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Barrio Nuevo conmovido por la muerte de Lautaro Juárez

Las calles de tierra, las edificaciones humildes, el Buen Ayre a unos metros y un día gris. Fitz Roy 4178. El número pintado sobre la pared. Los perros ladran, dando aviso que una persona más llegó a la casa. Adentro, está la familia Juárez: los padres y los siete hermanos. Desde la madrugada del cinco de abril dejaron de ser ocho. Lautaro Juárez, el menor de los varones, falleció en la denominada “tragedia de Haedo”.
Los perros parecen estar acostumbrados a recibir visitas últimamente. Llega alguien y ladran. Desde que pasó lo de Lauti, no hay amigo ni vecino de Barrio Nuevo que no haya golpeado la puerta de Angélica Guaráz, la madre del joven. Pasan a saludar a ella y su familia, recuerdan con cariño a Lauti, dan fuerzas y, lo más importante: están. Es que el apoyo de todos, en este caso, es fundamental. “Lautaro tenía muchísimos amigos acá en el barrio, era muy querido”, recordó Angélica en una charla con La Ciudad, con una sonrisa teñida de dolor.
Diego Nicolás Cuevas, de 19 años, conducía su Nissan Tiida gris a más de 150 kilómetros por hora sobre la Av. Rivadavia, en Haedo. Aparentemente -falta que de una vez por todas las pericias lo confirmen- venía corriendo una picada con un Volkswagen Bora negro que pasó primero que él. Cuevas, por razones que aún se desconocen, se subió a la vereda a la altura de la calle Maipú y atropelló a Lautaro Juárez, a Manuel Lastra, a Cristian Vergara, a Daiana Vergara y a Orlando Rodríguez.
Lauti murió en el acto. Su primo, Manu, 22 días después. Las imágenes, brindadas por el Municipio de Morón, son claras: pasa el auto negro, y detrás de él se ve una estela de humo y chispas. Luego, el Nissan destartalado recorre unos metros con sus ocupantes dentro. Atrás quedaron Lautaro, Manuel, Cristian, Daiana y Orlando tendidos en el asfalto. Adelante, los cinco ocupantes de Tiida se bajan. Cuatro se van. Y Cuevas se queda, pero sin hacer nada.
“Él estaba en shock. Por el olor que tenía, claramente estaba alcoholizado. Es mentira que se haya quedado ayudando”. Esas fueron las declaraciones de Romina, una enfermera que pasaba por el lugar luego de ocurrido el siniestro. Fue la primera en socorrer a los heridos, y sus palabras son tan importantes como contundentes. Manuel, Cristian, Daiana y Orlando fueron trasladados al Hospital Güemes de Haedo. Los varones en gravísimo estado, y Daiana con contusiones fuertes.
Marcha y liberación
El examen toxicológico lanzó que Cuevas estaba drogado con marihuana al momento de chocar a los chicos. Su declaración se contradijo con lo que mostraron las imágenes, ya que no venía manejando solo. Sin embargo, el juez a cargo de la causa, Alfredo Meade, decidió dejarlo en libertad. Las ironías de la vida hicieron que el día en que el magristrado falló a favor del automovilista, se cumplieran siete años del choque en el que falleció una de sus hijas, de 26. “Y le pregunto: ‘¿Y en qué se basó para liberarlo?’, y me dice: ‘Porque estuvieron testificando los testigos de la víctima, y Cuevas en el relato de lo ocurrido fue muy sentido’. Esa fue la explicación que dio, y le digo: ‘¿Cómo ‘sentido’? ¿Y nosotros? ¿Y mi hermano que está muerto?’”. Mariana Juárez, la hermana mayor de Lautaro, le contó a La Ciudad cómo fue la charla que tuvieron con el juez Meade el día que decidió liberarlo a Cuevas. “No lo quiso matar”. Esa fue la respuesta que el magistrado les dio a los ocho integrantes de la familia Juárez que fueron a hablar con él a su despacho. Mariana le contestó: “No, no lo quiso matar, pero se subió en malas condiciones a su auto y al otro día salió que estaba drogado y alcoholizado”.
