La sorprendente historia de las catacumbas de Ituzaingó
Santiago Menu
En la década de 1930, Ituzaingó albergó una historia tan misteriosa como fascinante, protagonizada por Pompeo Boggio, un acaudalado intelectual y profesor de dibujo de origen italiano. Este hombre, amante del arte y la cultura, dejó una huella indeleble en la comunidad al construir en su quinta, ubicada en las calles Martín Rodríguez y Trole, réplicas fieles de las catacumbas egipcias. Inspirado por un viaje de estudios a Egipto, Boggio diseñó y levantó este enigmático complejo funerario en el sótano de su casa y, de esta manera, trasladó un fragmento del Antiguo Egipto a las tierras del oeste bonaerense.
Las catacumbas de Boggio no solo eran una obra arquitectónica monumental, sino que revelaban su profunda fascinación por las creencias y rituales funerarios egipcios. El complejo constaba de dos imponentes esfinges que custodiaban las puertas de entrada a su casona. Sin embargo, lo que más intrigaba a l@s vecin@s era la entrada secreta hacia la cámara mortuoria: una escalera oculta, que descendía por las patas traseras de una de las esfinges, conducía al interior del misterioso espacio. La misma, recubierta de cerámicas, albergaba una mesa de momificación y nichos decorados con estatuillas que evocaban las antiguas tradiciones egipcias.
La casa de Boggio, además, ocultaba otros secretos. Una puerta giratoria disimulada por molduras en la biblioteca permitía acceder a otro pasadizo secreto, mientras que otro túnel llevaba al parque, donde pequeñas esfinges adornaban el lugar. En su ambición por recrear la magnificencia de las catacumbas egipcias, Pompeo incluso intentó construir un pasadizo que conectara su casa directamente con las vías del ferrocarril Sarmiento, con la intención de unir su enigmático refugio con la estación ferroviaria. Sin embargo, la Municipalidad de Morón intervino y no permitió que su plan se concretara.
El misterio que rodeaba a Pompeo Boggio no terminaba en las paredes de su casa. Según el testimonio de María Esther Monte de Gelpi, una vecina de la época, la vida de Boggio dio un giro aún más sombrío tras la trágica muerte de su joven esposa en un accidente automovilístico. Desconsolado y devastado por la pérdida, Boggio tomó una decisión que estremeció a quienes lo conocían: decidió embalsamar el cuerpo de su esposa y sentarla en el living de su casa. María Esther, al visitar la casa poco después del accidente, quedó profundamente impresionada por el realismo de los colores del rostro de la difunta, lo que provocó que nunca más volviera a cruzar las puertas de esa misteriosa residencia.
Hoy en día, la historia de Pompeo Boggio y sus catacumbas egipcias sigue viva en la memoria de Ituzaingó. Su legado, aunque envuelto en misterio, es un recordatorio de cómo el arte, la pasión y el dolor pueden converger en formas inesperadas y dejar una huella imborrable en la historia de una comunidad.