Un mundo hecho a mi medida: La historia del dibujante Adrián Gatica

Un mundo hecho a mi medida: La historia del dibujante Adrián Gatica
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“Cuando era niño, creía que llevando al papel mis mundos, podía hacer realidad lo que yo deseaba en verdad”, afirma Adrián Gatica, dibujante residente en Villa Ballester que se dedica a la creación de cómics e historietas desde su temprana infancia.

La Ciudad conoció al artista en la última edición de la Conurbano Pop, un proyecto cultural y autogestivo del oeste que nuclea a todas las personalidades y emprendimientos dedicados a lo geek, lo gamer, lo otaku y el universo de los cómics.

Hoy, Adrián Gatica cuenta su historia y recrea sus primeros pasos dentro del mundo de la ilustración, sus inspiraciones e influencias, la idea creativa detrás de Sol Naciente, su obra más reciente, y reflexiona acerca del rol del dibujante en la sociedad argentina actual.

¿Cómo empezaste a dibujar? ¿Cómo ocurrió ese primer acercamiento?

Vengo de una familia humilde y, lo que yo hacía, era básicamente dibujar personajes, unos mirando para un lado y otros para el otro y, en ese mundo de dos dimensiones, recortaba los personajes y jugaba a las peleas.

Además, siempre estuve cerca del dibujo. Mis hermanos, de chicos también dibujaban y, posteriormente, uno se dedicó al dibujo técnico, y el otro se formó de manera autodidacta.

De más grande, comencé a dibujar gracias al animé, como mucha gente de mi generación, de mitad de los ochenta. Muchxs estuvimos atravesadxs por Los Caballeros del Zodíaco, Dragon Ball, Súper Campeones, influencias muy positivas para mí. Porque son personajes que reflejaban valentía, coraje, el no darse por vencido…son cosas que impactaron mucho en lo que sería posteriormente mi obra, en donde intento transmitir valores positivos que siento que le faltan a la sociedad hoy por hoy.

¿Por qué decidiste dedicarte a la creación de cómics e historietas?

Decidí dedicarme a la creación de historietas porque, cuando era niño, creía que llevando al papel mis mundos, podía hacer realidad lo que yo deseaba en verdad. Por ejemplo, si me gustaba una chica de mi curso, yo me dibujaba estando con ella, siendo felices, compartiendo momentos.

De hecho, pasé toda mi infancia dibujando una historia sobre anillos mágicos, con poderes de la naturaleza y chicos que buscaban estos tesoros y tenían grandes aventuras. Es una de las obras que recuerdo con mayor cariño, porque me dedicaba a jugar con los personajes y sus historias.

¿Cuáles fueron tus influencias en todo este trayecto artístico?

Mis influencias fueron cambiando durante los años. Siempre me gustó el estilo manga, un poco de la obra de Jorge Giménez, que hace una mezcla de cómic y manga impresionante, una fusión de Boku No Hero y Batman, una locura.

En cuanto a los mangakas, Inio Asano es mi referente máximo en mi forma de trabajar. También el creador de Dragon Ball, Akira Toriyama, y Yoshihiro Togashi, el mangaka de Hunter X Hunter, a quien considero el mejor escritor de manga para chicos.

También me influenciaron mucho los videojuegos. Las historias de Silent Hill, por ejemplo, me enseñaron mucho acerca de cómo construir las escenas. En el mundo del cine, encuentro influencia en Guillermo del Toro, un director asombroso que cambió mi forma de contar historias.

¿Cómo definirías tu estilo de dibujo?

La realidad es que yo dibujo con una carga emotiva muy fuerte y eso se ve reflejado en la presión del lápiz. Al principio, creía que eso era algo negativo y lo reprobaba. Luego, me di cuenta que era algo distintivo de mi obra, una especie de firma o sello del autor. La gente reconocía mis dibujos por la línea, y eso me parecía increíble. Diría que mi trabajo está conformado por una especie de línea nerviosa, muy emotiva.

“Un día, me paro frente a lo que dibujé, de forma quizás más automática, impulsiva, y el dibujo me habla, me cuenta su historia”, afirma Adrián Gatica respecto de su metodología de trabajo.

¿Qué es Sol Naciente? ¿Cómo surgió la obra?

Sol Naciente es un cómic que realicé y se publicó en el 2018. La obra es un conjunto de muchas historias que se me fueron ocurriendo a lo largo de los años. Por ejemplo, siempre me apasionó la cuestión de los cultos y todo lo misterioso que hay en ellos. Y, en Sol Naciente, quería escribir algo en donde haya un culto detrás de toda la historia argentina. El “sol naciente” remite al símbolo de la bandera nacional y, también, a la cuestión del big bang y los inicios y fines de todo.