El mismo martes 14 de abril, día en que el joven de 19 años quedó en libertad a raíz de una polémica -pero esperable- decisión del juez, familiares, amigos y vecinos de Lauti habían convocado a una marcha por la tarde para reclamar justicia.
Este medio anticipó el evento, que fue respaldado por organizaciones como Madres del Dolor y Malditas Picadas. Las mismas están con las familias de las víctimas desde un primer momento. Al enterarse de la presunta liberación en la mañana de ese martes, la familia de Lauti se dirigió a los Tribunales de Morón. Lograron hablar con Meade y, antes de retirarse, el magistrado les dijo: “Justamente hoy se cumplieron siete años de la muerte mi hija en un accidente de tránsito”. Y la tía de Lauti le contestó: “Discúlpeme, pero a mí no me importa el aniversario de su hija, porque estoy muy segura de que su asesino está preso”, a lo que Meade no respondió nada.
Finalmente, la marcha se realizó por la tarde. Cargados de impotencia por la liberación de Cuevas, todos partieron desde la casa de Lauti, en Barrio Nuevo, hasta Av. Rivadavia y Maipú, en Haedo, en donde perdió la vida el joven tan querido por sus amigos y vecinos. “El día de la primera marcha fueron muchísimas personas. Fue todo su colegio, los compañeros, los preceptores, las maestras, los profesores, estaban todos”, comentó Angélica. “Lautaro iba a la 13, acá de Udaondo”
Toda una vida en Barrio Nuevo
Angélica nació en el 64. Nunca se fue del lugar que la vio nacer. A los 19 años fue madre. Tuvo ocho hijos, a quienes educó inculcándoles los valores del respeto, el trabajo y la honestidad. No es casual, ya que en esa parte de Villa Udaondo se respiran esos principios.
Si a alguien le pasó algo, los vecinos acuden en su ayuda.La solidaridad es el cemento que mantiene unida a una comunidad a la que le faltan muchas cosas, pero que también le sobran actos como lo que se vieron después de lo que pasó con Lauti. La empatía, el acompañar al otro. Esas cosas abundan en Barrio Nuevo.
“Yo trabajo en la Mesa de Género de Ituzaingó, soy presidenta del Club Nueva Juventud Estudiantes, trabajo con chicos que están buscando salir de la drogadicción, y todo acá en Barrio Nuevo. Yo estoy con la sociedad desde siempre, y esto que me pasó me pegó mal. Parece un chiste”, se lamentó la madre del joven.
Aún no puede creer lo que le pasó a su hijo Lautaro. “Nosotros con mi marido, desde que falleció mi hijo,  no paramos. Que las notas, los periodistas, las cámaras, la radio. Mi duelo pasó a segundo plano, no lo pude hacer todavía”. Él era un nene bueno. Él no le faltaba el respeto a nadie. Tendría sus rebeldías acá en casa como cualquier chico. Pero él salía y, por más que les faltaran el respeto, él nunca contestaba mal ni nada. Él volvía para casa. Siempre muy unido a la familia, siempre compartiendo la mesa con nosotros. Él jugaba a la pelota, le encantaba jugar. Y siempre con esa sonrisa”, expresó Mariana mientras señalaba una de las tantas fotos de Lauti que hoy ilustran el living comedor.
Angélica también señaló que “la muerte de Lauti fue horrible” porque desde un primer momento él no quería ir a bailar esa noche. “Antes de irse me hizo sacar la última foto, y a él no le gustaba sacarse fotos. Y encima me pidió una selfie conmigo, que nunca hacía eso”. Todos en esa casa tienen la sensación de que Lautaro se estaba despidiendo.
La mamá del joven le confesó a La Ciudad que pensó en quitarse la vida. Pero apenas se le cruzó ese pensamiento por la cabeza, escuchó la voz de Lauti: “Mami, ¿vos luchaste para todos, no vas a luchar por mí?”. Creer o reventar, eso pasó el día anterior a la liberación de Cuevas. Angélica entendió esas palabras como un motor para continuar con
la lucha que ya había iniciado.
