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Mundial de Fútbol: "de Ituzaingó a Río de Janeiro"

Más de 2.500 kilómetros separan a la localidad de Ituzaingó con el estado de Río de Janeiro. Poco les importó a un grupo de veintidós hinchas del Verde que hicieron más de 100 horas de viaje en micro (entre la ida y la vuelta).
El último 9 de Julio, las calles, las esquinas y las plazas del barrio se inundaron de camisetas celestes y blancas. Lejos de recordar el 198° aniversario de la Independencia argentina, el pueblo festejó una nueva victoria de la Selección. Es que después de 24 años la albiceleste logró disputar una nueva final del Mundo. Esto movilizó a un importante grupo de hinchas de Ituzaingó, que dejaron todo de lado y se fueron a apoyar al equipo de Alejandro Sabella.
Poco importaban los bolsos. Quizá no llevaron mucha ropa. Pocas remeras. Pocos pantalones. Poco dinero. Pero algo indispensable: la camiseta de Ituzaingó.
Desde un primer momento supieron que la posibilidad de ingresar al mítico Maracaná era ínfima. Pero nada los detuvo. Como no podría ser de otra manera, desde Mariano Acosta y Pacheco un micro puso primera y comenzó su interminable viaje hasta Río de Janeiro.
Miles fueron las dificultades. Problemas en la frontera. Inconvenientes mecánicos. Equivocaciones con las rutas. Hasta algunos llegaron a pensar que el viaje (a mitad de su recorrido) podía suspenderse. Pero nada terminó con el sueño de veintidós personas que lo único que tenían en la cabeza era llegar a Copacabana, bajar del micro y cantar. Cantar por Argentina. Cantar por Ituzaingó.
Con un vidrio rajado, es imposible que la policía brasilera los deje pasar. Están muy complicados.” dijo algún taxista, con mirada sobradora. Las ilusiones empezaban a apagarse cuando de la nada, en un lugar casi desierto, a casi mil kilómetros del lugar donde partieron, apareció una mujer (con nombre preferentemente anónimo). Ella era de Ituzaingó. Conocía al barrio. Tenía contactos. El vidrio pasó a la historia, y los hinchas a Brasil.
La Avenida Atlántica (la principal del centro de Río de Janeiro) empezó a recibir camisetas blancas y verdes. Cantos de Argentina y cantos de Ituzaingó eran capturados por celulares de todos los brasileros que estaban en los alrededores. Sumados a algunos gritos de “Aguante el Verde“, que venían, con timidez, desde otras esquinas. Lo mismo pasó en el Fan Fest, el Sambódromo y en la blanca arena de la playa, que se llevó más de una lágrima, luego del resultado final. Todo esto se vio superado por el momento en el que la camiseta de Ituzaingó llegó a lo más alto. Junto al Cristo Redentor miraron la ciudad desde la cima de Río de Janeiro.
El escudo flameó. El imponente monumento vio la camiseta. Ambos cruzaron miradas, y en medio de un silencio que aturdía se dijeron “qué grande que sos”.
Por Lucas Romero.    

Diario La Ciudad

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