Otros vínculos son posibles: La revolucionaria historia del Boys’ Love
Melina Alderete
Seguramente habrán oído hablar del “temido” Yaoi, ese género del manga y del anime al que, aparentemente, todos le huyen por la falsa creencia de que engloba un mundo de sexo explícito y descontrol. Pero, ¿qué ocurriría si les dijera que no todo es como lo cuentan?
El término “yaoi” remite a aquellas historias narradas en manga, anime y, hoy por hoy, también en videojuegos, películas y series, en la que los protagonistas son dos personajes masculinos y los vínculos amorosos, sexuales y/o de amistad y apoyo mutuo que se dan entre ellos. Además, el género es más conocido por su traducción al inglés: Boys’ Love, y está destinado a un público femenino.
Esta categoría está muy en auge no solo en su Japón natal, sino que encuentra fanáticas en otros países, como China, Corea del Sur o Tailandia, donde el fenómeno de las historias Boys’ Love puede verse incluso en películas y series que van por fuera de la animación, encarnadas por actores reales.
El Boys’ Love como rebelión ante lo establecido
Pero, ¿cuál es la historia del Boys’ Love? ¿Quiénes lo crearon? ¿Por qué está destinado para chicas? Resulta que, en los años setenta, la industria del manga shōjo estaba colmada por hombres. Es decir, que aquellas historias que estaban orientadas a mujeres jóvenes (a eso remite la denominación “shōjo”) eran escritas por varones que ilustraban personajes femeninos estereotipados y un poco alejados de la realidad de las lectoras adolescentes.
Sin embargo, a mediados de los setenta, la industria del manga shōjo iba a comenzar a cambiar tras la llegada del “Grupo del 24”: mangakas mujeres, jóvenes y nacidas alrededor de 1949, el año 24 de la era Shōwa, quienes querían crear obras como las que a ellas mismas les gustaría leer. Así, estas artistas empezaron a dibujar historias que se conocían como narrativas “shōnen ai”, es decir, con el amor entre chicos como tema central.
Estas series de manga shōjo enmarcadas dentro del “shōnen ai” retrataban la vida amorosa y los vínculos profundos entre hombres jóvenes, teniéndolos como protagonistas. Los cambios introducidos por estas mangakas en la industria del manga para chicas tuvieron como resultado el desarrollo de personajes más libres e independientes, además de narrativas que exploraban libremente el tema de las relaciones amorosas y sexuales, lo que fue bien recibido por las jóvenes lectoras.
Entre las principales mangakas del Grupo del 24 que iniciaron con las primeras obras del género Boys’ Love, se encuentran Hagio Moto y Takemiya Keiko, artistas que buscaban una nueva forma de expresión en el manga como provocación social. En 1972, Hagio Moto publicó la serie “Poe no ichizoku” (El clan Poe) que trataba la historia de apoyo entre dos jóvenes vampiros, Edgar y Allan, a través de los siglos. Además, en 1974, la misma autora publicó “Thomas no shinzō” (El corazón de Thomas), un manga que hablaba sobre el amor y la amistad entre chicos de un internado alemán.
En cuanto a Takemiya Keiko, la mangaka publicó en 1976 “Kaze to ki no uta” (La balada del viento y los árboles) y fue considerada la obra cúspide del género Boys’ Love. El manga, protagonizado por un joven atractivo, terminología que se conoce en japón como “bishōnen”, llamado Gilbert, retrata las distintas relaciones de amor entre varones homosexuales.
A fines de los setenta, comenzaron a surgir revistas especializadas en la temática del Boys’ Love, tales como la revista June de 1978 que estaba dedicada al género del shōnen ai con una marcada tendencia estética y centrada en personajes bishōnen. La revista, además, aspiraba al refinamiento cultural de las jóvenes, con sus secciones de literatura, novela, pintura y cine.
En los noventa, el Boys Love empezó a ganar popularidad gracias a los dōjinshi (mangas hechos por mangakas amateurs) que trataban, por ejemplo, a personajes de mangas originales en tramas implicaban vínculos románticos entre ellos. Un ejemplo de estos dōjinshi con temática Boys’ Love son las primeras obras del grupo de mangakas conocido como CLAMP que, posteriormente, se convertirían en artistas consagradas y reconocidas en todo el mundo por sus grandes obras, tales como Magic Knight Rayearth (1993), Sakura Card Captor (1996), Chobits (2002), entre otros.
El Boys’ Love en la actualidad: La ficción se cuela en la realidad
Actualmente, el Boys’ Love es un género que no se circunscribe únicamente al manga y al anime, sino que está presente, como una categoría consolidada, en narrativas de series y películas que van por fuera de los límites nipones.
Por ejemplo, podría decirse que el cómic de la escritora británica Alice Oseman “Heartstopper”, es un Boys’ Love, ya que retrata la historia de amor de Charlie, un joven gay, y Nick, un adolescente bisexual. La historia ha sido llevada a una serie live-action que puede verse en Netflix y está arrasando en las pantallas y las editoriales.
Además, el fenómeno del Boys’ Love ha llegado incluso a novelas televisivas, producidas sobre todo en Corea y conocidas como K-Dramas, en donde el recurso de la historia de amor entre jóvenes varones puede verse cada vez más.
Por otro lado, el boom por narrativas de Boys’ Love ha logrado traspasar la ficción e introducirse en la realidad, ya que, en muchos países, la difusión de este tipo de obras está contribuyendo a la aceptación social de las personas de la comunidad LGBT de la vida real, gente de carne y hueso que experimentan, no solo historias de amor como las que pueden verse o leerse, sino también discriminación y negaciones de derechos.
En síntesis, el Boys’ Love se consolidó, desde su primera aparición en los setenta hasta la actualidad, como un género con posibilidades infinitas y que, además, contribuye a derribar los estereotipos y mitos sociales que, lamentablemente, aún hoy existen alrededor de las relaciones románticas y amistosas entre varones.
Y ustedes, ¿leyeron algún manga de Boys’ Love? ¿Vieron algún animé, película o serie del género?
En las imágenes: Viñetas del manga Boys’ Love “The blue summer and you” de Nagisa Furuya.