En Sol Naciente, ¿cómo ves la composición de los personajes y sus historias, sus significados?

La historia de Sol Naciente se trata de Kian, el protagonista, que está buscando a su madre y, de repente, encuentra a una chica embarazada y decide hacerse cargo de ella y sus problemas.

Esta chica representa, en la historia y para mí, el amor de un hijo a su madre; es una especie de homenaje en vida a mi madre. También un poco a todos los vínculos que se construyen desde el amor. Yo intento un poco dar eso en la vida, ¿no? Sin que nadie me haya pedido nada, intento construir desde el amor, desde el cariño hacia un otro, conocido o no.

¿Cómo fue la publicación de la obra?

La publicación de Sol Naciente fue un poco caótica. Muchas veces se truncó el proyecto, me llevé muchas decepciones. Pero, finalmente, se logró de forma exitosa.

La primera tirada fueron alrededor de 200 números que se vendieron en dos días. Muchos me piden una segunda parte y, en pandemia, logré avanzar bastante con la historia, aunque me faltan algunos detalles. Pero, está en proceso una continuación.

En Sol Naciente, tratás un mundo de corrupción, dolor, poder y abusos. ¿Por qué decidiste contar una historia como esta?

La realidad es que me interesan mucho los matices. El contraste de la violencia y el odio, es el amor. Y para poder retratar bien el amor hay que poder mostrarle la contraparte a las personas.

En los siguientes episodios de Sol Naciente, los personajes van evolucionando y teniendo aprendizajes, lecciones de vida. Y no porque yo sea una persona que sepa dar lecciones. Yo simplemente soy un catalizador. No sé de dónde surgen las cosas, sino que simplemente me ocurren.

Mi objetivo en Sol Naciente es poder retratar bien el amor, con todo lo que yo detecto de otras producciones que siento que retratan mal al amor, como canciones vacías que dicen hablar de querer, pero siempre remiten a otra cosa. Quiero retratar mi forma de amor, ese acto de dar una mano a otro, de contenerla en un momento de necesidad. Y, para eso, tengo que saber mostrar la contracara, el porqué de esas necesidades.

¿Cómo ves el rol del dibujante en la sociedad actual?

El rol del dibujante en la sociedad implica la autogestión y el ser autodidacta. También la cuestión de no poder ganarse el mango con el dibujo, en la gran mayoría de los casos. Entonces, al tener otro trabajo más formal y que sustente la vida, el dibujo pasa a ser una actividad a la que te terminás dedicando solamente en los tiempos libres, pequeños baches en los que podés hacer lo que te gusta, que es crear historias.

Y no es algo que le pase sólo a lxs dibujantes, sino a todos los artistas. Yo también fui músico, tuve muchas bandas, y es muy difícil mantenerse forma autogestiva en ese rubro, hacerse un camino. Es muy frustrante. Hay mucho talento dando vueltas, tanto en la música como en el dibujo, pero que se termina agotando en empleos en donde no pueden ejercer su arte.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Mi próximo proyecto es un trabajo que se llama “Luciérnagas”, donde, como verás, la luz, el amor, esa idea siempre está presente. Y también continuar con los siguientes capítulos de Sol Naciente, por supuesto, que me los vienen pidiendo mucho. Quiero que cada personaje cuente su historia, que se relaciona con la trama principal.

¿Qué consejo le darías a una persona que quiera dedicarse a la historieta?

En Argentina, lastimosamente, para ser dibujante de historieta tenés que ser una persona que hace de todo, mucho multitasking. Es como conformar una banda de música con un solo hombre, que tiene que tocar y saber todos los instrumentos.

La autogestión y la valentía es clave para dedicarse al dibujo. También, hay que estudiar mucho, porque no es solamente saber dibujar, sino también saber guionar, editar, entender cómo funcionan los programas digitales de dibujo y diseño. Y, todo eso, trabajando diez horas por día en otro trabajo más formal. Es muy difícil.

Pero el cambio viene de uno, de los proyectos que decidimos llevar adelante. Hoy por hoy, por ejemplo, estoy trabajando para abrirme una comiquería en donde, además de vender mis cómics y los mangas de otros autores reconocidos mundialmente, también quiero darle el espacio a otros artistas de la escena local que quedan ocultos en un submundo y no llegan más a lo comercial.

He conocido artistas maravillosos, gente de otras provincias, proyectos interesantes y de alta calidad que, por desgracia, no se conocen. Pero quiero trabajar para revertir eso, y sé que voy a lograrlo.

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