Mes del compostaje: una época para aprender a transformar los residuos orgánicos en abono
María Josefina Severino
El Día del Agua celebrado el pasado 22 de marzo dio inicio al Mes del Compostaje, que finaliza el 22 de abril con el Día de la Tierra. Esta época tiene como objetivo promover la realización de compost, un proceso que permite transformar los residuos orgánicos en abono.
Cabe mencionar que estos constituyen el 50% de los residuos sólidos urbanos, mientras que el 17% pertenece a papel y cartón. En este marco, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria – Área Metropolitana de Buenos Aires (INTA AMBA) difundió detalles sobre la realización de compost para aprovechar estos residuos.
Durante el proceso del compostaje, microorganismos descomponedores como hongos y bacterias, se encargan de transformar los residuos orgánicos en abono para la tierra. Según el técnico de la Agencia Avellaneda del INTA AMBA, Agustín Colson, se trata de “recicladores que, mediante su acción, descomponen, desarman y reorganizan la materia, generando compost: una enmienda estabilizada con múltiples beneficios para el suelo”.
“Es central entender que los que compostan son estos seres diminutos (microorganismos descomponedores) y que nuestra labor será brindarles alimento y condiciones adecuadas para que se desarrollen de manera óptima”, explicó Colson.
Compost desde cero
La materia orgánica que sirve de alimento a los microorganismos descomponedores se clasifica en dos grupos: verdes, húmedos o nitrogenados; y marrones, secos o carbonados.
En el primer grupo se incluyen los restos de frutas y verduras, el pasto y las hojas recién cortadas o podadas, así como saquitos de té, yerba o café, entre otros. Estos se encargan de aportar humedad y Nitrógeno, que es clave para la producción de proteínas y el crecimiento de las poblaciones bacterianas.
Por su parte, al grupo de los “marrones” lo integran por ejemplo hojas y ramas secas, pasto seco, aserrín, cascaras de huevos, cartón y papel. Estos aportan Carbono, que además de ser una fuente de energía y contribuir al desarrollo de hongos y bacterias, aporta porosidad y aireación.
Para comenzar con el proceso, el primer paso es separar los residuos en húmedos (verdes) y secos (marrones). Cabe mencionar que en el compost no se deben utilizar restos de comidas elaboradas, condimentadas o cocidas; productos lácteos, carnes, grasas, huesos, papeles o cartones con tintura. Tampoco se pueden emplear pañales, pañuelos de papel o de uso para higiene, estiércoles de mascotas, plantas o maderas con tratamientos químicos.
El técnico de la Agencia Avellaneda de INTA AMBA explicó que entre los materiales hay que mantener una relación “de 2 partes de marrón por una parte de verde”. Sin embargo, consideró que en las composteras domiciliarias pequeñas puede ser difícil lograr esa proporción; y aclaró: “Podremos mantener una relación 1:1 teniendo en cuenta que deberemos estar más atentos a la aireación del compost, ya sea revolviendo más a menudo o aportando lombrices”.
“Podemos valernos de la técnica de ‘lasagna’ para ajustar esta proporción e ir aplicando en capas sucesivas y alternadas materiales verdes y marrones”, detalló Colson.
¿Dónde se puede compostar?
Si bien el compost requiere de ciertas condiciones para su realización, puede hacerse tanto al aire libre como en un ambiente cerrado. Este último es útil cuando el volumen de residuos domiciliarios es bajo y se cuenta con poco espacio, por lo que es el que se utiliza en muchos casos en las ciudades; y se trata de “contenedores, tachos o artefactos a los que llamaremos compostera”.
Cabe mencionar que el espacio donde se realice el compost deberá contar con orificios de drenaje, tapa y un sistema de recolección del líquido generado en la descomposición. Todo esto a fin de “garantizar una adecuada humedad, temperatura y aireación”, explicó Colson.
Ahora bien, si se cuenta con un espacio amplio, se pueden combinar los desechos de la cocina con los residuos de jardín como pasto, hojas y restos de podas. “De ser así es recomendable un sistema semicerrado tipo corral, cajón o tacho de dimensiones considerables. Una compostera de 1 metro cuadrado por 1 metro de alto dividida en 2 secciones donde se pueden procesar los residuos de hasta 10 personas”, especificó el especialista.
El técnico del INTA explicó que la compostera debe tener facilidad para revolver y regar los materiales; además de contar, al igual que en el caso anterior, con una tapa y orificios de drenaje. Como diferencial, hay que tener en cuenta que si está apoyada sobre el suelo la primera capa del compost deberá ser de material grueso como ramas y hojas secas, con el fin de evitar compactación y malos olores.
Otras recomendaciones
Según explicó Agustín Colson, la preparación del compost debe estar húmeda pero no saturada. “Si uno aprieta un puñado entre sus manos debería asomar alguna gota entre los dedos, sin que se produzca chorreado”, detalló.
El tiempo que lleva el proceso del compost varía según la temperatura: mientras que en invierno tarda entre 5 y 6 meses, durante el verano el período se reduce a 3. El abono estará listo cuando no se puedan identificar los residuos de la preparación, y la mezcla tenga una temperatura estable, huela a tierra mojada y tenga un color marrón a marrón oscuro.