La historieta argentina, ese bicho raro: Una charla con Cristian Mallea

La historieta argentina, ese bicho raro: Una charla con Cristian Mallea
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La historieta es un bicho que nadie sabe muy bien dónde poner. Va vagando entre la academia, la semiótica, las bellas artes…Y, en realidad, es una de las disciplinas artísticas más viejas del hombre. En las cavernas, la humanidad ya hacía algo muy parecido a la historieta”, define Cristian Mallea, dibujante, historietista y docente argentino.

Oriundo de Buenos Aires, pero con fuertes raíces jachalleras, Cristian comenzó su carrera como ayudante de Horacio Lalia y Lucho Olivera. En 1999 fundó “La Productora” junto con Carlos Aón, Jok, Angel Mosquito, Gervasio y Luis Guaragna, con los cuales organizó Frontera, la convención de comics más importante de Sudamérica.

En su haber, se encuentran grandes trabajos con editoriales de todo el mundo, además de la colaboración con artistas de renombre, como el mismísimo Solano López.

En su paso por Socios a la fuerza, el programa conducido por Carlos Romero y con la participación de Nahuel Paz, Melina Alderete y José Casco, que se emite todos los lunes de 19 a 21 por Radio Kamikaze, Cristian Mallea habló de las tendencias actuales en el mundo de la historieta, su trabajo con López, su costado docente en la Escuela Zoppi de Morón para dibujantes, y sus impresiones sobre la historieta argentina de ayer y hoy.

¿Cómo administrás las distintas tendencias que hay ahora en el mundo de la historieta, como, por ejemplo, el manga, la vertiente gringa, la nacional?

Todo es según desde dónde lo mires. En general, hay poca conciencia en Argentina del nivel al que nosotros llevamos la disciplina. Nosotros tenemos hitos muy importantes en el ámbito, como El Eternauta o Patoruzú. Pero, tanto la gente como también las grandes editoriales y los grandes humoristas, hemos perdido esa memoria. Y es algo que sorprende, incluso a quienes nos dedicamos a la disciplina, y a veces quienes te recuerdan “lo bueno” que tenemos en la Argentina en cuanto a historieta, son los de afuera.

Por ejemplo, me pasó en un festival de historieta en Francia, donde estaba con unos amigos, que un francés salió y preguntó “¿Hay argentinos en la fila?”. Entonces yo, como buen argentino, mire para otro, claramente. No quise decir nada. Pero un compañero salvadoreño me mandó al frente, y el francés me hace pasar. Y cuando le pregunto por qué me llamó, el tipo me dice: “Porque ustedes son los mejores”. Me quedé helado. Realmente no me lo esperaba.

Porque, la realidad, es que se honra muy pocas veces a la historieta nacional acá. Por ejemplo, todo lo que es la historieta fundacional nuestra no está reeditada, exceptuando El Eternauta, por supuesto. Pero, de El Eternauta para atrás, hay cincuenta años de historieta, y no se puede acceder a eso. Sin ir más lejos, “Las aventuras del negro Raúl”, que es la primera gran historieta argentina, no estaba publicada hasta este año, que la Biblioteca Nacional la sacó. Pero es un trabajo de 1916 que recién ahora se puede ver.

Claro, no es gratuito dedicarse, de la forma que sea, al ámbito de la historieta nacional…

No, claramente. Es más, en ese sentido, quienes nos dedicamos a la historieta, hoy por hoy podría decirse que no tenemos trabajo, por ejemplo, ¿no? Entonces, como que todo este dilema de las disciplinas y las convergencias entre vertientes, medio que pasa a segundo plano. Porque, a ver, es cierto y es un hecho que hay manga y que la historieta japonesa la está pegando, pero tampoco es que el manga viene a cubrir el vacío concreto, que es el laburo en la cultura, ¿no?

“Los chicos y chicas abducen el estilo de dibujo del manga, y creo que ahí se pierde la principal característica de la historieta argentina, que es que cada autor es distinto del otro.”

Mallea sobre la influencia de la historieta japonesa en el país.

Sí, el manga es un producto que llega básicamente elaborado en lo que es dibujo, ya trabajado en su volumen.

Tal cual. Y, lo que, es más, aunque esto es preocupación mía y quizás de algunxs pocxs, pero es cierto también que el manga genera lectores muy fieles y que, por ejemplo, abrió campo a las lectoras femeninas, que se acercaron a lo que es la lectura de historietas gracias a la apertura generada por el manga. Tené en cuenta que, por ejemplo, para quienes tenemos más de cincuenta y crecimos leyendo historietas, sabemos que, en este tipo de lecturas, éramos puros lectores varones. Era raro que apareciera una mujer entre medio de todos nosotros. Y creo que el manga colaboró con eso.

Sin embargo, desde el otro lado, desde mi rol de dibujante y también docente, te puedo decir que lo que sucede es que los chicos y las chicas abducen ese estilo de dibujo a su estilo. Y ahí yo creo que nos perdemos la principal o la única característica distintiva de la escuela de historieta nacional, que es que cada autor es distinto del otro. Y eso es algo difícil de transmitir a lxs chicxs que vienen con la impronta del manga muy fuerte debido a que son lectores asiduos de ese tipo de historietas.

Pasando un poco a tu trabajo como historietista, ahora que lo mencionabas, ¿cómo fue trabajar con Solano López y hacer algo vinculado a esta obra nacional central, El Eternauta?

