Mujeres adormecidas que buscan despertar: Así es “Vibrador”, la novela de Mari Akasaka que retrata a toda una generación
Melina Alderete
“Quería emplear el alcohol como el solvente orgánico que realmente es, utilizarlo para disolver el sentimiento siempre presente de estar fuera de lugar, de no encajar con todo aquello que está fuera de mi piel”, resume la protagonista de Vibrador, la novela de la escritora Mari Akasaka publicada a fines de los noventa y llevada a la pantalla grande a principios de los 2000.
La historia relatada en las páginas de Vibrador es la de miles de mujeres que, envueltas en las exigencias permanentes de la sociedad (en este caso, japonesa) intentan desesperadamente despertar de sus letargos, escapando de los modelos inalcanzables de perfección y productividad que les imponen desde su nacimiento.
Esta situación es presentada ante lxs lectores a través de la aventura que emprende Rei, una periodista de treinta años que intenta encontrarle el sentido a una vida llena de máscaras y falsedades que sólo se centra en las apariencias. En su trabajo y en su cotidianeidad, Rei se ve obligada a descartar “lo feo” de las experiencias propias y ajenas, para intentar quedarse con lo que verdaderamente importa: Lo que vende.
“La publicidad y yo no hacemos otra cosa que actuar conforme los principios del mercado, sin duda, y a mí me parece que los principios fundamentales de la sociedad contemporánea son los del mercado […] Lo que quiero decir es que estamos completamente rodeados por este tipo de estímulos, están por todas partes, pueden volver neurótico a cualquiera […] Y desde luego, mientras continuemos viviendo en una sociedad moderna nos veremos obligados a intentar ignorarlos. Lo que significa que estemos constantemente engañando a nuestro sistema nervioso, intentando resguardarlo de las sensaciones. ¿No será entonces que cuando comienzan a sonar las verdaderas alarmas no somos ya capaces de oírlas, por más que la situación sea realmente peligrosa?”
Vibrador (1999) de Mari Akasaka.
Y lo que vende es esa falsa ilusión de una “vida perfecta”, a toda costa, y demás nimieidades. Lo que vende es la fachada, el rápido y desabrido alivio, y Rei lo sabe. Para una de sus notas, tuvo que entrevistar a una mujer bulímica que le contó acerca de los efectos sedativos que la bulimia producía en su ser. Inmediatamente, la periodista decidió sumarse a las grandes cifras de mujeres que padecen el trastorno alimenticio, en búsqueda de algo que la hiciera sentir que aún está viva.
Pero, ¿qué pasaría si Rei decidiera dejar de lado todo aquello y, finalmente, “despertar”? En un intento de salir de la rutina y de escaparse de las máscaras, Rei conoce a Okabe Takatoshi, un ex yakuza que se convirtió en chofer de camiones, y decide acompañarlo en un largo viaje de ruta que desencadenará las más profundas reflexiones acerca de la individualidad, la sociedad y los sentimientos reprimidos.
Lo que vibra es lo de adentro
Cuando unx tiene en sus manos la novela Vibrador, a simple vista parece creer que todo va a tratarse de una novela rebosante de erotismo y relaciones con juguetes sexuales, al mejor estilo Cincuenta sombras…, pero no podría estar más equivocadx. Si bien en Vibrador se despliegan un par de escenas de sexo explícito, en título remite a muchas otras cosas que, quienes se dejan atrapar por las páginas de la novela, van a ir descubriendo poco a poco.
El sonido de la vibración es extraño: Puede ser un pitido insoportable que se te cuela en los huesos e irrumpe en la tranquilidad cotidiana, como el vibrar constante de una llamada entrando al celular. O puede convertirse en un sonido que adormece, que acompaña y armoniza, como el que hace el ventilador en las noches de verano y te ayuda a descansar.
Para Rei, lo que vibra es el teléfono llenándose de llamadas de trabajo, sacándola de quicio. O las propias voces dentro de su cabeza, juzgándola en susurros, con su propias palabras o las sentencias ajenas. Pero lo que vibra también es el camión de Okabe y su motor, que se convierte en la banda sonora de una aventura rutera que la lleva a conocerse mejor a sí misma y al resto del mundo.
Así, Vibrador (1999) de Mari Akasaka se presenta como un fiel relato de lo que en la literatura japonesa se conoce como lost generation (generación perdida), un género de novelas escritas por autorxs que, a una edad adulta, comenzaron a escribir a partir de sus propias vivencias en una sociedad que no les promete nada y, a cambio, se los quita todo.
La novela de Akasaka fue la primera de la autora en ser traducida al español y se encuentra disponible gracias a la editorial Emecé, en su colección Lingua Franca.