La historia de los primeros cantantes de tango de Ituzaingó

La historia de los primeros cantantes de tango de Ituzaingó
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El tango, símbolo y esencia de la identidad nacional, tiene también una historia rica en el oeste del Gran Buenos Aires, específicamente en Ituzaingó. Este rincón bonaerense fue el hogar de dos grandes figuras que marcaron una época: Alberto Marino y Héctor Mauré. Ambos dejaron una huella imborrable en la cultura tanguera local, y su legado aún se recuerda en las calles de la ciudad.


Alberto Marino, cuyo nombre real era Vicente Marinaro, nació en Italia en 1923 y se radicó en Argentina siendo muy joven. A lo largo de su carrera, se consagró como uno de los más grandes cantantes de tango de su tiempo. Con una voz potente y melodiosa, fue bautizado como "La Voz de Oro del Tango", un título que aún hoy resuena entre los amantes del género.


Su carrera despegó en la década de 1940, cuando debutó con la famosa orquesta de Aníbal Troilo, conocido como "Pichuco".
La interpretación de Marino, llena de pasión y sensibilidad, le ganó rápidamente un lugar destacado en la escena tanguera. En 1983, decidió establecerse en Ituzaingó, donde viviría hasta su fallecimiento en 1989.


Es en este partido en donde su nombre quedó grabado en el monumento "La Esquina del Tango", situado en la esquina de Zufriategui y Soler, un lugar emblemático para l@s aficionados al tango. Su voz sigue viva gracias a las numerosas grabaciones que dejó, que aún hoy son una referencia obligada para los seguidores del tango clásico.

Otra figura fundamental del tango en Ituzaingó fue Héctor Mauré, cuyo verdadero nombre era Vicente José Falibene. Nacido en el barrio porteño de Palermo en 1920, Mauré se mudó a Ituzaingó en 1959, donde encontró un espacio propicio para seguir desarrollando su carrera artística.


Su gran salto a la fama ocurrió en 1940, cuando se unió a la orquesta de Juan D'Arienzo, una de las más populares de la época. Su estilo particular y su capacidad interpretativa lo llevaron a ser conocido como "El Cantor del Pueblo", un título que reflejaba su conexión con las raíces del tango y con la gente común.


Además de su trabajo en las orquestas, Mauré también se destacó como solista, acompañado por guitarras en distintas presentaciones en radios, clubes e instituciones. Su presencia en Ituzaingó fue significativa, y su memoria se mantiene viva gracias a una placa en el mismo monumento "La Esquina del Tango" que también honra a Marino.


El tango en Ituzaingó tiene una rica historia, en gran parte gracias a figuras como Marino y Mauré. Ambos cantantes, con estilos y trayectorias diferentes, dejaron un legado que aún se puede sentir en la ciudad. En cada rincón donde se escucha un tango, en cada reunión de amantes de esta música, la memoria de estos artistas sigue presente.

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