento encontraron? Porque viste que, al mismo tiempo, hay como una especie de construcción de identidad del escritor y la escritora, llena de romantización sobre el acto solitario, el creer que se escribe “por amor al arte”, ¿no? Y que, por ende, no se necesita una acción colectiva para mejorar, por ejemplo, la condición de lxs escritorxs en tanto laburantes…

Sí, yo creo que hay distintas figuras, y una es la idea del escritor, de alguna manera, aislado del mundo, en una especie de espacio fuera del mundanal ruido, que luego viene y trae su obra. Y en ese espacio, a veces que le suma la cosa del “torturado”, el del sufrimiento… A ver, cada uno construye la figura de autor que le viene bien, incluso la figura de autor que puede.

En cuanto a la Unión de Escritoras y Escritores, nosotrxs no comulgamos con esta primera idea de autor. Para nosotros, está la figura del escritor, la de aquel que construye su obra, obviamente en la soledad, con mayor o menor sufrimiento o lo que fuere, pues tiene que ver con el aspecto creativo. Pero, luego, está lo que tiene que ver con la materialidad. Y para modificar las condiciones materiales, sabemos que hay que juntarse colectivamente y hablar de estos temas para incidir en la agenda política, desde los legisladores, hasta la política pública que impulsa el Estado o la industria.

Igualmente, al principio de la Unión, ha habido algunos escritores que, de alguna manera, no se sumaban a la propuesta, o decían “Bueno, yo no soy trabajador, soy artista”. Y, si bien sigue existiendo esa figura, el discurso que nosotrxs vinimos a instalar cada vez está cobrando más fuerza.

Y, al mismo tiempo de toda esta actividad, vos también tenés tu obra como escritor… Esta mirada respecto de la tarea de los escritores y demás, ¿es algo que vos podés reconocer que también está, por ejemplo, en tu obra de ficción?

Yo creo que no es algo consciente, pero que seguro está, porque es algo que a mí me obsesiona en mi vida, no solo cuando estoy escribiendo, sino también en el resto de los espacios y en mi obra.

En “Farmacia” quizá fue más consciente, porque ahí yo quise trabajar las relaciones de poder. Yo estudié antropología y algunas cosas de esa disciplina siempre me parecieron súper interesantes para llevarlas a la ficción. Entre eso, la idea de la microfísica del poder, esto de que el poder circula, que no es que viene de arriba hacia abajo, sino que emana de abajo y ahí sube en las micro acciones. Y con esa idea me metí en el mundo del trabajo en farmacias, porque es un espacio que yo conocía, y fue donde tiré una historia de absoluta ficción, pero con esa línea.

También entra muy en juego el aspecto laboral como un aspecto de lo humano en una sociedad capitalista, que es un tema que puede estar trabajado de forma literaria, como cualquier otro tema, ¿no?

Por ejemplo, en “Con esta luna” que es mi última novela, trato el trabajo de los taxistas en la noche. Y fue un trabajo de campo para investigar, ver cómo funcionan las cosas en una parada de descanso, donde los taxistas para tomar un café y recargan pilas un rato y luego tienen que seguir con su laburo.

Después me di cuenta que había un mundo ahí súper interesante, más allá de la ficción. Entender ese espacio en el cual los taxistas se toman 20 minutos para tomarse un café y charlar, es el equivalente a los espacios de laburo más formales o más clásicos, en los que se va a la cocina y se charla, o en los que lxs compañerxs se van juntos a almorzar.

Para más información acerca del trabajo de Marcelo Guerrieri como escritor, se recomienda visitar las redes sociales del autor.

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