Fernando Caldeiro, el vecino de Ituzaingó que cumplió el sueño de ser astronauta

Fernando Caldeiro, el vecino de Ituzaingó que cumplió el sueño de ser astronauta
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Levantar la vista en una noche despejada de Ituzaingó puede ser una experiencia entrañable. Las estrellas fugaces, los planetas alineados junto a la Luna y hasta el paso visible de la Estación Espacial Internacional suelen despertar la imaginación de cualquiera. Pero para un vecino nacido en el barrio Villa Las Naciones, esas imágenes no fueron solo fantasías: fueron el motor para cumplir uno de los sueños más extraordinarios que puede tener una persona. Fernando “Frank” Caldeiro, nacido el 12 de junio de 1958, no solo soñó con el espacio: llegó a convertirse en astronauta de la NASA, el único argentino en haber alcanzado ese logro.


Sus primeros años transcurrieron en las calles tranquilas de Ituzaingó, donde ya mostraba una curiosidad inagotable por la aviación y la mecánica. Quienes fueron sus compañeros en la Escuela Nº 84 Paul Groussac –hoy Escuela Nº 12– lo recuerdan como un chico vivaz, travieso y fascinado por todo lo que volara. Las aventuras de la revista Lúpin y la presencia constante de aviones provenientes del Aeródromo de Morón moldearon su imaginación. Ese interés temprano se profundizó cuando cursó la secundaria en la EET Nº 11 “Malvinas Argentinas”.


Durante su adolescencia, la vida de Fernando dio un giro decisivo: emigró junto a su familia a Nueva York. Allí finalizó la escuela secundaria en Bryant High School y, con una orientación ya definida hacia la ingeniería aeroespacial, completó estudios universitarios que marcarían su futuro. Obtuvo títulos en Tecnología Espacial y en Ingeniería Mecánica en instituciones de Long Island, Arizona y Florida.

En 1991 ingresó a trabajar a la NASA, inicialmente por su especialización en sistemas criogénicos aplicados a vehículos espaciales. Pero su potencial llamó rápidamente la atención. En 1996 fue seleccionado como astronauta de la agencia espacial, ingresando al Grupo 16, conocido como “las sardinas” por ser la clase más numerosa en la historia del programa: 36 personas elegidas entre más de cinco mil postulantes.


Aunque la vida lo había llevado muy lejos de su barrio natal, Caldeiro nunca se despegó de sus raíces. Tras recibir las alas de astronauta candidato, lo primero que hizo fue comunicarse con medios argentinos para compartir la noticia. Era la primera vez que alguien nacido en Argentina llegaba a ese lugar privilegiado de la historia aeroespacial, y el orgullo en Ituzaingó no tardó en hacerse sentir.


Su carrera dentro de la NASA continuó creciendo: se convirtió en experto en sistemas mecánicos de los transbordadores, especialmente del Discovery. Participó activamente en la investigación del trágico accidente del Columbia en 2003, que lo afectó profundamente, ya que cuatro de los astronautas fallecidos eran compañeros de su grupo.


Aun así, Fernando nunca dejó de trabajar y de mantener el vínculo con Argentina. Participaba en foros espaciales nacionales, visitaba el país cuando su agenda lo permitía y mantuvo un diálogo permanente con jóvenes interesados en la ciencia y la aeronáutica. En 2005 y 2008 regresó como invitado especial al Aeródromo de Morón, donde fue recibido como un verdadero héroe.


El 3 de octubre de 2009 falleció tras enfrentar una dura enfermedad, dejando un legado imborrable. En Ituzaingó su memoria permanece viva: no solo como el vecino que llegó más lejos, sino como un ejemplo de humildad, pasión y excelencia.

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