La historia del fortín tradicionalista de Ituzaingó
Santiago Menu
El fortín "El Gallo" fue inaugurado el 17 de noviembre de 1968 en el viejo barrio Pintemar de Ituzaingó. Ubicado en un predio de 44 hectáreas en la intersección de las calles Haití y Comandante Peredo, este lugar representó una vívida conexión con las tradiciones argentinas, al tiempo que combinaba espacios deportivos y culturales.
La creación de este espacio tuvo un comienzo peculiar. Un año y medio antes de su inauguración, la Municipalidad de Morón, en colaboración con la Sociedad de Fomento Unión de Villa Las Naciones, inició un ambicioso proyecto para erradicar un enorme basural que ocupaba el terreno. Una vez despejado, y gracias al esfuerzo de la mencionada entidad de bien público, se dio inicio a la construcción del Centro Deportivo, que incluiría un sector destinado al rescate de las tradiciones nacionales: el Fortín El Gallo.
El Fortín El Gallo fue diseñado como un homenaje a la cultura y la historia argentina. Sus instalaciones contaban con un quincho con capacidad para más de 200 personas, que incluía un escenario para eventos. Uno de los detalles más llamativos era el fogón construido con huesos, símbolo de las raíces criollas.
Entre sus elementos más destacados se encontraba la pulpería "La Blanqueada", construida con barro y paja, que conserva la tradicional reja que separaba al patrón de los parroquianos. También se habilitó un horno de barro, un aljibe y el oratorio a San Francisco Solano, el patrono del folklore argentino.
Los actos de inauguración del fortín comenzaron con discursos de Carlos H. Sapetti, presidente de la Sociedad de Fomento Unión Villa Las Naciones, y del intendente de Morón, coronel (RE) Alberto Romero Oneto. Monseñor Miguel Raspanti, obispo de la diócesis de Morón, bendijo las instalaciones antes de un almuerzo que incluyó un tradicional asado criollo.
Por la tarde, las actividades captaron la atención de los asistentes con lanzamientos en paracaídas, un partido de pato, carreras de sortijas y un espectáculo de folklore. La jornada culminó con la Retreta del Desierto, interpretada por la banda de música de la Gendarmería Nacional, y un fogón criollo que llenó la noche de música y camaradería.
El Fortín El Gallo no solo rescata las tradiciones argentinas, sino que también se erige como un símbolo de esfuerzo comunitario y un espacio de encuentro para la historia, el deporte y la cultura en Ituzaingó.