Y ahí entendí. Esa señal fue para tener fuerzas para luchar por la justicia de él. Y yo escuché su voz justo un día antes de que liberaran a Cuevas. Yo siento que mi hijo me está guiando en todo”.
La última noche de los primos Lautaro Juárez y Manuel Lastra eran primos. Ambos nacieron en mayo de 1998.
Lautaro el 21, y Manuel el 29. “Aparte de primos, eran amigos de toda la vida”, explicó Angélica. Los jóvenes, de 16 años, nunca habían salido a bailar. El sábado 4 de abril tuvieron el cumpleaños de una amiga en común.
La tía de Lauti fue a buscarlo para llevarlo a su casa. Allí, los primos se cambiaron y se prepararon para ir a comer a la casa de la cumpleañera.
La mamá de Manu los llevó hasta la casa de la chica. El plan para después de comer era ir a 007, un boliche ubicado sobre Av. Gaona, en Ramos Mejía. El grupo de chicas y chicos de 16 años llegaron a la disco, pero como a la cumpleañera no la dejaron pasar, todos decidieron volver a casa. En el camino de regreso, Manu se encontró con Cristian y Orlando, dos amigos de su barrio 2 de Abril, del partido de Hurlingham. Cristian tiene 26 años, y Orlando 16. Invitaron a los primos a unirse a ellos y a su grupo para volver al boliche. Lauti y Manu aceptaron.
La madre de Lautaro comentó: “Era la primera vez que Manu y Lautaro iban a bailar. Y como no conocían, estos chicos les dijeron ‘vuelvan con nosotros que los vamos a acompañar’, y fueron”.
Lo que parecía la primera de tantas noches que los primos compartirían, fue la última que los vio juntos. El grupo comenzó a volver a pie porque no encontraban colectivos. Lautaro, Manuel, Orlando, Cristian y Daiana -la
hermana de Cristian- iban caminando por la vereda que limita con las vías del Ferrocarril Sarmiento, sobre Av. Rivadavia, en dirección a la estación de Haedo. Llegando a la intersección de Rivadavia y Maipú los encontró la
tragedia al volante de Diego Nicolás Cuevas.
Lauti murió en el acto. Su primo Manu luchó por su vida durante 22 días, pero no pudo reponerse del brutal golpe que recibió en la cabeza, y falleció el pasado lunes 27 de abril.
Daiana sufrió diversos traumatismos, pero no tuvo heridas graves. Su hermano Cristian y Orlando aún siguen luchando por su vida en el mismo Hospital en el que ingresaron esa fatídica mañana. Mariana, la hermana de Lautaro, subrayó que Diego Nicolás Cuevas hoy está libre porque “el juez no vio la intención de matar, y por eso lo largó”. Alfredo Mead cambió la carátula de la causa: de Homicidio Simple con dolo eventual -que era lo que pidió el fiscal Alejandro Jons- pasó a Homicidio culposo, que es excarcelable “El juez no vio el dolo, y no ve el dolor de la víctima, ni el dolor de la familia”, manifestó la mama de Lauti.
Justicia. Eso es lo que la familia Juárez de Barrio Nuevo y la familia Lastra del Barrio 2 de Abril piden. Justicia.Tenemos acompañamiento del Municipio de Ituzaingó. El Intendente Alberto Descalzo nos facilitó al abogado que tenemos, el Dr. Rappazzo. En cambio en el caso de mi sobrino, que es de Villa Tesei, Hurlingham, el Intendente Luis Acuña ni se le acercó a la familia”, contó la mamá de Lauti. Y concluyó, agradecida: “Todos los periodistas me dicen ‘gracias por venir’, pero yo les agradezco a ustedes, porque gracias a ustedes yo puedo hablar sobre lo que le pasó a mi hijo y pedir justicia”.
Por Solange Gunning

Diario La Ciudad

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