La historia del trágico accidente en Castelar que cambió para siempre la dinámica del barrio
Santiago Menu
Buena parte de las localidades que se encuentran en la zona oeste de la provincia de Buenos Aires están atravesados por la milicia, especialmente en el área de la aviación. En el municipio de Morón, se encuentra un espacio destinado a que l@s jóvenes profesionales comiencen a probar suerte en esta actividad. Los ruidos de los motores son moneda corriente y l@s vecin@s del lugar conviven con él. Sin embargo, hace exactamente 65 años, se produjo uno de los hechos más trágicos que se recuerden: en Castelar, un avión cayó al barrio y generó una gran cantidad de fallecidos y heridos, como así también destrozos importantes en las casas de la época.
El 10 de marzo de 1958, una aeronave de caza militar se desplomó en esta zona y produjo la muerte de 10 personas que se encontraban en el lugar. Para much@s que tuvieron la desgracia de presenciar este momento, se trató de uno de los hechos más espantosos que le tocó atravesar al Oeste.
César Piñón, uno de los pilotos más experimentados por aquel entonces, decidió probar suerte con un Gloster Meteor FM K-4, una aeronave que llegó directamente desde Gran Bretaña como forma de agradecimiento hacia la Argentina en función del rol que cumplió una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. Este hombre despegó en la Base Área de Morón a media mañana, aunque cinco minutos después perdió altura y se desplomó en la esquina de Av. Libertador y Maison.
El fuselaje y una de las alas destruyeron el primer piso de una residencia, mientras que el resto de la nave, en llamas y a gran velocidad, continuó por tres cuadras más. Los gritos de desesperación de l@s vecin@s que sufrieron las consecuencias de este accidente aún retumban en los oídos de los presentes.
Tras este incidente, la comunidad de Castelar comenzó a movilizarse en reclamo de que se suspendieran los vuelos militares sobre la zona poblada y como consecuencia, la Fuerza Aérea dispuso que a partir de entonces las máquinas despegaran en dirección a zonas que todavía estaban despobladas. A su vez, se organizaron colectas para asistir a las víctimas y a los familiares de las personas fallecidas.
Sin lugar a dudas, ese 10 de marzo de 1958 cambió para siempre la historia de Castelar y del municipio de Morón. El tiempo ha pasado, aunque los ecos de esa mañana fatídica se mantienen presentes en las calles del barrio.