El desafío del idioma: Una charla con Salvador Biedma

El desafío del idioma: Una charla con Salvador Biedma
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Salvador Biedma es escritor, editor, periodista y traductor. En su trabajo como escritor, publicó el poemario “Quizá fuera volviendo” y las novelas “Siempre empuja todo” y “Además, el tiempo”.

Como traductor, oficia de mediador entre obras en alemán, inglés y portugués, y afirma que, el acto del pasaje de un idioma a otro, es “una enorme responsabilidad, con el autor o autora y lxs lectores”.

En diálogo con La Ciudad, Salvador Biedma conversó acerca del oficio con los idiomas, la literatura y el tiempo como eje central, los desafíos de la escritura y la combinación de sus trabajos, ambos relacionados con el acto de escribir, pero cada uno con sus pequeñas peculiaridades.

¿Cómo se desarrolla tu actividad como traductor? ¿Con qué idiomas trabajás?

Trabajo con varios idiomas: traduje a una poeta del portugués, también algunas cosas del inglés, como cuentos de Henry James. Y ahora, hace poco, trabajé en la traducción del alemán del libro “Diario de una chica adolescente”. Es un trabajo vinculado a los inicios del psicoanálisis, un libro que Freud incluso dijo que era una pequeña joya.

¿Cómo combinás tu trabajo de traductor con tu tarea de escritor?

Bueno, la primera respuesta que se me ocurre es: como puedo.

Es una respuesta muy honesta…

Claro, claro. Es que, son cosas bien distintas. En serio. Hay algo del trabajo, en ambos casos, que es siempre estar sentado delante de una computadora y con un procesador de textos. Pero, en un caso, uno está tratando de entender lo que quiso decir el otro y lo que es lo principal de ese texto.

Porque, ya se sabe que siempre se van a perder cosas al pasar de un idioma a otro. Entonces, hay que elegir qué se pierde.

Y se está trabajando casi absolutamente para otros. Es como si el “yo” desapareciera. En el trabajo como traductor, vos querés que ese autor le pueda llegar al lector del modo que ese autor quería llegar. ¿Es complejo? Claro que sí. Porque, en un punto, el traductor casi que termina pensando más en el texto que en el autor que lo escribió.

Además, me imagino la inseguridad que también podés tener al hacer esa tarea. Porque es una responsabilidad y un desafío complejo.

Sí, absolutamente, absolutamente. Y también hay cosas que uno dice “No, no me animo a meterme en esto.” Por ejemplo, traducir un soneto rimado y lograr que quede rimado en castellano, es un trabajo al que yo no me animo.

Claro. Está bueno eso de saber con qué tipo de material vos podés trabajar y con qué tipo de material preferís, por el momento, no meterte.

La espera por el milagro siempre es una espera incómoda”

Salvador Biedma, escritor, periodista, traductor y editor argentino.

Pensando en tu trabajo como escritor, algo que siempre está presente es el tema de la espera. ¿Qué significa la espera para vos, en tu literatura?

Para mí, está muy presente la espera en lo que escribo. Pero son esos temas que a uno le surgen sin que uno sea del todo consciente, son temas que aparecen.

En “Además, el tiempo”, que es mi primera novela, la espera está como eje central. Porque es un libro que trata de un chico de 23 años, que llega a un pueblo de la provincia de Buenos Aires porque lo llamaron para un trabajo y, va pasando el tiempo, y no le no le muestran el trabajo para el cual lo llamaron. Y el tipo está ahí, esperando sin encontrar ese trabajo.

En general, en literatura se asocia mucho la espera a Beckett y su “Esperando a Godot”, pero, por ejemplo, en Kafka, la espera también aparece mucho. Es esa espera un poco absurda, o que no se sabe qué se está esperando.

Claro, es una espera bastante incómoda ¿no? Porque, además, parece que se empieza a mezclar casi con la idea también de una especie de condena. Vos recién decías que, el personaje, en un momento es convocado para algo y ese algo no termina ocurriendo. Hay como una especie de continuidad que se rompió y entonces es como un “no momento” la espera. No hay ni una cosa ni la otra.

Exacto, es así. La espera se transforma en una suerte de “esperando el milagro”.

Cuando yo escribí esa novela, para mí tenía una lectura bastante clara y política, que se abocaba al acto de esperar un trabajo. Siendo que uno ha sido joven en los noventa, la lectura tenía que ver con la desocupación y con qué hacer con ese tiempo en el que no podías trabajar.

Salvador Biedma publicó, como escritor, las novelas “Siempre empuja todo” y “Además, el tiempo”. También, un poemario titulado “Quizá fuera volviendo”.

Bueno, también la poesía de un tipo como Bukowski transcurre en muchos momentos de ese tipo. Él trabaja mucho con la idea del crack norteamericano, de la gente en los umbrales de su casa, esperando a la nada misma, porque no tiene laburo ni expectativa. Y ¿qué hacer con ese tiempo? Yo me quedé con algo que dijiste, Salvador, acerca de que quizás es una temática en tu obra, pero no necesariamente es algo que vos trabajás de forma explícita, sino que es como un tema que está por debajo.

Claro. No es que yo digo “Voy a escribir sobre la espera”. Hay temas que uno le surgen y hay obsesiones que están ahí, esperando el momento de expresarse. Y es así.

Volviendo un poco a tu trabajo en la traducción: A la hora de traducir, ¿te sirve conocer algo acerca del autor? ¿O directamente te es más potable trabajar con el manuscrito?

No, yo trato de conocer todo lo que pueda. Si es cierto que uno tiene sus limitaciones y no siempre puede leer todo ni conocer todo sobre un autor, claro.

Pero, por ejemplo, me acuerdo de un poema de Hilda Hilst, en el que estaba la palabra “bruma” en portugués y yo, al traducirlo, había cambiado bruma por “niebla”.

Y resulta que la palabra “bruma” era algo fundamental porque se relacionaba con el padre de Hilst. Ella lo vio tres en su vida y dice que es el motivo por el que ella escribe. Su padre escribía artículos y textos literarios con seudónimos, y un seudónimo era Luis Bruma.

Cuando me enteré de eso dije “No, la palabra tiene que ser bruma”. No sé si ella lo hizo a propósito como algo relacionado o no. Tampoco sé si algún lector se dará cuenta de que ahí puede haber algo que sí que tiene que ver con su padre. Pero, para mí, fue como evidente que tenía que quedar bruma.

Claro. Bueno, pero tiene que ver con esto que hablábamos hace unos minutos, que, en definitiva, ese autor o autora y su obra, van a llegar a través de tu intervención.

Sí, desde ya, el libro, hasta que llega a las manos de un lector, en el medio hay una imprenta, alguien que hizo una foto de tapa, un distribuidor, un librero…

Es toda una cadena en la que participan un montón de personas. Y para mí es súper importante tenerlo presente. Sin duda, hay una responsabilidad para con el autor y con los lectores.

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