Ituzaingó y su historia: Los primeros reclamos vecinales por las obras cloacales

La historia de las obras sanitarias en Ituzaingó refleja una realidad común en muchos municipios del conurbano bonaerense: la lucha constante por acceder a derechos básicos

Ituzaingó y su historia: Los primeros reclamos vecinales por las obras cloacales
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La historia de las obras sanitarias en Ituzaingó refleja un largo camino de gestiones, luchas y reclamos para garantizar servicios esenciales como agua corriente, desagües cloacales y gas natural. Estas obras, fundamentales para la salud y calidad de vida de l@s habitantes, comenzaron a gestionarse a fines de la década de 1950, pero enfrentaron diversos obstáculos a lo largo del tiempo.


En 1957, bajo la gestión del comisionado municipal, coronel Francisco N. Rocco, se promovieron las primeras iniciativas para dotar a la ciudad de desagües cloacales.
El pedido fue elevado a las autoridades de Obras Sanitarias de la Nación, y en el proyecto participaron destacados ingenieros como Albertelli. Durante las discusiones en la Comisión Asesora Municipal, el sector Demócrata Cristiano insistió en que las obras también beneficiaran a las localidades vecinas, como Castelar, logrando que el proyecto se aprobara por unanimidad.


A pesar de estos avances iniciales, las gestiones no se concretaron. En 1964, dirigentes de instituciones locales se reunieron con el intendente de Morón para expresar su apoyo al plan de obras públicas presentado a las autoridades nacionales. En esa reunión, destacaron nuevamente la urgencia de los servicios de cloacas, agua corriente y gas natural para Ituzaingó. Sin embargo, los años siguientes estuvieron marcados por la inacción.

En 1968, los reclamos resurgieron con fuerza. Diversos sectores de la comunidad recordaron que las solicitudes de obras sanitarias ya habían sido analizadas en épocas anteriores por autoridades locales y nacionales, pero seguían sin ejecutarse. En ese contexto, l@s vecin@s destacaron que muchas localidades del Gran Buenos Aires e incluso del interior de la provincia, algunas con menor importancia demográfica y económica que Ituzaingó, ya contaban con estos servicios esenciales.


Los reclamos subrayaban que Ituzaingó había alcanzado una "mayoría de edad" como ciudad, reflejada en el aumento de su población y el desarrollo de sus instituciones. La ausencia de servicios básicos como el agua corriente y los desagües cloacales no solo limitaba el progreso de la localidad, sino que también ponía en riesgo la salud de sus habitantes.


Informes médicos de la época evidenciaban un alto porcentaje de casos de trastornos gastrointestinales e infecciones parasitarias, especialmente entre los niños, causados por la falta de agua potable y la contaminación de las napas subterráneas debido a los pozos negros. Las escuelas eran puntos críticos, donde la ausencia de infraestructura sanitaria representaba un peligro constante para los estudiantes.

La historia de las obras sanitarias en Ituzaingó refleja una realidad común en muchos municipios del conurbano bonaerense: la lucha constante por acceder a derechos básicos. Aunque los obstáculos técnicos y administrativos retrasaron la concreción de estos servicios, las demandas persistentes de los vecinos y dirigentes locales dejaron en claro la necesidad urgente de atender estas carencias para mejorar la calidad de vida de la comunidad.

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