Hace 212 años, la Patria nacía con una revolución
Enzo Resino
Todo venía ocurriendo desde antes, incluso sin pensarlo, para ir acomodando los casilleros. Esta historia ya había comenzado a escribir sus primeros párrafos mucho antes de la Semana de Mayo de 1810. Tal vez fue la resistencia del pueblo en aquella “Primera Invasión Inglesa” (1806) o la confirmación de la voluntad y el deseo de no arrodillarse ante las intenciones de otra potencia, durante la “Segunda Invasión” de los ingleses (1807). En ese momento una chispa comenzó a arder.
Ni que hablar cuando la noticia del ingreso de las tropas napoleónicas y la captura del Rey Fernando VII llegó a Buenos Aires. Los intentos del virrey Cisneros por ocultarlo -incautó todo periódico que trajeran los barcos ingleses- fracasaron. Fue el 14 de mayo cuando los habitantes se enteraron por “los periódicos ingleses del mes de enero que la Junta de Sevilla había sido disuelta” (Pandolfo, G. 2015. La aventura argentina. Editorial Planeta) y así comenzaba a arder el fuego de las ideas independentistas.
La semana que parió a la Revolución de Mayo
El 18 de mayo de 1810 comenzó lo que sería una larga y agitada semana, que quedaría para siempre guardada en la historia argentina. Los independentistas iban y venían; casi siempre el lugar para las reuniones era la casa de Nicolás Rodríguez Peña o la jabonería de Hipólito Vieytes. El grupo a favor de la independencia comenzó a mover sus piezas; la idea de solicitar un Cabildo Abierto -propuesta realizada por Juan José Castelli- fue la que más apoyo recibió. Luego avanzar con esta solicitud y de demostrarle a Cisneros que su autoridad estaba debilitada, iniciaron las maniobras para solicitar un Cabildo Abierto.
El 21 de mayo el Cabildo estaba reunido, como era habitual, para tratar temas relacionados a la ciudad. “Pero a los pocos minutos, los cabildantes tuvieron que interrumpir sus labores. La Plaza de la Victoria estaba ocupada por unos 600 hombres armados con pistolas y puñales. Este grupo de revolucionarios, encabezados por Domingo French y Antonio Luis Beruti, se agrupaban bajo el nombre de Legión Infernal” (Pigna, F. 2004. Los mitos de la historia argentina. Editorial Planeta). Estos pedían a los gritos que se concretara la convocatoria al Cabildo Abierto que era tan demandado.
“El cabildo abierto del 22 de mayo reunió a menos de quinientos vecinos y Buenos Aires tenía, en ese momento casi 40.000 habitantes. Es decir que sólo el 1 por ciento de la población participó de aquella trascendental reunión”, explicó el historiador Félix Luna en una nota publicada en Página/3 (Revista aniversario de Página/12, junio de 1990). Fue el día de los discursos. Las voces revolucionarias resonaban en la sala y asustaba a los defensores de la normalidad absoluta. Un inspirado Castelli y su “reversión de los derechos de la soberanía al pueblo de Buenos Aires por ausencia del monarca”, provocó aplausos como así también la intervención de Juan José Paso.
Pese a que la posición del grupo de Castelli, Paso, Saavedra y otros tantos había vencido, los conservadores torcieron la voluntad resuelta por el Cabildo en la reunión. “El Cabildo, urgido por los comandantes, asume el 23 el poder vacante, para crear al día siguiente una Junta, que presidirá el ex virrey e integran dos de los promotores de la crisis (Saavedra y Castelli) y dos representantes de la tendencia intermedia puesta en evidencia el 22 (Incháurregui y Solá). Pero los dos revolucionarios, que comienzan por aceptar sus cargos, comunican en la noche del 24 que se retiran de la apenas constituida Junta” (Halperín Donghi, T. 1972. Historia Argentina. De la Revolución de Independencia a la Confederación Rosista. Editorial Paidós).
Las reuniones y las discusiones seguían, mientras se buscaba la renuncia de Cisneros que quedaba al frente del nuevo gobierno. De hecho, Tomas Guido recuerda en sus memorias que Manuel Belgrano -cansado de las acciones del ex virrey- juró a la patria y a sus compañeros “que si a las tres de la tarde del día inmediato el virrey no hubiese renunciado, a fe de caballero, yo le derribaré con mis armas”. Finalmente y tras una visita de Saavedra y Castelli, Cisneros dimitió y se llamó a un nuevo Cabildo Abierto.
La mañana de aquel 25 de mayo -que según diferentes referencias históricas amaneció gris y lluvioso- vecinos se acercaron a la plaza frente al Cabildo. Muchos de estos integraban el grupo dirigido por French y Beruti, que repartieron cintas rojas para identificarse entre los mismos independentistas. Pese a dilaciones y contratiempos, triunfaron las ideas de los patriotas por 156 votos contra 68. Así fue como asumió la Primera Junta que tuvo a Cornelio Saavedra como presidente, que fue completada por los vocales Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu y Juan Larrea; y que cuyos secretarios fueron Juan José Paso y Mariano Moreno.
Si bien esta primera forma de gobierno patrio asumía sus tareas para la “Reafirmación de los Derechos Soberanos del Rey Fernando VII”, el paso inicial hacia la independencia estaba dado. Con momentos de lentitud e indecisiones, pero también con el convencimiento de buscar y construir una patria libre y soberana tuvo lugar esta revolución.
¡Viva la Patria!¡Viva Argentina!