La importancia de no forzar vínculos: Una charla con el Juez Pablo Raffo acerca del Registro de Cuidadores Familiares
Melina Alderete
“Hay una falencia en el Código Civil, que no prevé una figura de cuidado por fuera de la adopción cuando hay chicos/as que no pueden estar con sus familias de origen” sentencia el Juez Pablo Raffo, el impulsor de la iniciativa del Registro de Cuidadores Familiares.
El Registro se presenta como una alternativa para la adopción dirigida a niños, niñas y adolescentes a partir de los diez años que, por distintas circunstancias, no quieren o no pueden ser adoptados/as ni volver con sus familias de origen.
Presentado como proyecto en el 2019, el Registro de Cuidadores Familiares depende de la Suprema Corte de Justicia Bonaerense y, actualmente, se encuentra activo en ocho juzgados, entre ellos, el N°2 de Ituzaingó, que se convertirá en el primer distrito en realizar los talleres de capacitación a futuros/as postulantes en el mes de abril.
La Ciudad conversó con Raffo acerca de su trayectoria en el Derecho de las Familias, Infancias y Adolescencias, la creación del Registro, su aplicación en los diferentes territorios conurbanos y nacionales y la situación de los niños y niñas que se encuentran en aquella “zona gris” que no está prevista por las normativas vigentes y que el Registro intenta solventar.
¿Cómo fue su primer acercamiento a lo judicial? ¿Por qué decidió dedicarse especialmente al ámbito de las familias, las infancias y las adolescencias?
Ingresé en un juzgado de familia en 1997, desempeñándome como empleado judicial, pero desde que estudiaba en la facultad, siempre me gustó el derecho de Familia. También hice, unos años después, la especialización en Familia en la Universidad de Buenos Aires. Hasta el 2012 trabajé en el Tribunal de Familia de Morón, hasta que ese mismo año, me nombraron juez y pasé a estar a cargo del Juzgado de Familia N° 2 de San Miguel. Podría decirse la cuestión de la Familia que es algo con lo que tuve afinidad desde el inicio.
Con la temática de adopción también. Siempre traté de profundizar, de capacitarme en el área, tanto en cursos como estudiando y analizando, buscando jurisprudencias e intentando repensar, siempre desde la intervención judicial, cómo se podían mejorar las cosas. Y luego vinieron las reformas de la Ley Nacional y de la Provincia de Buenos Aires, y ahí empezó a haber una reconfiguración de todas las intervenciones, tanto desde el Poder Judicial como en otros ámbitos.
A partir de allí, creo que se empezó a pensar de manera distinta la figura de la adopción, y otras figuras de cuidado también. Y lo que siempre vimos, tanto yo como las demás personas con las que he trabajado y hemos compartido ideas que, muchas veces, la adopción no es una solución que pueda resolver la falta de cuidado de todos los niños y niñas. Hay situaciones que sí se resuelven con la adopción, y hay otras que no.
Lo que establece principalmente la ley es que todos los chicos y chicas tienen que estar con su familia, sea con sus padres o con personas del ámbito familiar en general. Y, solamente en casos en los que esto no pueda suceder, hay que pensar en la adopción. Sin embargo, muchas veces se nos presentaban situaciones en las que había chicos y chicas que no podían estar con su familia de origen, pero tampoco podían ser adoptados/as, por distintas circunstancias. Entonces, esto fue algo que siempre nos interpeló, a mí y a mis colegas con quienes trabajé. Lo hablábamos muy seguido, porque es un tema que nos preocupaba. Y veíamos que “se quedaba corta” la figura de la adopción como única respuesta.
¿Cómo surgió el Registro de Cuidadores Familiares? ¿En qué consiste la iniciativa?
