#ElMomentoOtaku: Otakismo para principiantes I
Melina Alderete
“De ningún lado del todo y de todos lados un poco”, canta Jorge Drexler en su ya icónico “Movimiento”. Pero, ¿qué tendrá que ver el cantautor uruguayo con lo japonés? Y, precisamente, ¿qué tiene que ver con los otakus? Aquí se los explico mejor:
No, Drexler no es otaku, o al menos aún no “salió del clóset” como tal. Tampoco, hasta el momento, se le conoció ascendencia japonesa. Pero lo que sí tiene en común su verso citado con el otakismo, es esa especie de hibridez que denota la letra entera de la canción, esa mezcla de etnias, culturas, prácticas sociales que, evidentemente, están presentes en el mundo otaku cuando éste se da por fuera de su Japón natal.
Ya lo decía el experto en medios de comunicación, Henry Jenkins: Estamos viviendo en la época de la hibridez cultural. Podemos construir una construir una “identidad alternativa”, una comunidad diferente, a partir del consumo de bienes simbólicos transnacionales, que llegan a nosotrxs a través, no sólo de los medios tradicionales, sino sobre todo, de internet.
En la década del 2000, Jenkins se interesó, a raíz del propio fanatismo de su hijo por todo lo japonés, los videojuegos y también los superhéroes, en lo que se conoce como “fandoms”. Es decir, los grupos a los que decido pertenecer porque allí están mis pares, conformando este colectivo alternativo o comunidad que va en la misma línea con mis propios gustos.
Algunxs de ustedes quizás eran muy jóvenes, ¡o incluso aún no habían nacido! Pero, hace unos (cuantos) años atrás, eran muy populares en internet los llamados “foros” en los que se juntaban cibernéticamente un gran grupo de fans o aficionados a cierto tema, que estaban dispersos por todo el mundo. En ese foro, encontraban su lugar para debatir, discutir e intercambiar opiniones acerca del núcleo de su interés. Uno de estos centros podría ser el anime del momento, como Sailor Moon o Saint Seiya, o el último videojuego al que se podía acceder.
Y es que el otakismo comprende todo eso: manga, anime, videojuegos…En fin, todo lo que implique “no salir de tu casa” para poder disfrutarlo. De hecho, la palabra “otaku”, literalmente, significa “su casa” en japonés. Y fue utilizado en el país nipón para referirse, precisamente, a aquellos y aquellas jóvenes que preferían el entretenimiento “puertas para adentro” y que, por ende, implicaba no tener que relacionarse con otra gente.
Pero, aquí es cuando Jenkins dice: ERROR. Porque, como ya sabemos, el estar encerradx no implica necesariamente no socializar. Creo que la pandemia y las cuarentenas ya nos han dado cátedra respecto a eso, ¿no? No hace falta aclarar más…
Efectivamente, los tiempos han cambiado. Ya no estamos a mediados de los 2000 ni nos juntamos en foros de internet al mejor estilo Taringa! para comentar lo que vimos en Magic Kids (algunxs de ustedes ni deben saber de qué estoy hablando…ya haremos un #ElMomentoOtaku respecto de Magic Kids).
Pero, sin embargo, la cultura híbrida sigue existiendo porque, por algo nosotrxs, gente conurbana y argentina, estamos viendo anime, leyendo manga, que se hace en el otro lado del mundo, por gente que no habla nuestro mismo idioma. Además, logramos acceder a estos productos, gracias, en ocasiones, a editoriales o productoras que tampoco son de acá pero que, de alguna forma, se las ingenian para hacer llegar todo eso a nuestros ojos y a nuestras manos. ¿No es fantástico?
Así, es posible que yo, vos, ustedes, todxs nosotrxs podamos saber de oído algunas palabras en japonés, como “onii-chan”, y las repitamos hasta el cansancio, e incluso hagamos canciones, bromas, grupos alrededor de una palabra tan común y simple en el otro lado del globo, pero que, acá, nos fascina y es objeto hasta de interminables memes y remixes, como esta joyita:
Somos otakus, pero también vivimos en Laferrere, en Rafael Castillo, en Isidro Casanova, en Merlo al fondo. Cantamos canciones de Karina la princesita, bailamos con Los Palmeras, lloramos con el final de Evangelion, vamos a convenciones frikis de acá o de Capital. Nos compramos una remera de Nezuko, pero también el buzo Adidas que conseguimos en la feria de Morón. Tomamos mate, pero nos gusta también el ramen instantáneo del chino. Si eso no es ser parte de una cultura híbrida…Jenkins, te hemos fallado.