Ituzaingó: la historia de la quinta Lococo en Parque Leloir
Santiago Menu
La Quinta Lococo, ubicada en el corazón del Parque Leloir, fue durante años un emblema de la zona y una de las propiedades más extensas y distintivas de la región. Con sus aproximadamente 34 hectáreas, esta quinta reflejó el esplendor de una época en la que los jardines, lagunas y bosques formaban parte del paisaje característico de Ituzaingó.
La historia de la Quinta Lococo comenzó en 1946, cuando el empresario cinematográfico y teatral Clemente Lococo adquirió una serie de terrenos a la familia Leloir. La compra de estas tierras fue una decisión estratégica que convirtió a Lococo en uno de los mayores terratenientes de la región. La propiedad fue tan icónica que incluso la entrada principal, situada en la calle Del Prado, contaba con un imponente arco conocido como el “Arco Lococo,” que simbolizaba el ingreso a un lugar privilegiado de Parque Leloir.
A lo largo de los años, la Quinta Lococo no solo fue conocida por su vastedad y belleza, sino también por cómo su nombre se extendió a diferentes puntos clave del área. La propiedad incluía una laguna que posteriormente fue rellenada en 1953, año en que comenzaron a lotearse unas 20 hectáreas del terreno, marcando el inicio de la fragmentación de la quinta original. Durante este proceso, la rotonda ubicada en la intersección de las principales calles de la quinta empezó a conocerse popularmente como la “Rotonda Lococo” o “la Rotonda del Candil”, un lugar de referencia para l@s habitantes del lugar.
Este primer loteo fue solo el inicio de una serie de cambios significativos en la configuración de la quinta. En 1972, las últimas 14 hectáreas que había retenido Clemente Lococo fueron finalmente vendidas y subdivididas. Fue entonces cuando se comenzó a denominar “Plazoleta Lococo” al espacio que quedaba al final de la calle Del Prado, justo frente a la Capilla, en recuerdo de lo que alguna vez fue la gran propiedad. Otros nombres como “Lago Lococo” y “Casa Lococo” también se usaron para designar distintas partes del predio, manteniendo así el recuerdo de la familia que tanto influyó en la historia de Ituzaingó.
En los años 90, el “Arco Lococo” fue destruido, pero no sin dejar una marca en la memoria colectiva de la comunidad. La estructura representaba una época en que la zona estaba menos urbanizada y en la que la quinta aún era un símbolo de grandeza y exclusividad. La quinta en su conjunto era un espacio que albergaba no solo lo mejor de la arquitectura de la época, sino también una impresionante combinación de jardines y áreas boscosas que realzaban el atractivo de Parque Leloir.
Hoy en día, aunque la Quinta Lococo como tal ya no existe, su legado sigue presente en la nomenclatura local y en la memoria de los vecinos. Cada referencia a la quinta, la plazoleta, el lago, la rotonda o la casa Lococo rememora un pasado lleno de historia y nostalgia, recordando la importancia de estos espacios emblemáticos en la identidad cultural de Ituzaingó.