La verdad que, en mis años dedicándome a esta disciplina artística, cuando miro para atrás, me siento un privilegiado, honestamente. Porque, si bien es cierto que, quienes nos dedicamos al arte siempre nos pasa un poco esto de “no estar del todo conformes” con lo que hacemos, yo noto, en mi experiencia personal, que toda la gente que conocí fueron mis maestros, algunos incluso siendo grandes amigos y grandes colegas, como Solano.

Imaginate que, por ejemplo, me pasó con Solano, que era gente que yo leía y miraba sus obras desde antes de conocerlo. Yo admiraba lo que hacía sin verle la cara, y cuando finalmente lo conocí, puedo decirte que no había ni un ápice de ego. Solano era un tipo con tanta generosidad, que te trataba de igual a igual desde el primer momento en que te veía.

Con él tengo una anécdota muy linda, antes de que a él se le ocurriera decirme “Che, ¿por qué no te dibujás un Eternauta”, ja. Viajé con él a Tucumán por la Semana de la Memoria. Imaginate lo que es ese suceso allá, donde la dictadura militar se ensañó con la juventud tucumana, un lugar donde se asesinaron a muchos jóvenes. Y nosotros con Solano estuvimos en espacios donde habían torturado y hecho desaparecer a niñxs y adolescentes. Y, en el medio de todo, alguien dice “Acá está el dibujante de El Eternauta”.

Entonces, cuando se corre la voz, la gente empieza a rodearnos y me preguntaban a mí “¿Usted es el dibujante?”. Y yo tipo “No, no, ¡es ese señor que está ahí!”. Y medio que lo agarraron, se lo llevaron como en andas, le pusieron en la mano un altavoz y le pidieron que diga unas palabras. Casi se muere Solano. ¡Y me pedía a mí que hable por él! Se excusaba en que “yo era más hábil con la palabra”. Y yo le dije “Solano, de ninguna manera, ¡lo quieren a usted!”.

Finalmente, algo como que lo iluminó y empezó a hablar. No recuerdo con exactitud sus palabras, pero habló cosas muy emotivas, porque terminamos todos llorando. Porque él no era simplemente “alguien que dibujó una historieta”, no. Era un sobreviviente, alguien con una magia muy particular.

Entonces, cuando me dijo de dibujar a El Eternauta, no lo sentí para nada como “algo natural”, sino que, más bien, fue algo que me costó horrores, empezar a dibujar esas páginas. Yo le decía todo el tiempo “Solano, ¿usted lo pensó bien? ¿Está seguro?”. Y él me alentaba, me decía que creía que yo lo iba a saber hacer bien.

“Solano López era un tipo con tanta generosidad, que te trataba de igual a igual desde el primer momento en que te veía.”

Cristian Mallea sobre uno de sus maestros, colegas y referentes.

Y así como Solano para vos es un referente y un maestro, vos un poco sos eso hoy en la Escuela Zoppi para muchxs chicxs. ¿Cómo es el trabajo en la Escuela? ¿Cómo surgió el proyecto?

Uy, no, pobres, si yo soy su referente, ja. ¿Sabés qué? Yo estoy convencido de esto: Los orientales tiene un concepto hermoso que es el del hilo de oro, que dice más o menos que, si vos tenés la suficiente perspicacia o suerte, o estás parado en un lugar así como muy curioso y agarrás un hilo de algo que te interesa, vos tirás de ese hilo y ese mismo hilo te vincula con todos los demás. Eso mismo me pasó a mi con mis colegas, con Solano, y también con la Zoppi. Todo eso era el hilo de oro que nos conectaba a todos. Y hoy me toca a mí ser un poco ese hilo y hacer el trabajo de conectar a lxs jóvenes con todo este mundo, sin creerme yo absolutamente nada, por supuesto. Simplemente porque me siento agradecido con todo lo que me fue pasando, y creo que esta es una buena forma de demostrar este agradecimiento.

Yo creo que, lo que hace a un buen dibujante o escritor de historietas, es más que un cúmulo de conocimientos. Son cosas más fuertes, más éticas a nivel laboral, cosas más profundas y que son casi filosóficas. Creo fervientemente en eso y me siento muy agraciado al estar rodeado de un montón de jóvenes en la Escuela Zoppi que están levantando esta misma bandera.

Por ejemplo, cuando empezamos con los primeros talleres en la Zoppi antes de que fuera “La Zoppi”, no teníamos idea de que, algún día, se iba a transformar en una escuela. Y ahora vemos cómo las generaciones se van sucediendo acá. Y realmente espero que estxs chicxs sean el reservorio de un montón de cosas que, el Estado, la Industria, o el devenir cultural de nuestro pueblo no supo sostener. Pensá que vos antes, te parabas frente a un kiosco y veías hasta veinte o más revistas y editoriales argentinas y podías elegir la historieta nacional que más te gustara. Y eso es algo que lxs chicxs no pueden hacer hoy, y tampoco pueden compararlo porque no lo vivieron.

La Escuela Zoppi para dibujantes está ubicada en Morón y se dedica a formar jóvenes y adultxs en la disciplina artística.

Así que, creo que de alguna forma hay que saber subsanar esta falta. Y creo que, volviendo a los clásicos como Oesterheld y Solano, es una buena forma. Porque esas obras, como El Eternauta, son clásicos posta, que te vuelan la cabeza. Y si vos se lo das hoy a un pibe de diez o doce años, al principio quizás le cueste engancharse, pero una vez que lo leyó, algo lo cambia. Me pasó con mi propio hijo.

Siento que la historieta argentina tiene una potencia que es ajena a su forma, que está en su contenido. Y que es una de las disciplinas más viejas de la humanidad y que, aún hoy por hoy, sigue despertando diversos intereses.

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