Pulperia de Neón, el bar de Ituzaingó en el siglo XIX
Santiago Menu
Las pulperías, esos antiguos comercios que alguna vez fueron el corazón vibrante de las comunidades rurales y urbanas en Hispanoamérica, representan mucho más que simples puntos de venta. Estos establecimientos, que surgieron durante la época colonial y proliferaron a lo largo de los siglos XIX y XX, eran verdaderos centros sociales donde la gente no solo compraba víveres y productos básicos, sino que también se reunía para conversar, intercambiar noticias y forjar lazos comunitarios. Lo que hoy conocemos como el municipio de Ituzaingó no estuvo escindido de esta clase de espacios y, pese al paso del tiempo, muchas personas cuentan historia de la Pulpería de Neón, uno de los puntos típicos que tenía el partido a finales de 1800.
Este negocio estaba situado a la vera del antiguo Camino de Córdoba, a inmediaciones de donde está radicado actualmente el Club de Polo “Los Pingüinos” y su propietario era don Miguel Naón, quien a la vez era Juez de Paz. Cuenta la leyenda que, además de este comercio, se encargaba de cobrar los derechos de tránsito que existían en aquel entonces para pasar de un Partido a otro y oficiaba de vigilancia.
Historiadores señalan que muchas tropas que se dirigían hacia diversos puntos paraban varios días en lo de Neón, ya que proporcionaba comodidades para los arrieros. Al lado de su local, tenía grandes corrales donde se podía encerrar la hacienda y dejarla a buen seguro de un extravío.
Asimismo, muchas personas que conocían a Neón aseguraban que no era muy amigo de fiar. Una vez que se acercaba a entregar las consumiciones, repetía: “a la moda del Bragao, peso tomao, peso pagao”. Más allá de estas anécdotas, es indudable que su espacio marcó un antes y un después en Ituzaingó.
Las pulperías, con su rica historia y su papel central en la vida comunitaria, han dejado una huella indeleble en la cultura hispanoamericana. Aunque muchos de estos establecimientos tradicionales han desaparecido o se han transformado con el tiempo, su esencia perdura en la memoria colectiva y en ciertos rincones donde aún se mantienen vivas. Representan un testimonio del espíritu de comunidad, cooperación y resistencia que caracterizó a muchas sociedades a lo largo de los siglos. En el municipio de Ituzaingó, Neón se transformó en una verdadera insignia para un sinfín de personas que tuvieron el placer de visitarlo y sus tradiciones se trasmiten de generación en generación.