Ituzaingó: la historia de la "Laguna de Banquero" un espejo de agua en pleno centro
Santiago Menu
El entorno de la laguna ofrecía un paisaje silvestre: un juncal crecía denso en su costado más cercano a Brandsen, lo que dificultaba la vista directa desde la avenida. Aun así, el lugar era conocido por su vida silvestre.

Entre calles que hoy forman parte del trazado urbano de Ituzaingó, existió una vez una laguna que marcó el paisaje y la memoria colectiva de cada un@ de l@s vecinos del oeste bonaerense que transitó alguna vez por estos lugares. Aunque ya no existe, su historia persiste en los recuerdos de quienes la conocieron y en los relatos que reconstruyen la transformación del territorio.
La laguna estaba ubicada en lo que antiguamente eran tierras de la familia Bovone, una amplia extensión de campo comprendida entre las actuales avenidas José María Paz (que en aquel entonces se llamaba Julio Roca) y Brandsen, y desde aproximadamente la calle Carabobo hasta unos 400 metros al norte. En uno de los extremos de estas tierras, justo en la curva de la avenida Brandsen, comenzaba este cuerpo de agua natural, de unos 100 metros de ancho por 200 de largo, que se convirtió en punto de referencia local.
Aunque técnicamente estaba dentro del campo de los Bovone, la laguna terminó siendo conocida popularmente como "la laguna de Banquero", por la cercanía y visibilidad de la familia Banquero, que residía en la vereda de enfrente. La misma lógica vecinal llevó a que incluso la curva de la calle Brandsen, en ese tramo, fuera llamada durante años como "la curva de Banquero", una denominación que sobrevivió en la oralidad más allá de los planos oficiales.
El entorno de la laguna ofrecía un paisaje silvestre: un juncal crecía denso en su costado más cercano a Brandsen, lo que dificultaba la vista directa desde la avenida. Aun así, el lugar era conocido por su vida silvestre. Vecin@s de la época recuerdan haber visto allí patos, gallaretas, teros y, ocasionalmente, algunas aves zancudas. La profundidad del agua variaba entre medio metro y un metro, dependiendo de las lluvias y las estaciones.
La laguna, como tantos otros espacios naturales del conurbano, fue víctima del avance urbano. Con el loteo de las tierras y la posterior urbanización del barrio, entre 1945 y años posteriores, el cuerpo de agua fue rellenado y su ecosistema desapareció. En su lugar se construyeron viviendas y calles, y así se borró físicamente un espacio que durante décadas formó parte del paisaje y del imaginario local. Hoy, quienes caminan por esa zona de Ituzaingó, hasta incluso sin saberlo, pisan suelo que alguna vez fue un reservorio de agua sumamente preciado para el barrio.

