México a la mesa: Una charla con Moisés Islas
Melina Alderete
“En este momento en México, el feminismo es el movimiento social más articulado, más potente y con mayores posibilidades de meter una transformación radical de fondo en la dinámica política del país”, destaca Moisés Islas, politólogo mexicano, magíster en Ciencia Política y Sociología por FLACSO Argentina y doctorando en Ciencia Política por la Universidad de Guadalajara.
En diálogo con Carlos Romero, José Casco y Melina Alderete en el programa Socios a la fuerza, que se emite en Radio Kamikaze todos los lunes de 19 a 21, Islas conversó sobre los movimientos sociales en México, el feminismo latinoamericano, la llegada de Andrés Manuel López Obrador y la política de izquierda en la presidencia del país.
Carlos Romero: ¿Cuál es la situación actual de México, en términos de movimientos sociales? Porque, en Argentina, los movimientos sociales siempre fueron un actor muy dinámico, muy presente y siempre están sobre la mesa cuando se habla de política
Bueno, acá los movimientos sociales tienen un impacto político importante en la dinámica social mexicana, a partir de la última década del siglo 20. En los noventas, por ejemplo, todos sabemos el caso famoso mundialmente, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Este es un precedente importante de los movimientos sociales, no solo en México, sino en toda América Latina, y coincide con el proceso de democratización del país y con el involucramiento de la sociedad, de manera organizada, dentro de la política mexicana
Luego, en la primera década de los 2000, hay una especie de letargo de los movimientos sociales, en tanto que la política tradicional, a la política electoral, cobra valor a partir de la democratización del país. Entonces, los esfuerzos se vuelcan en torno a la construcción de partidos políticos y de expresiones políticas, más en el orden de lo convencional.
En la década del 2010, vuelven los movimientos sociales y de manera potente, que coincide justo cuando regresa el PRI, el Partido Revolucionario Institucional, de centroderecha, que estuvo durante 70 años en el poder de México. El PRI fue expulsado de la presidencia en el año 2000, pero vuelve en el año 2012 y, con él, vuelven los movimientos sociales actuales.
Se activan movimientos por la paz, por la justicia, por la dignidad de las víctimas, porque coincide también con un periodo de militarización importante en el país. También se activan algunos otros movimientos, con el eslogan de “No más sangre” y se empieza a desarrollar el movimiento de la búsqueda de desaparecidos, en torno a lo ocurrido en Ayotzinapa en el 2014. Este fue uno de los movimientos sociales más pesados de los últimos tiempos.
CR: Bueno, el caso Ayotzinapa es una situación “de uso común” en Argentina, incluso para quienes no están muy al tanto de la realidad política mexicana, pero que igual se acuerdan de Ayotzinapa porque fue algo muy fuerte y, además, en relación con muchas de nuestras tradiciones vinculadas a los derechos humanos por la desaparición forzada de personas. Creo que, de hecho, esa fue la última gran noticia que tuvimos de México, en términos de violencia institucional, de represión y de violación a los derechos humanos…
Es que fue un movimiento muy mediático, en México y en todo el mundo. Fue un hito de la cultura de la movilización y fue, técnicamente, el punto coyuntural de la caída de del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Antes de Ayotzinapa, la Revista Time ponía a Enrique Peña Nieto como el personaje más importante del año, en su portada, presentándolo como “el salvador de México”. Y luego, llega Ayotzinapa y “el salvador de México” se convierte en una paradoja porque, en realidad, se destapa, se vuelve a poner en el centro de la discusión, la violencia sistémica de parte del Estado.
Melina Alderete: En este sentido, en Argentina, por ejemplo, uno de los movimientos más presentes, maduros y dinámicos, son los feminismos. Es un movimiento que no sólo es un actor social, sino que tiene ya traducciones políticas, como la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, que era una deuda histórica en nuestro país. En México, ¿cómo funcionan los feminismos?
Yo puedo hablar desde la postura de un observador masculino sobre el tema de los feminismos. Y, en ese sentido, puedo decir, sobre lo que he visto de compañeras, lo que he leído y lo que yo mismo percibo, es que, justamente, es el feminismo argentino el punto de quiebre didáctico para el resto de los países en América Latina
A pesar de que hay feminismos desde hace décadas en otros países, el movimiento feminista moderno innegablemente nace en los países del sur, en la Argentina, en Chile con las chicas de Las Tesis, con sus símbolos y repertorios de acción que, luego, son aprendidos por las feministas mexicanas que, por ejemplo, en cuestión de días ya habían adoptado el pañuelo verde y habían adoptado también del canto de Las Tesis “El violador eres tú”.
Entonces, yo diría que, en este momento en México, el feminismo es el movimiento social más articulado, más potente y con mayores posibilidades de meter una transformación radical de fondo en la dinámica política del país. Ahora, la dinámica gira en torno a una persona que se llama Andrés Manuel López Obrador. Entonces, jugar en la arena política pasa por entablar un diálogo con Andrés Manuel López Obrador que, dicho sea de paso, no sabe hablar muy bien el lenguaje de las feministas.