Esta iniciativa surgió en el 2019, cuando presentamos el proyecto ante la Corte con la idea de generar un registro de personas que se ofrezcan a ser cuidadores de niños y niñas, bajo otra forma de cuidado que no sea la adopción. Y eso permite que, esos chicos que no quieren ser adoptados, acepten vivir con otra familia y se garantice así su derecho. También hay muchas personas que se ofrecen con estas formas de cuidado, que quieren cuidar de un niño/a hasta que llegue a su mayoría de edad, pero que no quieren adoptar. Por eso hicimos esta propuesta. La Corte la aceptó y se abrió el registro, que está abierto de forma permanente a cualquier persona que se quiera postular como Cuidador Familiar.
Por otra parte, el Registro surge a partir de la necesidad de dar respuesta a las situaciones de niños y niñas que se encuentran sin cuidados parentales, pero tampoco consideran la posibilidad de la adopción porque, por diversas razones, no les resulta posible. Hay muchos chicos, sobre todo adolescentes, que no quieren ser adoptados. La Ley del Código Civil y la Ley Provincial de Adopción establecen que, los niños y las niñas de más de diez años tienen que presentar su consentimiento para ser adoptados. Es un caso común para nosotros que un niño o niña de ese rango etario nos diga que no quiere ser adoptado, pero que tampoco puede volver con su familia de origen.
Y en esas situaciones, hay una responsabilidad del juez, del Poder Judicial, del sistema de protección de los Derechos de los Niños, del órgano administrativo local y el provincial, de buscar una familia para estos chicos/as también. Debemos garantizar el derecho de estos niños y niñas de vivir en familia. La adopción resuelve el garantizar ese derecho a quienes no cuentan con cuidados parentales, pero estas situaciones con niños/as mayores no logran ser resueltas con esa figura. Entonces, surge la necesidad de resolver esa realidad de muchos niños y niñas que, no pueden regresar con sus familias y/o no quieren o no pueden ser adoptados, por distintas circunstancias. Por ejemplo, una realidad es que no hay postulantes para adoptar a chicos/as más grandes. Por eso nosotros pusimos, como edad mínima, diez años.
También es cierto que, muchas veces, en las convocatorias para adoptar, aparecen grupos de dos, tres y hasta cinco niños. Y hay postulantes que no quieren asumir el cuidado de un grupo de varios hermanos, por ejemplo. Y el problema lo seguimos teniendo, porque esos chicos/as están viendo violado su derecho a vivir en familia. Entonces, hay que continuar con la búsqueda de familias por otros medios y formas. Y una de ellas, es el Registro de Cuidadores Familiares.
¿Cómo puede una persona anotarse a este Registro? ¿Cómo es el proceso?
Es posible anotarse en el Registro de Cuidadores Familiares a partir de la página de la Corte. Posteriormente, esa persona será convocada por el juzgado que le corresponda a su domicilio, con el fin de ser evaluada para conformar el registro. Después, una vez que se complete su inscripción, puede ser convocada por cualquier Juzgado de Familia de la Provincia de Buenos Aires, para cualquier situación concreta de un niño o niña que esté en las condiciones mencionadas anteriormente.
“El 90 por ciento de los/as postulantes se postulan buscando bebés de un año o dos. Y, para niños más grandes, hay muy pocos adoptantes. Hay una falencia muy notoria, una gran diferencia en cuanto a la cantidad de postulantes.”
Pablo Raffo, Juez e impulsor del Registro de Cuidadores Familiares.
Actualmente, ¿cuántos distritos y juzgados forman parte de la iniciativa del Registro de Cuidadores Familiares?
Cuando nosotros lo presentamos en el 2019, solo empezó a realizarse en el Juzgado de Familia N°2 de San Miguel, haciendo estas inscripciones y evaluaciones de los/as postulantes, hasta su efectiva incorporación en el Registro Provincial. Luego de ese año, la Corte resolvió que el programa era positivo, efectivo, y decidió extenderlo a cuatro juzgados más.
