En ruinas: la historia del Sanatorio Social Domingo F. Sarmiento, uno de los edificios más emblemáticos de Merlo

En ruinas: la historia del Sanatorio Social Domingo F. Sarmiento, uno de los edificios más emblemáticos de Merlo
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En la intersección de la Ruta 40 y Toay se encuentra un edificio muy emblemático para tod@s l@s vecin@s del municipio de Merlo: lo que antiguamente era considerado como el Sanatorio Social Domingo F. Sarmiento. Las imágenes hablan por sí solas. El estado de abandono es total y la preocupación entre las personas que residen en las inmediaciones crece conforme pasan los años en función de la posibilidad de que entre en riesgo de derrumbe. Este espacio, en tiempos anteriores, funcionó como uno de los centros de atención más relevante de la zona oeste de la provincia de Buenos Aires, por lo que resulta interesante conocer algunos detalles de su rica historia.

El edificio se fundó en el año 1928, era privado y se dedicaba casi con exclusividad al tratamiento de la tuberculosis pulmonar. El gran objetivo que se trazaron con la construcción de este lugar era la de albergar mujeres docentes de todo el país que padecieran esta enfermedad o que tuvieran síntomas. En Merlo, estas personas eran recibidas por especialistas que contaban con los últimos adelantos médicos para su tratamiento.

Una de las características de este sanatorio era el control estricto y la disciplina, a tal punto de que las pacientes tenían horarios para despertarse en invierno y en verano, debían higienizarse y tender su cama. Por las noches, las mujeres dormían con puertas y ventanas abiertas y solamente quedaba encendida la luz de la guardia. Por la mañana se quedaban dentro de las habitaciones quienes presentaban fiebre mayor a 37,5° y las que podían levantarse se tomaban la temperatura en las afueras.

Algunos relatos manifiestan que las comidas eran servidas por las mucamas en el comedor y luego realizaban paseos en el parque, donde había huerta y gallinero. A su vez, se podían leer libros, escribir cartas o realizar juegos de mesa, aunque siempre debían permanecer muchas horas tomando baños de sol, en silencio, descansando las piernas para lograr un reposo físico y mental.

Cabe destacar que, por aquellos años, la tuberculosis, era una enfermedad respiratoria que había alcanzado su pico máximo en nuestro país con una tasa de mortalidad de entre el 300 y 230 por cien mil habitantes. Pese a que existían tratamientos paliativos y experimentales, eran poco eficaces y se recomendaba el aislamiento del paciente en sanatorios especializados y serranos, por tal motivo se elegía a la ciudad de Córdoba y Merlo.

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