José Casco: Es destacable como Andrés Manuel López Obrador se convirtió en el personaje más importante de la política local mexicana. A su alrededor, gira absolutamente todo, no solo la toma de decisiones del Estado. Porque él pone “patas para arriba” la forma en la que era el poder político, sus actores y su juego de larga data. López Obrador es como el Perón de los Mexicanos, pero que llegó recién ahora. ¿Vos coincidís con esto?
Es válido hacer este símil, pero creo que hay que valorarlo en su justa dimensión, porque el peronismo es un movimiento que sí giró en torno a un personaje, pero que también tenía toda una estructura social que funcionaba a partir de ciertas visiones de dinámicas políticas. Me estoy refiriendo a las centrales de trabajadores, la gran potencia y columna del peronismo.
Y en México, carecemos de esa columna vertebral. Creo que, en este momento, estamos en una incipiente afirmación del protagonismo de un personaje que tendría que construir una base social fuerte, más allá de los apoyos sociales que, actualmente, son su gran bandera política, los apoyos sociales para los sectores menos privilegiados del país.
Se tendría que construir esa base social que le permitiera dar el paso, más allá de una política que podría rozar en la política asistencialista, que luego además es lo que los conservadores de derecha, los “anti Obrador” están criticando, pues, dicen que está haciendo una política asistencialista y populista y demás.
CR: Además, la cuestión con Andrés Manuel López Obrador, o AMLO, como se lo conoce, es que se convirtió en una cosa rabiosa, ¿no? Es un personaje, como Perón, que se lo ama o se lo odia. Y, en este último sector, hay una movida Anti Obrador, como vos decías.
Sí, así como en Argentina hay peronistas y gorilas, en México, Andrés Manuel llegó a poner dos palabras para definir dos caras de la sociedad: Los chairos y los fifí, dos palabras ultra populares que se utilizan en cualquier contexto informal. Los chairos hacen referencia a las personas que apoyan a Andrés Manuel, y los fifí enmarca a toda una gama de personajes sociales que están dentro de la élite política, de la élite económica, tales como los empresarios, los grandes contenedores de la riqueza económica que están en otro espacio.
Pero Andrés Manuel no es un político nuevo con una tendencia nueva. Él viene desde los noventa impulsando la tendencia de izquierda. Pero, es una tendencia que llega tarde a México. Para mí, López Obrador es el último político de la ola, de esa “marea rosa” a la que se refieren algunos politólogos y estudiantes de la ciencia política en América Latina. Una marea populista en donde metemos a Chávez, a Evo Morales, al kirchnerismo de Argentina, a Correa, etc.
Es cierto que, en este sentido, en la actualidad hay más división en México, hay quienes están a favor de Andrés Manuel y quienes están en contra. Él mismo ha dicho “A ver, que se decidan. Aquí no hay medias tintas. ¿Estás a favor de la transformación que estoy impulsando? ¿O estás en contra?” Él hace una partición de la sociedad mexicana, que hasta el día de hoy le sigue funcionando, le sigue dando réditos electorales, sigue siendo la forma en la que uno entra en discusión en los cafés y en las aulas.
JC: A propósito de este cambio que significó López Obrador, ¿cómo es la cómo es la relación de México con los Estados Unidos actualmente?
Bueno, sin duda Andrés Manuel se llevaba mejor con Donald Trump porque tienen un estilo similar, más allá de la ideología que profesen, que sabemos que no es el nacionalismo gringo de Donald Trump, pues es una cosa desorbitante, pero se la llevaban mejor con él porque hablaban un poco el mismo idioma del personaje que, como decimos acá en México, “trae todas las canicas en la bolsa”.
Entonces, se sentaban y entre los dos podían llegar a ciertos acuerdos y ciertos guiños hipócritas que les permitían seguir teniendo el control de la conversación entre ambos ejes. Ahora con Biden, hay una cierta tensión, desde donde yo puedo ver, porque Biden no es el gran el político presidencialista de los Estados Unidos, es la articulación de una estructura mucho mayor, que es precisamente la de los demócratas. Y, en ese contexto, a Andrés Manuel, le cuesta más trabajo hablar con una estructura, que hablar con un solo hombre que pueda tomar decisiones y dar giros de timón imprevistos, tal y como incluso a veces lo ha hecho Andrés Manuel.
Además, creo que, en este momento, también vale preguntarse sobre la relación que Andrés Manuel está teniendo con otros líderes políticos de la región. Porque justo en esta tensión con los Estados Unidos, Andrés Manuel tiene su gira por los países de Centroamérica y el Caribe. Acaba de visitar Cuba, la semana pasada estuvo en El Salvador, en Honduras, etcétera.
Entonces, se está tratando de encabezar lo que durante décadas hemos estado esperando las personas que ya pensamos desde la óptica latinoamericana: que México tome a los países de América Central y el Caribe como aliados frente al gran monstruo político que es Estados Unidos y no como frente, sino simplemente como aliados estratégicos. Aquí pues hay una frase popular: “México está tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos” … Y está bueno empezar a pensar cómo encarar las cosas con más aliados que enemigos.