Hoy en día hay ocho juzgados que forman parte: El N°2 de San Miguel, el N°1 de Tigre, el N°5 de La Plata, el N°5 de Mar del Plata, todos ellos incorporados en el 2021. En el 2022, se logró incorporar el Juzgado N°3 de La Matanza, el N°2 de Junín, el N°1 de Tandil y el N°2 de Ituzaingó.
Es importante aclarar que, los niños para los que se va a pedir legajo de Cuidadores Familiares son chicos/as de entre diez y diecisiete años.
Desde su perspectiva, ¿cómo observa usted la situación para chicos, chicas y adolescentes que esperan ser adoptadxs en la actualidad? ¿Cree que se están logrando cambios efectivos a raíz de las modificaciones en las normativas actuales?
Yo creo que la dificultad sigue estando y que la situación continúa siendo muy problemática, porque es difícil encontrar una familia, bajo la figura que sea, para chicos/as de más de diez años y/o adolescentes. Lo que estamos intentando, a través del Registro de Cuidadores Familiares, es brindar una herramienta más que pueda ayudar a mitigar un poco la falta de recursos que hay para el cuidado de chicos/as más grandes.
Si uno se fija en la página de la Corte, las estadísticas que se publican del registro de adoptantes arrojan que, aproximadamente, el 90 por ciento de los/as postulantes se postulan buscando bebés de un año o dos. Y, para niños más grandes, hay muy pocos adoptantes. Hay una falencia muy notoria, una gran diferencia en cuanto a la cantidad de postulantes. Y nosotros creímos que, al sacar la “presión” de lo que implica la figura de la adopción, tanto para los chicos y chicas como para los/as adultos/as, se facilitaría la creación de un vínculo de cuidado que permite que los niños y niñas vean garantizado su derecho a vivir en familia.
“Hay mucha idealización acerca de lo que implica la adopción. Quizás tenga que ver con la cantidad y calidad de información que circula al respecto. La gente se crea falsas expectativas con respecto al proceso y a los niños y niñas que están en adopción.”
Pablo Raffo respecto de uno de los factores de la baja de postulantes en los registros de adoptantes.
Considerando que toda la iniciativa comenzó en San Miguel y que ha logrado extenderse a otros partidos del conurbano, ¿cómo ve usted la situación para estos los chicos, chicas y adolescentes en la zona?
Es muy difícil, porque hay muchos/as que están en hogares, sin familias que se ofrezcan para su adopción. Y es algo general, es decir, que pasa en distintos distritos. Y no solo con chicos/as más grandes, sino también con los/as que tienen algún problema de salud, ya sea una cuestión mental o física o alguna patología que los/as postulantes no están dispuestos/as a aceptar, y se echan para atrás, se niegan a asumir el cuidado.
Estas cosas no suceden con chicos/as de corta edad, de uno, dos o tres años. La verdad que es muy complicado, porque entendemos que el Estado tiene la obligación de garantizar este derecho de los/as niños/as de vivir en familia. Y, muchas veces, con la adopción no basta.
También estamos observando últimamente que hay una baja de postulantes, con respecto a años anteriores. No solo para chicos/as grandes, sino para la adopción de niños/as en general. La cantidad de personas que se postulan para adoptar está descendiendo notoriamente.
¿Y por qué cree que está sucediendo eso?
Es algo que observamos incluso antes de la pandemia. Pero creo que puede estar relacionado a la existencia de otras posibilidades, hoy en día, de acceder a la maternidad y la paternidad, como las técnicas de reproducción humana asistida. También influye la baja de la tasa de natalidad. Hay menos nacimientos en la actualidad que en los últimos años.
La temática amerita una investigación profunda, pero también creo que esta baja de postulantes está vinculada a la idealización que hay acerca de la adopción. Quizás tenga que ver con la cantidad y calidad de información que circula al respecto. Porque la gente se crea falsas expectativas con respecto al proceso y a los niños y niñas que están en adopción.
