La historia de la primera cancha de tenis de Ituzaingó
Santiago Menu
Las primeras décadas del siglo XX en Ituzaingó fueron testigo de importantes desarrollos deportivos, que hoy forman parte de la historia poco conocida de la localidad. Uno de los capítulos más interesantes es la construcción de la primera cancha de tenis, cuya ubicación y características fueron reconstruidas gracias a las memorias de Juan Luis Guercio, un destacado vecino y deportista, y a fotografías de un torneo realizado en aquellos tiempos.
La cancha estaba situada en la actual calle Mansilla, frente a la Plaza 20 de Febrero, en un terreno que había sido donado por Manuel Rodríguez Fragio, fundador de Ituzaingó, para la construcción de edificios públicos. En ese entonces, la única edificación en esa manzana era la Escuela Nº 6 Bartolomé Mitre (hoy la Escuela Nº 1), que había sido inaugurada en 1909 como el primer edificio fiscal de la localidad. El terreno en el que se levantó la cancha de tenis había sido cedido de forma precaria por la Municipalidad de Morón, que en ese momento todavía administraba los asuntos locales.
La cancha de tenis no solo fue un importante espacio para la práctica deportiva, sino que también se convirtió en un punto de encuentro social para la creciente comunidad de Ituzaingó. En paralelo, un grupo de vecin@s, preocupados por el desarrollo cultural de la localidad, crearon la Unión Vecinal, una organización que se propuso como objetivos principales la creación de una biblioteca y un centro cultural. Estos proyectos se concretarían años más tarde sobre la misma calle Mansilla, en la esquina de Soler.
Las fotografías del torneo nos permiten conocer algunos detalles fascinantes sobre la construcción y características de la cancha. Según las imágenes, la cancha estaba impecablemente diseñada, con un piso de polvo de ladrillo de excelente calidad y postes de madera dura que sostenían la red. Los límites de la cancha estaban cuidadosamente pintados, y el perímetro estaba protegido por un cerco alto que garantizaba la seguridad y privacidad de los jugadores. Además, había un sillón especial para el juez del partido, lo que habla de la seriedad con la que se organizaban estos eventos deportivos.
A pesar de que hoy en día la cancha ha desaparecido, su legado deportivo y social sigue presente en la memoria colectiva de Ituzaingó. En aquellos años, el tenis no solo era un deporte de élite, sino que también servía como espacio de interacción para las familias más influyentes de la zona. Los eventos deportivos organizados en esa cancha atraían a importantes figuras locales, y las memorias de Guercio y otros participantes nos permiten reconstruir no solo la historia de la cancha, sino también el contexto social y cultural en el que se desarrollaba.