La revolución en AFA no sirve si solo rueda la cabeza del DT

La AFA pasa por, estos días, una contradicción que puertas adentro se ha convertido en una bomba de tiempo. Las decisiones que han llevado adelante, desde la muerte de Julio Grondona a la fecha, han sido todas erradas y la muestra final es la derrota del fútbol argentino en Rusia. Jorge Sampaoli llegó al mando de la mano de “Chiqui” Tapia y Daniel Angelici. Ahora ellos quieren quitárselo, como lo hicieron con Bauza y así resolver algo que no supieron arreglar con Martino. La Asociación del Fútbol Argentino necesita una “Toma de Bastilla”.
Es el momento de cambiar para crecer otra vez. Si bien en el fútbol se cree que está todo inventado siempre se puede aprender. El lugar que hoy ocupan selecciones asiáticas, medias europeas y algunas de centro América marca que se puede evolucionar si se trabaja. Aquí siguen con el método de siglo pasado, en el cual se cree que basta con que nazcan jugadores, algo que cada vez cuesta más por la escasez de potreros y las presiones que traen los chicos desde los 10 años. Echar técnicos, ciclos cortos, falta de proyectos en juveniles, desde la ida de José Pekerman, son parte de esta nueva conducción en la calle Viamonte; dónde el problema no es copiar ideas, sino ni siquiera escucharlas.
La soberbia y la falta de conocimiento de algunos dirigentes alimentaron este mal momento en la estructura general, algo que fue tapado por las tres finales; sino hubiera estallado antes la crisis institucional y deportiva. Lo que hoy se hace eco en los grandes medios nacionales es lo que se veía venir, pero nadie se encargó de resolver y de milagro en milagro no se puede vivir. Por estas horas Sampaoli está siendo empujado a la renuncia, pero no así las personas que lograron que sea el séptimo entrenador en 10 años.
Está claro que Argentina necesita refundar sus bases y volver a crecer. Proyectos serios y acompañados por la convicción de quienes los encabezan desde principio a fin: Tanto dirigentes, entrenadores y jugadores, el éxito es un resultado trabajado en el tiempo. En un año se juega La Copa América y no hay que quedarse en lo que pudo haber sido en Rusia, sino encarar una revolución integral, dónde la base sea volver a crecer y no solo cortar cabezas.
Por Mauro Paré.