Día Internacional del anime: ¿Por qué se celebra cada 3 de noviembre?
Melina Alderete
Los últimos meses del año son particularmente especiales. Más allá de la celebración del Día Mundial del Otaku en diciembre, durante noviembre también se conmemora una parte esencial, vital del ser otaku: El Día Internacional del Anime.
Establecido el 3 de noviembre, todos los años se celebra y recuerda a aquellas grandes producciones con las que muchxs hemos llegado a crecer a lo largo de las décadas, desde el primer anime nacido en 1917, “Namakura Gatana” de Jun’ichi Kōuchi.
La elección de la fecha se debe a que, un 3 de noviembre de 1928, nacía el mangaka y escritor de películas animadas Osamu Tezuka, conocido también como el “Dios del manga” o “manga no kamisama”.
Entre las obras de Tezuka, se encuentra “Tetsuwan Atomu” o “Astroboy”, un manga creado en 1952 que contó con diversas adaptaciones a anime. Los personajes creados por este artista hicieron que la cultura japonesa fuera conocida en todo el mundo, ya sea en formato historieta o animación.
Un hombre revolucionario
Gracias a la obra de Osamu Tezuka, el manga se expandió y difundió masivamente a nivel internacional, consolidándose como un medio de entretenimiento popular. Sus trabajos tuvieron un gran impacto en la formación psicológica de lxs jóvenes del Japón en los tiempos de la posguerra.
Con su desarrollo en el campo del manga, Tezuka cambió el concepto de la caricatura japonesa, transformándola en una verdadera forma de arte e incorporando en ella una amplia variedad de nuevos estilos. A través de su innovada forma de creación de mangas, llamada “story manga”, el artista replanteó la realización tradicional que regía en la época.
Esta línea más tradicionalista consistía en crear historietas que apenas ocupaban unas viñetas rígidas y de pocos cuadros con cortas historias autoconclusivas. Con la implementación del “story manga” de Osamu Tezuka comenzaron a realizarse mangas de larga duración y con una trama mucho más elaborada y compleja.
Si bien algunos de sus trabajos más conocidos son “Tetsuwan Atomu”, “Dororo” o “Burakku Jakku”, lo cierto es que hubo una obra particular del Dios del manga que llegó incluso a revolucionar todo un género: “Ribon no kishi” o “La Princesa Caballero”, un shōjo creado en la década del 50.
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