Escritorxs del Conurbano: Hoy, Alejandro Laurenza
Melina Alderete
“Cada vez que escribo un libro para chicos, soy un chico que escribe, que juega, se entusiasma y se divierte”, afirma Alejandro Laurenza, poeta pero también dedicado a la narrativa y, en especial, a la literatura infantil, un camino que aprendió a recorrer dejándose llevar por la aventura de lo cotidiano.
La Ciudad charló con el autor de “El diario de Toba”, “El mago Pascualito”, “Y en medio nosotros”, entre otras obras, acerca de su vínculo con la poesía, la llegada de la literatura para niñxs, la publicación de forma independiente y el fuego que atraviesa los textos y el momento de escribir.
¿Cuándo empezaste a escribir? ¿Cómo fue ese inicio de relación con el mundo de la escritura?
Mi primera conexión realmente fuerte con la literatura fue a través de la poesía. Antes de eso, había leído algunos libros sueltos, unos cuantos, pero pasaron sin dejar grandes huellas en mí. O sí dejaron, pero no tan perceptibles. Faltaba el fuego, por decirlo de alguna manera.
Hasta que llegó Neruda. Una vez, en un programa de televisión de los años noventa, uno de los personajes recitaba “Me gustas cuando callas”, y sentí que eso era, que ahí estaba la vida.
Y claro, ¿qué podía empezar a escribir entonces que no fuera poesía o algo que se le aproximara? Mi primer poema lo compuse mentalmente una noche mientras esperaba el colectivo sobre la Avenida Cabildo, en Capital. Era ya el segundo colectivo que tomaría para volver de la facultad (estudiaba ingeniería por aquellos años) a mi casa, en San Andrés, partido de San Martín.
Además de dedicarte a la poesía, también escribís literatura infantil. ¿Cómo fue ese camino? ¿Cómo vivís ese tipo de escritura?
La literatura infantil ocurrió por azar. Llevaba unos diez años escribiendo casi exclusivamente poesía. Había publicado tres libros de manera independiente, que luego salía a ofrecer por las plazas, durante mis tiempos libres. Tenía también escrito algún que otro relato, que me servía para aprender, pero hasta ahí llegaba. Por otra parte, venía con muchas ganas de escribir una novela.
Sin embargo, lo de la novela no quería funcionar. Me sentaba, en aquel tiempo, con un cuaderno tamaño oficio y una birome (no iba todavía directo al teclado de la computadora) y escribía durante un día, dos, tres, y después se me agotaba el tema. No había manera. Los textos no estaban vivos.
Hasta que, en uno de esos intentos de novela fallidos, miré a mi perro que lo tenía al lado, mirándome también, y empecé a hablar en el papel como si él estuviera hablando, de situaciones cotidianas, con humor, exagerando y riéndome de lo que pasaba en casa todos los días. Y entonces sí, pude sentir que, en esos breves cuentos, en los que me había conectado sin querer con mi nene interior y que, por lo tanto, serían cuentos para nenes (aunque aún no me había enterado) asomaba algo que valía la pena. Así nació “El diario de Toba”, mi primer libro infantil.
De ahí en más, cada vez que escribo un libro para chicos, soy un chico que escribe, que juega, se entusiasma y se divierte.
¿A quiénes consideras tus “referentes” en lo literario? ¿Cuáles son tus influencias?
Tengo varios. En poesía, el más cercano es Benedetti. Leo a muchos y me va cambiando el estilo. Neruda, claro, Alfonsina Storni, Galeano (que, sin ser poeta, sus textos están llenos de poesía), Rabindranath Tagore, algunos contemporáneos que descubro por ahí. Muchos más.
Después, en novela (género que finalmente pude escribir y publicar, aunque más tarde) están Sábato, Dostoievski, Hemingway, Faulkner, García Márquez, Isabel Allende, Saramago, Nadine Gordimer, Elena Poniatowska, Cervantes, Hermann Hesse, Murakami; y tantísimos otros que me van marcando, y a los que vuelvo con relecturas o en textos diferentes. De sólo nombrarlos, me dan ganas de regresar a ellos.
¿Qué pensás del ambiente literario del conurbano? ¿Crees que, en el mercado editorial, lxs escritorxs del conurbano están ganando terreno?
No lo sé realmente, no podría decirlo. En mi caso, lo hago a pulmón, publico mis propios libros, contrato la imprenta, salgo a venderlos por toda la ciudad. Principalmente en el conurbano, aunque a veces voy a CABA también. Así me gano la gano la vida desde hace poco más de diez años, y la recepción por parte de los lectores es buena.
Pero lo hago independiente. Poco me entero de cómo va el circuito tradicional, el de las editoriales formales, la distribución, las librerías, más que por lo que puedo leer en algún grupo en las redes, o en alguna publicación digital que hable sobre el tema.
Lo que sí sé, es que cada vez cuesta más encontrar poesía en las librerías tradicionales. Es un género que está desapareciendo, me llegaron a decir mientras buscaba libros para mí, como lector de poesía que soy. Me doy cuenta de que tengo que ir a lugares puntuales, ferias independientes, donde se puede encontrar poesía contemporánea.
De tu propio material, ¿cuáles son tus escritos favoritos y por qué? ¿Cuál es tu último trabajo?
Voy publicando lo que me gusta. Lo que no va, lo descarto, no llega a ser libro. Salvo uno, el primero, que ya no lo edito, no tiene solución el pobre, pero que me sirvió para aprender.
El último de chicos es “El mago Pascualito”, con todos animales de acá, del sur; es la historia de un pingüino que se quiere hacer mago. Ahora estamos trabajando con el dibujante en uno nuevo, con animales del norte, de la provincia de Misiones, en el que un coatí y sus amigos salen en busca de un tesoro perdido desde los tiempos de la colonia: “El tesoro de Camilo”, se va a llamar.
Mi último libro publicado es de poesía, “Y en medio nosotros” y está recién salidito. Me lo entregó la imprenta en el mes de diciembre, así que estoy empezando a ofrecerlo a los lectores. Por ahora tengo algunos buenos comentarios, lo cual siempre me anima a seguir.
¿Qué consejo le darías a unx escritorx del conurbano que quiere comenzar a publicar sus escritos?
Le diría que escriba lo que de verdad necesita decir, lo que desea, lo que le sale de las entrañas; y que después corrija como si hubiera sido escrito por otro, que corte y tire y reescriba, varias veces, que no sea condescendiente consigo mismo. Después se verá quién lo lee: seguramente quienes se parezcan a él mismo como lector. Cuanto más honesto, más posibilidades tendrá el libro.
Si optaran por publicar de forma independiente como yo, le diría que no escatime en esfuerzo, que se tome muy en serio cada etapa, que aprenda continuamente para que el próximo libro sea mejor que el anterior.
Y le diría con seguridad que ahí afuera hay lectores, muchos más de los que solemos creer.