Otro punto a tener en cuenta para este descenso es la evaluación más estricta que se está dando a futuros postulantes. Pero esto me parece un punto positivo. Yo prefiero que sean menos postulaciones, pero que queden personas realmente capacitadas para ser adoptantes. En la actualidad, se están analizando mucho mejor las capacidades y recursos de quienes se postulan para adoptar. También se están realizando muchos talleres para capacitación y para informar a quienes deseen ser parte de la iniciativa. Este año, Ituzaingó será el primer distrito en comenzar con estos talleres.
Se sabe que hoy en día hay ocho juzgados en los que esta iniciativa está activa. ¿Cómo cree usted que puede seguir ampliándose el Registro de Cuidadores Familiares hacia otros territorios?
Lo que nosotros estuvimos diseñando y soñando también en algún momento, es que cada Departamento Judicial tenga su propio juzgado de admisión, que en cada Departamento Judicial se designe un Juzgado de Familia que tenga la posibilidad de recibir directamente a las personas de su distrito. Porque, si bien las evaluaciones y capacitaciones que se realizan a los postulantes son virtuales, después hay un período de entrevistas que es aconsejable que se hagan de forma presencial, ya sea en un juzgado y/o en el domicilio del postulante.
Creemos que el plan mencionado va a facilitar mucho más las cosas. Pero la realidad es que todo depende de en qué medida este recurso se difunda, se conozca, y genere que muchas personas se inscriban.
Esta herramienta está funcionando, e incluso algunas veces termina derivando en la figura de la adopción. Hemos tenido varios chicos y chicas que terminaron al cuidado de familias y que luego decidieron que la misma familia los/as adopte. No hay ningún inconveniente en que se concrete la adopción luego del período de cuidado, siempre y cuando ambas partes (el chico o chica y la familia) den su consentimiento, estén de acuerdo.
Lo que yo logro observar, más allá de la aplicación y efectividad de la herramienta del Registro, es que hay una falencia en el Código Civil, que no prevé una figura de cuidado por fuera de la adopción cuando hay chicos/as que no pueden estar con sus familias de origen. En ese punto, lo que hacemos los jueces es recurrir a la figura de la tutela, como figuras análogas de cuidado. Pero no son estrictamente las indicadas. Hace falta una figura jurídica que contemple esta necesidad que intentamos solventar con el Registro.
Centrándonos en las personas que están contemplando inscribirse en el Registro de Cuidadores Familiares, ¿qué consejo les daría usted para sumarse a la iniciativa?
Yo aconsejaría muchísimo que se inscriban a los talleres de capacitación e información, además de consultar la página de la Corte, en donde se especifica bien de qué se trata el Registro y demás. Pero, insisto, en los talleres se brinda mucha información útil y se aborda cuál es el objetivo de constituirse como un cuidador o cuidadora familiar.
Por otra parte, desde este lado, puedo decir que es una experiencia sumamente positiva, basándome en lo que se ve a partir de quienes se inscribieron en el Registro.
Por la experiencia que tenemos hasta ahora, vemos que hay muchas situaciones de personas que desean formar o ampliar la familia, pero que no quieren una figura de adopción y que, al inscribirse en el Registro, han tenido situaciones muy satisfactorias. Hemos visto que se han formado grupos familiares muy fuertes, con vínculos muy profundos, que incluso han llegado al mismo resultado de la adopción, pero sin “apurar” los procesos, sin forzar situaciones.
Porque, muchas veces, por forzar una situación para que ésta encuadre bajo la forma de la adopción, estamos pasando por encima del deseo de un niño/a o por las posibilidades de los adultos que se ofrecen como cuidadores. Entonces, creemos que lo mejor, en determinadas situaciones, es quitar la presión de la figura adoptiva, con el objetivo de que se genere un vínculo distinto que pueda llegar a concluir en un vínculo familiar, pero a su debido tiempo.
Para más información sobre cómo postularse para ser Cuidador/a Familiar, consultar la página de la Corte. El Registro de Cuidadores Familiares está abierto de forma permanente.