La historia del primer comercio de Ituzaingó
Santiago Menu

Cuando se habla de los orígenes de Ituzaingó, inevitablemente aparece el nombre de Pastré, pionero que supo levantar el primer comercio de magnitud en lo que por entonces era un pueblo en crecimiento. Su almacén de ramos generales no solo marcó una época, sino que también se convirtió en el corazón económico y social de la comunidad.
La importancia del comercio radicaba en varios aspectos. Para empezar, se trataba del primer edificio de dos pisos que se construyó en la zona, un símbolo de prosperidad que destacaba en un paisaje aún dominado por casas bajas y calles de tierra. Además de la atención diaria, el local contaba con panadería propia y una fábrica de licores, lo que lo transformaba en un espacio de producción y abastecimiento clave para l@s vecin@s.
Pero el rol del almacén de Pastré fue mucho más allá de la venta. Tal era su prestigio que terminó ocupando un lugar inédito: se transformó, de hecho, en una especie de banco comunitario. De acuerdo al sitio "Historia y Arcón" Francisco Tornador, vecino de la localidad, señaló que: “cuando le pagaban un trabajo, mi abuelo lo depositaba en lo de Pastré y eso que era un gringo desconfiado”. En un tiempo donde no existían sucursales bancarias en el pueblo, confiar el dinero a Pastré era una muestra de respeto y de la autoridad que había alcanzado en la comunidad.

Los relatos transmitidos de generación en generación también suman un halo de misterio y fascinación en torno a este comercio. Hugo Bagnacedri, otro vecino, reconstruye una historia que todavía hoy despierta la curiosidad de los ituzainguenses: “desde el almacén de Pastré salía un túnel que cruzaba la calle hasta una de sus propiedades en 24 de Octubre 912. Allí había un alambique donde destilaban bebidas”. El testimonio sugiere que la fábrica de licores no solo era parte del negocio formal, sino que también guardaba secretos propios de una época donde la producción artesanal estaba en pleno auge.
El almacén de Pastré no fue un fenómeno aislado, sino parte de un proceso más amplio de desarrollo. La llegada de la segunda ola poblacional, compuesta por familias de inmigrantes y comerciantes de gran prestigio, aportó nuevas dinámicas económicas a Ituzaingó. Abogados, médicos, almaceneros y pequeños industriales comenzaron a establecerse en la localidad, consolidando una trama productiva que acompañó el crecimiento poblacional.
Ese impulso no solo garantizó mayor abastecimiento y servicios, sino que también moldeó la identidad del pueblo: un territorio que empezaba a dejar atrás su carácter rural para transformarse en una comunidad pujante, con comercio, instituciones y vida social activa.
Mirar hacia atrás y rescatar la figura del almacén de Pastré es, en definitiva, reconocer la importancia que tuvieron los primeros emprendimientos locales en la vida cotidiana de Ituzaingó. Fue mucho más que un comercio: fue un espacio de confianza, de encuentro, de innovación productiva y hasta de resguardo financiero. Un verdadero motor que abrió el camino al desarrollo económico y social de la localidad.

