La historia de Darío Rivas, el hombre que desde Ituzaingó denunció y querelló los crímenes del Franquismo
Enzo Resino
El 14 de abril de 2019 fue el día de la despedida, como si el destino lo hubiese querido así. Exactamente un 14 de abril, nueve años atrás, Darío había presentado la querella en el Juzgado Federal Nº 1 de Servini de Cubría. También, ese mismo 14 de abril, pero 88 años antes, se había proclamado la Segunda República en España, un gobierno adelantado para la época. Entre otras cosas, instauró el sufragio femenino, legalizó el divorcio y estableció la libertad de expresión. No quedan dudas que el destino así lo quiso, morir un día después del 14 de abril.
Un día antes, Adriana se propuso ir a verlo al geriátrico. Viajó desde Tigre pero no lo vio nada bien. El geriátrico lo deprimía. “Hasta las 19:30 debo haber estado y al día siguiente a la mañana me llaman y me dicen que Darío había fallecido”, así se enteró de su fallecimiento. En ese último encuentro, en esa última charla entre Darío y Adriana, ella le prometió “que su nombre no se iba a olvidar nunca y que siempre iba a ser una bandera de justicia”.
La querella argentina contra los crímenes del Franquismo
En la película de Pedro Almodobar rodada en el 2018 “El silencio de otros” un notero le pregunta a una pareja de jóvenes españoles si conocen la “ley del olvido”, si saben que es: “Ni idea, contestan“. será alguna ley española“. Aquel pacto de impunidad celebrado por las élites españolas en 1977 y que pretendía “olvidar” los crímenes ordenados por el dictador Francisco Franco había conseguido su objetivo. En solo 40 años, nadie en España busca justicia por los crímenes del franquismo. Más de 100.000 ciudadanos y ciudadanas españolas fueron fusilados, asesinados y enterados en fosas comunes. El pacto del olvido, prohíbe investigar aquellos crímenes, “Es simplemente un olvido, una amnistía de todos para todos, un olvido de todos para todos” se lee en sus fundamentos.
Pero al traje se le ve la hilacha y el 14 de abril de 2010 Darío Rivas e Ines Garcia Holgado, amparados por el principio de la justicia universal ante delitos de lesa humanidad, se presentan ante la jueza María Servini de Cubrìa para iniciar “La querella Argentina contra los crímenes del Franquismo“. La causa que tramita que bajo el numero 4591/2010 acumula desde entonces grandes victorias, entre ellas, la declaración por primera vez de decenas de víctimas ante un juez que tanto en suelo argentino como en suelo español –y también por videoconferencia– apuntalaron centenares de querellas, incluidas de algunas instituciones públicas.
Esas palabras nunca antes pronunciadas ante un magistrado han conseguido poner nombre y apellidos a presuntos criminales en un procedimiento penal: los de los exministros Rodolfo Martín Villa y José Utrera Molina o del policía franquista y torturador Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño. Para el 28 de noviembre de 2012, fueron alrededor de 5.000 los testimonios entregados al juzgado. El trabajo de la Querella Argentina y de María Servini de Cubría ha sido incesante y se mantiene así hasta el momento, bajo un inclaudicable pensamiento: Son crímenes de lesa humanidad y no prescriben.
La querella logró desde entonces la exhumación de Timoteo Mendieta y otras decenas de fusilados que estaban en fosas comunes. En estos años, también algunos pérdidas como el propio Darío Rivas, o de Ascensión Mendieta y María Martín, el abogado Carlos Slepoy o, en mitad de la pandemia de la COVID-19, el ex preso del franquismo Chato Galante.
Darío Rivas, su historia y la pérdida de su padre como motivación para buscar justicia
El caso que sin lugar a dudas marcó un antes y un después para los familiares que no veían como posible la reparación por el daño sufrido durante la dictadura de Francisco Franco, fue el de Darío Rivas. Luego de dejar España a los nueve años, a bordo de un barco que partió de La Coruña, Darío se estableció en Buenos Aires junto a algunos de sus hermanos. Transcurridos algunos años y ya siendo un adolescente, se enteró de la más trágica noticia: habían asesinado a su padre, Severino Rivas Barja, alcalde de Castro Rey un pueblo de la Provincia de Lugo, su Galicia natal.
Severino había sido fusilado el 29 de octubre de 1936 por un grupo de falangistas, para luego ser enterrado en una fosa común. Su fusilamiento se dio a tres meses de haber asumido como alcalde con el gobierno de la Segunda República.
Su camino en búsqueda de la verdad, lo llevaron a Darío a convertirse en el primer querellante español de la causa que denuncia los crímenes cometidos durante la Guerra Civil Española y la dictadura del Franquismo desde Argentina. “Él estuvo averiguando, investigando y haciendo todo para saber donde estaba su padre”, le comentó Adriana Fernández, Presidenta de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica – Argentina, a La Ciudad.
“A mi padre lo secuestraron los falangistas en un café de Lugo y después lo entregaron a los militares“, contaba Darío Rivas hace algunos años después de recuperar los restos de Severino. “Lo dejaron tirado en una cuneta para escarmiento del pueblo”, agregó. Eriza la piel y sensibiliza releer cada palabra de este gallego tan bonaerense. Encontrar el cadáver de su padre “fue un milagro”; en especial porque fue en el contexto de un viaje a su tierra natal allá por 2004.
Luego de haber sido fusilado, fue enterrado en una fosa común que estaba detrás de una capilla, a las afueras de lo que se conoce como “camposanto”. Así es como en 2005 Severino Rivas, que como decía su hijo “era socialista de corazón, porque ayudaba a los pobres”, se convirtió en la primera persona fusilada en ser exhumada en Galicia.
Su casa en Ituzaingó, un punto de encuentro para la amistad, la memoria y la esperanza
“Para mi era un abuelo”, con esa ternura lo recuerda Adriana Fernández a Darío Rivas. Pero que a pesar de su avanzada edad “se subía al Tren Sarmiento como si tuviera 20”, algo que solía hacer habitualmente ya que su casa de Teniente Coronel Miguel Caxaraville al 1745 en Ituzaingó Sur, estaba a muy pocas cuadras de la estación.
“Su pasión era luchar por la causa” y así vivió, dedicado a luchar contra los crímenes del franquismo. Todas las mañana “se levantaba, iba a buscar todos los diarios, los leía todos y se ponía al tanto de todas las noticias, de todos lo que tenía que ver con la causa en España y obviamente acá también”. Su historia de lucha lo llevó a Darío a rodearse de muchas personas, que lo acompañaban y le tenían mucho aprecio, como Nora Cortiñas, el escritor español Manuel Rivas y el juez español Baltazar Garzón.
Las amistades y los afectos, eran una parte importante de la vida de Darío. “no hacía diferencia entre las personas, siempre y cuando sean personas de buen corazón; porque “si no eran personas de bien, ahí si se ponía jodido”, comentó entre risas Adriana, quien compartió muchos años de amistad con él. Esa casa de la calle Caxaraville fue sede de grandes encuentros ya que “cuando quería festejar, juntaba a todo el mundo en su casa y hacía asados. Llevaba mozos y atendía a todos”.
El destino advertido quiso que Darío se fuera un 15 de abril, tan cerca de aquella fecha que lo marcó toda su vida. El próximo viernes se cumplen 3 años, un tiempo más que prudencial para que nuestra comunidad Ituzainguense pueda rendirle un merecido homenaje y sacarlo del olvido.
Foto de portada: Clarín.com