Sin Código
Editorial
Las vías de excepción al Código de Ordenamiento Urbano han operado el entramado de Ituzaingó como un verdadero cáncer. Poco a poco, en nuestros veinte años de vida como municipio fueron destruyendo, mutilando y emparchando la imagen urbana de nuestra hermosa ciudad.
El Concejo Deliberante aprueba, un promedio de 250 vías de excepción por año, un número que da cuenta de lo absurdo que es el sistema, que no tienen nada de excepcional y que el procedimiento está tan “aceitado” que nadie hasta hoy ha logrado revertirlo.
Para quien aún no conoce este mecanismo legislativo, podemos resumirlo de la siguiente manera: Cuando las reglas de construcción aprobadas por un Código Urbano, no permiten que un proyecto se construya (casa, negocio, industria, edificio o dúplex); El Concejo Deliberante puede autorizarlo “por vía de excepción”. La ocupación de pulmones de manzana, la desaparición de núcleos húmedos, las urbanizaciones a escala masiva o la radicación de industrias en zonas prohibidas, son la consecuencia de la aplicación de estas excepciones aprobadas por los legislativos locales.
El Código de ordenamiento urbano, es la ley que ordena un municipio y clasifica sus zonas. Permite o prohíbe emprendimientos; autoriza usos comerciales o los prohíbe, reglamenta las zonas residenciales o las protege ecológicamente. Es la ordenanza más importante (junto al presupuesto) que tienen las ciudades.
Ituzaingó tiene el suyo. De hecho, hace solo dos años, el municipio presentó un complejo estudio encomendado a una consultora que elaboró modificaciones al Código y que aún hoy espera su aprobación y convalidación.
Dice este estudio presentado ante la Comisión de Ordenamiento urbano: “El Diagnóstico Urbano Ambiental y las
Propuestas para el partido de Ituzaingó, tienen por objeto el reconocimiento de las fortalezas y debilidades que presenta el Partido, así como de las oportunidades y amenazas que enfrenta, planteando propuestas de mejoramiento que orientarán las políticas urbanas y ambientales del Estado Municipal, a través del documento final para esta etapa del “ordenamiento territorial”. Todo muy lindo, pero como dice el dicho “El poncho no aparece”
En plena etapa de expansión urbana y construcción en altura, la legislación local es tan permeable y discrecional que todo parece permitido. En los hechos, nuestro Código está muerto.
La cuestión de fondo no es como creen algunos, la construcción o no de edificios en el centro de la ciudad. Estos edificios, son parte de la propia evolución de las ciudades que van poco a poco completando sus redes de servicios. Es bastante razonable pensar que los ituzainguenses deben aceptar convivir con estos gigantes de cemento, los edificios serán parte inexorable de nuestro entramado urbano. El tema es de que manera y con qué garantías, el vecino puede estar seguro que el avance de la urbanización no lo afectará. Las vías de excepción atentan contra estas garantías y dejan al vecino sin defensa alguna.
La planificación urbana es hoy materia de debate a partir de la trágica inundación que padeció la ciudad de la Plata y que tiene como epicentro el cumplimiento de los preceptos del Código de Ordenamiento urbano. La desaparición de núcleos húmedos en la capital provincial, fue una de las causas de la tragedia que le costó la vida de más de 100 vecinos. El problema es, como casi siempre, que olvidamos muy pronto las tragedias.
Un caso actual pero en Ituzaingó, es el parcelamiento y posterior construcción de 10 dúplex, sobre la calle Gobernador Udaondo al 2000, en Parque Leloir. Esta vía de excepción aprobada por el HCD, irrumpe en una zona ecológicamente protegida con parámetros de construcción muy definidos y reconocidos por todos. Aun así, el Concejo con “simple mayoría” la autorizó. Sería interesante conocer públicamente cual es el “criterio urbanístico” que esgrimen quienes aprobaron esta vía de excepción. El abaratamiento del costo de la tierra, no es en este caso argumento válido, porque aun con el parcelamiento el costo del lote en Parque Leloir, es todavía inaccesible.
No podemos, (aunque deberíamos) pedirle a los empresarios inmobiliarios que desistan de las excepciones, si las tienen “al alcance de la mano”. La solución está en quienes tiene la responsabilidad de legislar en nuestra ciudad, y utilizan las vías de excepción de manera discrecional.